Arnaldo cree que el TC debe dictar sentencias en año y medio

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Opina que debería ser un ejemplo de no dilatar en exceso las respuestas, si bien no cree que deba hacerlo de forma inmediata: «hay que madurar» las reflexiones

Arnaldo cree que el TC debe dictar sentencias en año y medio - Foto: Yolanda Lancha

Enrique Arnaldo, magistrado del Tribunal Constitucional, ha impartido en la sede universitaria de la iglesia de San Pedro Mártir una conferencia sobre  el trabajo del Tribunal Constitucional y las medidas para la agilización del recurso de amparo en España.

Arnaldo considera que el TC debería ser un ejemplo de no dilatar en exceso las respuestas, si bien no cree que deba responder de forma inmediata en sentencia porque «hay que madurar» las reflexiones, y estima que un tiempo medio de respuesta «razonable» no debería ser superior a un año y medio (dependiendo de los temas, a veces algo más).

Señala que el número de amparos que entra se mantiene desde el principio entre 8.000 y 10.000 al año (son recursos deben gestionarse por 12 magistrados) y que hay que reducirlo: «imaginemos que se admitiera todo, esto llevaría un retraso en dictar la sentencia de años y años».

A partir de una reforma del 2007 el TC hace una selección de solamente aquellos que tienen interés o trascendencia constitucional, eso lo reduce en torno a un centenar cada año, que son los que el TC puede dar respuesta.

Sabe que lo que llega a veces a la opinión pública son los temas en los que hay una trascendencia política que son los recursos de inconstitucionalidad porque el TC juzga si el poder legislativo estatal o autonómico lo hace bien, o si una comunidad autónoma ha ejercido bien su competencias.

Ante la avalancha, lo que se ha hecho en el recurso de amparo es exigir, a parte de la vulneración del derecho, que el recurrente también justifique que el asunto trasciende de su propia lesión de su propio ámbito y tiene trascendencia general constitucional.

Es decir, aparte de la demanda, para una más ágil gestión de los recursos de amparo, el recurrente tiene que rellenar un formulario, como se hace en el Tribunal Europeo de Derechos Humanos, donde especifica cuál es la lesión y la trascendencia, cómo ha agotado la vía judicial de todos los medios ordinarios. También se ha añadido una limitación del número de palabras en las demandas de amparo .

En su intervención respondió a preguntas muy «elementales», entre ellas, «si el TC trabaja, cómo trabaja y si trabaja bien».

Para explicarlo cuenta el número de resoluciones que dictan, el de asuntos que entran, por qué hay un filtro en los recursos de amparo (de los que anualmente llegan en torno a 9.000 de los cuales se admiten alguno más de 100, más o menos como en Estados Unidos o Alemania), y el número de sentencias que dictan anualmente. Y la respuesta es que «el Tribunal trabaja y mucho».

Sobre cómo trabaja y si lo hace bien (que «es una cuestión opinable» que deja a la opinión de cada uno: «en las ocasiones que estoy de acuerdo me parece que trabaja fenomenal pero cuando uno no está de acuerdo pienso que el que tiene la razón soy yo») indica que el sistema es a través de las secciones, de las salas y del Pleno. Añade que para trabajar bien hay que tener un criterio y defenderlo ya que es un órgano de deliberación y discusión donde finalmente tiene que haber una votación ya que no todos opinan igual.

Trabajan sobre la base de una ponencia escrita a la que se van incorporando, si el ponente lo tiene a bien, los pareceres de la gente que completa la sentencia.

Y subraya que «no hay más que una sentencia que es la que aprueba la mayoría; y los votos particulares son las opiniones personales de los magistrados».