Quedó dicho ya que el Gobierno de Sánchez sorprendió, para bien, y tranquilizó. Hay que decir ahora que cada vez se capta más que es un Gobierno de plató, de diseño, pasarela y muy de spot. En realidad, en ocasiones, casi llego a pensar que está concebido para ello: para un intenso, continuado y espectacular spot electoral. Si, además, se cae en la cuenta de que el flamante Jefe de Gabinete de Presidente y de Presidencia no es un político ni nada por el estilo sino Iván Redondo, el demoscópico y marketiniano señor y, por cierto, un contertulio encantador, que le ha llevado en volandas y de manera imprevista a La Moncloa pues esa impresión no es que se acreciente, es que se convierte en certeza total. Estos va a ir de anuncio. Todos los días, por lo menos, dos.
Y bien pensados y con tirón. Ya han visto y lo que les queda por ver del Aquarius. Que, además, es de cajón y corazón. Una cuestión de pura y neta humanidad. Pero ojo, y no lo puedo evitar, eso lleva camino de terminar, es ya y ya verán lo que será, en el primer gran rodaje publicitario y en una suerte de subasta de a ver quien «acoge» más, a la que ya se ha sumado hasta Torra, y, ello, me parece de una repulsiva obscenidad. O es que vamos a quitar las fronteras y volver a los papeles para todos. Que no son ni 600, ni siquiera 600.000. El número de africanos que pretenden salir de su continente natal, y no es una cifra la tun-tun, alcanza los 200 millones.
¿Europa puede encajar ese impacto? El problema es el más trascendental que nuestro continente y nosotros como parte de él vamos a tener que afrontar. No es cosa con la que jugar. Los resultados y las consecuencias pueden ser no solo desgraciados sino, además, salir el tiro por exactamente la culata de por donde se pretende soltar.
La «máquina de anunciar cosas maravillosas» se ha puesto en marcha a toda velocidad y no parará ya hasta el final. Hacer, hacer, será ya cosa de otro costal. Pero eso es lo de menos. Lo de más es anunciar, el envoltorio, la intención, la bondad. En ello, incluso sin Redondo, los socialistas son consumadísimos maestros. La propaganda es innata a sus siglas y su capacidad de comunicación su mayor virtud. Además, ya tienen a su lado a los medios de comunicación casi al completo y en nada ya van a tener a todos los demás tras hacerse con el control de los públicos donde cuando Ciudadanos se quiera dar cuenta habrá hecho el pardillo otra vez más.
La política va a ser una cuestión todavía de más de apariencias de lo que venía siendo, que era ya una barbaridad. O va a intentar serlo. Porque el problema esencial de Sánchez va a ser la realidad. Y no la económica, que esa se la ha dejado Rajoy resuelta. Los Presupuestos, que son buenos y lo saben y sabían, incluso cuando decían que atroces y fatal, les van a venir de perlas y verán como la ministra Calviño no se mueve de su guion. Ni quiere hacerlo, como tampoco los Presidentes Autonómicos a los que las cuentas de los populares van a servirles para dar regalos y riegos a sus electores.
Vamos, que la economía, y por un tiempo considerable, no la van a gripar. Ya se han bajado, incluso, de la derogación total de la Reforma Laboral, pero hay una cuestión en la que se pueden estrellar. Se llama Cataluña y se llama separatismo. Y fueron quienes le hicieron presidente y empieza a olerse que algo no fue gratis y que ya han empezado a ponerse en genuflexión PSC que otro Maragall, el hermano por cierto ahora ya pasado al más feroz independentismo, del que comenzó a liarla del brazo de Zapatero, ya está en pleno acelerón y que ya flojea el tono hasta Borrell, que ya no parece aquel que habló en la manifestación constitucional.
La de Màxim que iba para estrella y acabó en defraudador y aparecer como todo «cariño y amor» a llamar «jauría» a los que el día de antes eran sus muy queridos colegas. Todo por, y no como hacía él mismo cuando era el segundo de la reina de las mañanas y los corazones, ponerse a hablar de sus fraudes a Hacienda, y descubrir que habiéndose embolsado en tres años (2006, 2007 y 2008) de Gobierno y leyes ZP, por cierto, más de 800.000 euros se las ingenió para pagar una minucia a base de deducirse, con empresa ad hoc de por medio, supuestos gastos, hasta cerca de un cuarto de millón, que es un pastón, y que en realidad era cosas como una casita al lado del mar, su mantenimiento y otras cosillas.
Cierto que muchos profesionales montaron empresas y Hacienda les hizo regularizar y pagar como IRPP, más y con recargo, que lo que habían pagado por Sociedades. Sí, pero lo suyo fue eso y más y, sobre todo, lo de meterse cada año como gastos lo que en absoluto eran tal y deducírselos. Vamos, que le demostraron que el 80 por ciento de lo que se había desgravado era de matute. Ese fue el fraude y eso es lo que le ha obligado a dimitir. Que lo dimitieron, más bien.
Lo del presunto cambio de criterio es otra falsedad. No hubo tal. Y menos aún en lo de que se puede uno meter como gasto profesional un chalecito en la playa. Y las fechas cantan. No fue el malvado Montoro quien lo pilló con las manos en la masa. Hasta muy finales del 2011 quien Gobernó en España era el PSOE y el presidente era ZP. O sea que, además, de insultar a la prensa y de llamar defraudadores a escritores, profesionales y artistas en general que mire las fechas de sus faltas. Que, por cierto, no fueron delito fiscal por muy poco, pues un año lo defraudado se acercó mucho a los 120.000 euros que es donde está puesto el listón. Que para ganarlos la mayoría de los españoles tienen que sudar muchos años. Pero que muchos. Pero que él los ganaba, más que duplicándolos por añada, y nadie le recriminará por ello con gran facilidad hasta conseguir aquellos 800.000 euros en un trienio.
Vamos que Huerta ha chafado un spot y eso en este plató ministerial no se perdona. Aunque con la boca pequeña ahora se diga que ha sido todo un ejemplo. Lo ha dicho su sucesor Guirao al recogerle la cartera. ¿Ejemplo de qué? ¿De defraudar? Mejor que lo dejen ahí y cambien de pantalla y de galán.