Tres campeones del Tour de Francia despiden al Águila

Redacción
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Perico Delgado, Miguel Induráin y Carlos Sastre dan en Toledo su último adiós a Federico Martín Bahamontes. «Era un crack, un campeón que tenía ese genio y esa personalidad tan particulares que hacían que la gente vibrase con él», cuenta el segoviano

Tres campeones del Tour de Francia despiden al Águila

El fallecimiento de Federico Martín Bahamontes ha consternado al mundo del ciclismo. Toledo, cuna del mejor escalador de la historia del Tour de Francia, se ha convertido en el epicentro mundial del deporte del pedal en las últimas horas. Esta tarde, tres campeones españoles de la competición ciclista más importante del mundo, Pedro Delgado, Miguel Induráin y Carlos Sastre, se han desplazado hasta la ciudad del Tajo para rendir homenaje al primero de los nacionales en conquistar la gloria del amarillo en París.

Perico, el primero de los tres ganadores presentes en conseguir el Tour, fue el último en llegar. No tuvo tiempo de pasar por la capilla ardiente, aunque sí participó de la misa corpore insepulto por el alma de Bahamontes en la catedral primada. «Si a Fede le hubiera gustado despedirse de alguna manera, hubiera sido así: con la capilla ardiente en el Ayuntamiento y el último adiós en la catedral», aseguró el segoviano. «Conociéndole un poquito, a mí solo se me ocurre una palabra, que es gracias; gracias a la ciudad de Toledo y a los aficionados al ciclismo que han venido hoy a darle su último adiós», insistió el vencedor de la Grande Boucle en 1988. Sobre el carisma de Bahamontes, cualidad de la que ambos pueden presumir, el que fuera corredor de los equipos Reynolds o Banesto destacó el genio del toledano. Delgado define al Águila como «un crack, un campeón que tenía ese genio y esa personalidad tan particulares que hacían que la gente vibrase con él».

El pentacampeón Induráin remarcó la «buena relación» que le unía con Bahamontes, pese a las formas contrapuestas de ambos. «Nos respetábamos, éramos diferentes, pero nos apañábamos y combinábamos bien». El navarro explicó que el carácter «explosivo» del toledano no alteraba su relación. «Yo soy más tranquilo», dijo el ganador de siete grandes vueltas en la capilla ardiente instalada en el Ayuntamiento. Aunque la noticia del fallecimiento le pilló «lejos», el gran corredor de la década de los noventa no dudó en acercarse a Toledo a dar el último adiós al pionero que abrió el ciclismo español al mundo: «Había que estar aquí, en la despedida», indicó Induráin.

Miguelón y Fede se conocieron en 1983 cuando el potente ciclista de Navarra participó en la Vuelta a Toledo, prueba en la que ganó varias etapas. Posteriormente, coincidieron en pruebas como el Tour, que ambos ganaron. «En Francia todavía es muy conocido y se recuerdan sus hazañas», recordó Induráin, quien señaló que su forma de correr era diferente a la del Águila. «Fede tenía un perfil más cercano al de Pedro Delgado, más atacante, más escalador, pero siempre daba consejos: que si el aire, que cómo moverse en los abanicos, el calor o la comida».

Por su parte, Carlos Sastre recordó «la suerte de compartir con él muchos momentos» y agradició «esa llamada para darme un consejo» que Bahamontes solía tener con él. «Me hablaba con cariño y respeto así que siempre tendré ese recuerdo suyo que para mí es especial». El abulense, ganador del Tour de 2008, reivindicó la figura de Bahamontes como una «persona hecha a sí misma», un emprendedor que «hizo lo que quiso hacer y lo hizo de la manera que lo quiso hacer». La talla mundial del toledano fue su mejor legado para los que siguieron su estela. «Él y otros corredores de su generación tuvieron un camino difícil, pero ese genio, ese carácter, esa forma de ser que tuvieron les hizo abrir esas puertas que allanaron el camino a los que hemos llegado después», concluyó Sastre.