Javier del Castillo

Javier del Castillo


Los pellets y los sin papeles

16/01/2024

Mientras Yolanda Díaz recogía con una cestita – como si estuviéramos en temporada de setas – unos puñados de bolitas de plástico esparcidas por las playas gallegas en vísperas de las elecciones autonómicas, el presidente Sánchez explicaba la cesión de competencias a Cataluña en materia de inmigración. «Soy consciente de que tengo que hacer pedagogía», afirmó en los micrófonos de Radio Nacional de España, en un intento desesperado por explicar lo inexplicable. 
En su huida hacia delante, sin otro objetivo que el de mantenerse en el poder, el presidente no había reparado en las dificultades que están encontrando sus ministros y los medios de comunicación afines, que le abren sus puertas cuando lo necesita, para defender la amnistía a Puigdemont, los acuerdos con Bildu o la delegación de competencias que le exigen sus aliados parlamentarios.
El interés general de los españoles – que debería ser el objetivo prioritario de un gobierno – choca con el interés particular de quienes no incluyen, precisamente, entre sus prioridades la cohesión y la solidaridad interterritorial. España - está claro - no es su problema y, por mucha pedagogía que haga Sánchez, difícilmente podrá convencer a los ciudadanos de Castilla-La Mancha o de Andalucía de lo importante que es para su futuro que Puigdemont regrese a Cataluña libre de cargos o que Otegi vea recompensados sus apoyos parlamentarios al Gobierno central con la alcaldía de la capital navarra. 
Los pellets de las playas gallegas ocasionan daños ecológicos, pero no van a contaminar las elecciones gallegas, como a Yolanda le gustaría. Lo único que pueden conseguir es hacer recordar a los gallegos que la culpa de los vertidos del Prestige fue de Aznar, mientras que ahora, curiosamente, los pellets son fruto de la incompetencia del gobierno del PP en Galicia. Menos mal que apareció por las costas gallegas, el fin de semana pasado, la ministra de Trabajo y vicepresidenta segunda del Gobierno a hacerse la foto y a poner las cosas en su sitio: «La mentira es la forma de gobernar del PP». Porque de embustes y falsedades sabe ella bastante.
Nos movemos entre la realidad y la ficción, entre el engaño y la desconfianza. Entre los pellets y los sin papeles. Entre los que consiguen todo aquello que piden por esa boquita – catalanes y vascos - y los que no conseguimos nada – el resto de los españoles –. Nuestros votos están al servicio de quienes apenas tienen representación, pero sí la suerte de tenerle cogido a Sánchez por salva sea la parte.
Este país necesita más pedagogía, pero no la pedagogía que quiere impartirnos Sánchez. España está más necesitada que nunca de políticos que antepongan los intereses generales, como ocurrió en los albores de la democracia, a sus ambiciones personales. A los españoles, de cualquier ideología, hay que explicarles que ningún Gobierno, sea de la ideología que sea – puede vivir sometido al chantaje y a la extorsión. Ni tampoco a la humillación y al engaño de un prófugo indeseable.
En definitiva, que no se hable de pedagogía, cuando se quiere decir propaganda.