Carlos Rodrigo

Entre columnas

Carlos Rodrigo


Conversaciones en la catedral

20/11/2023

Que el invento llamado aún a día de hoy España está en entredicho creo que no nos escapa a nadie. España es diferente para lo bueno, lo malo y lo peor. El sistema autonómico lo asume y consagra con comunidades privilegiadas respectos a otras: el cupo vasco es un ejemplo palmario de ello. 
Todo está descentralizado y al Estado le quedan cuatro cosas. El problema del sistema es saber hasta dónde llega. ¿Nos creemos España? ¿Cuándo se jodió España? remedando a Vargas Llosa. Porque no sé si se habrá jodido, pero que andamos jodidos y revenidos es indudable. Ya sé que todos somos iguales, pero como puntualiza Orwell algunos son más iguales que otros. Lo que en castellanomanchego viene a ser que todos estamos jodidos, pero algunos más jodidos que otros. 
Hasta hace cuatro días parecían existir unos límites tácitos: matices pintureros en la escenografía, guiños ideológicos, pero principalmente consensos no escritos entre partidos mayoritarios en política nacional: gobiernas si ganas; se cede cuando toca con algunos partidos independentistas, nunca con todos; no se pacta con fuerzas con las manos manchadas de sangre; unidad de caja con las pensiones; cierto respeto a la división de poderes… 
Se mimaba el alambre de la unidad de España y se esperaba turno para gobernar; todo saltó por los aires desde la moción a Rajoy, momento desde el cual ya solo manda la aritmética. La ley del 176.
¿Qui prodest? al que se lleva el gato al agua. En España nunca hemos sido todos iguales. Las listas abiertas brillan por su ausencia. Siempre fuimos un país desigual y asimétrico. Nunca, por lógica económica y de desarrollo histórico, fue lo mismo vivir en Madrid, Barcelona o San Sebastián que en Ciudad Real, Badajoz o Tenerife. 
Pero nos creíamos el rollo de la solidaridad, reducir distancias y ser un poco menos desiguales en comunidades más pobres como la nuestra. Saber dónde estamos y prosperar sin enloquecer pisando la manguera al vecino. 
El problema de este apaño es que se nutre de ceder y ser generoso; unas veces se manda, otras no. Si uno quiere mandar siempre sin importar compañeros de viaje ni peajes todo se jode. Y claro que es legítimo pensar así y claro que se puede gobernar. Lo vamos a ver. Pero ¿es bueno para el interés general? ¿para todas las sensibilidades? ¿Siempre tienen que estar en el poder los míos, a cualquier precio? ¿Solo se prospera si yo mando? ¿No les chirrían las palabras muro y democracia en la misma frase? 
Lo triste de no saber ganar/perder es que siempre pagan los mismos, los más pobres, los que de estar en segunda pasamos a ser de tercera o de cuarta. Al que está arriba lo peor que le puede pasar es que algún año no juegue la champions, poco más; pero el que juega en segunda y baja a tercera le cuesta mucho volver a subir, y eso desgraciadamente lo sabemos muy bien en Castilla La Mancha, en Toledo.