Javier López

NUEVO SURCO

Javier López


Son molinos

29/03/2023

El debate es creciente y la tendencia no parará en los próximos años: las energías renovables son el futuro pero la polémica sobre cómo y de qué manera nos instalamos en ese futuro ocupa cada vez más espacio en los medios de comunicación. Películas como As Bestas lo han puesto de manifiesto. El director, Rodrigo Sorogoyen, al recoger su Goya dijo aquello de «energías renovables sí, pero no así». Es una de las consignas del momento. En regiones como Castilla- La Mancha se están creando asociaciones en favor y en contra de la instalación de plantas fotovoltaicas en nuestros pueblos. Nuestra tierra es una de las más preciadas por los que están metidos en el negocio, o mejor dicho, por los  que ven una gran oportunidad de negocio en la energía renovable, pero el fenómeno afecta a buena parte de España más allá de nuestra llanura.  Por ejemplo, en el caso de Navarra en los  cuatro últimos años ha habido una avalancha de proyectos eólicos o fotovoltaicos, y actualmente el gobierno foral tiene más de cincuenta informes en estudio.
As Bestas, que ha contribuido notablemente a avivar el debate, está ambientada en la Galicia profunda. Dos hermanos solterones, que conviven con su madre, están deseosos de recibir el dinero que les daría un fondo de inversión por sus terrenos para la instalación de unos molinos eólicos. Frente a ellos, un matrimonio de franceses que aterrizó en aquel paraje como en un lugar idílico y que se oponen a ceder su finca para esa finalidad, bloqueando así el macroproyecto del fondo de inversión que necesita contar con la concurrencia de todos los propietarios afectados. La película, que tiene fundamento en un hecho real, se adentra desde ese punto de partida en el territorio del drama rural típico de la España más negra y con las peores consecuencias para la parte idealista de la trama.
En la historia se enfrentan dos visiones del mundo rural y lo que debe ser el desarrollo futuro de nuestros pueblos. De un lado, las posibilidad de que la energía renovable, en forma de grandes plantas fotovoltaicas o eólicas, constituyan no solamente la energía del futuro en términos globales sino las salvadoras de las pequeñas historias de algunos habitantes de nuestros pueblos cansados de malvivir en lugares medio muertos con una agricultura  y una ganadería que exige mucho trabajo y apenas da algo más que la cobertura de los costes.  De otro lado, los que desde una preocupación muy sincera por lo rural buscan alternativas de desarrollo que respeten la identidad del territorio y sus formas de vida tradicionales adaptadas a los tiempos y la tecnología, y con un aprovechamiento de la energía renovable que no resulte invasiva.  Desde un punto de vista teórico, las razones del segundo grupo parecen mucho más respetables y altruistas que las  del primero, pero cuando el asunto se lleva a las historias concretas surgen muchas más dudas. A la hora de hacer una valoración hay que ponerse en el pellejo de quien tiene un espacio en el que o no cultiva nada porque no resulta rentable o si cultiva lo hace casi a perdidas. Es comprensible, en estos casos, que la oferta de vender o alquilar ese terreno para la instalación de unas placas solares o unos molinos eólicos pueda resultar más que tentadora. Los dos hermanos solterones de As Bestas querían usar el dinero que recibirían del fondo de inversión en comprar un taxi y un piso para irse a vivir a la ciudad. Muy significativo. ¿Qué hacer? Al ver la película uno se adhiere al relato del matrimonio francés, mucho más si los hermanos gallegos terminan comportándose como mafiosos criminales, pero el debate está ahí y es complejo.
Con todo, As Bestas peca de una excesiva simplificación, como si solamente unas personas que vienen de fuera fueran capaces de hacer ver a los lugareños el barbarismo que puede esconder la instalación invasiva de las energías renovables, 'pan para hoy y hambre para mañana'. En otra de las películas triunfadoras de estos  Goya, Alcarrás, también de temática rural y con toque  al asunto de las renovables, ambientada en este caso en Cataluña, se recoge esa otra dimensión del problema que son los propios autóctonos organizados defendiendo con propuestas su territorio de esos molinos que llegan a parecer malvados gigantes esgrimiendo como bandera el futuro deseable que nos debería esperar si somos capaces de generar nuestra energía sin contaminar poniendo al propio planeta al borde del colapso total. Al final es la paradoja de la dimensión ecologista, tan necesaria como provista de importantes aristas.

«Películas como As Bestas han avivado la intensidad del debate en torno a la implementación de las renovables. ¿Cómo hacerlo?»