Precariedad, una epidemia crónica

Carlos Cuesta (SPC)
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Ni el trabajo ni el salario consiguen liberar de la vulnerabilidad y la pobreza a los empleados con las ocupaciones más inestables

Precariedad, una epidemia crónica

Un estudio estadounidense publicado por los profesores de la universidad de Oxford y premios Nobel de Economía, Deaton y Kahneman, revelaba que la cantidad de dinero que debe cobrar al año un asalariado para ser feliz se sitúa en unos 60.000 euros al año. Una cifra que está muy lejos del sueldo medio español, que se sitúa en torno a los 25.000 euros brutos anuales y, más distante aún, de la retribución más habitual que se queda en 18.000 euros brutos anuales.

En este contexto, los economistas aseguran que la precariedad laboral que sufre el mercado nacional no es una característica exclusiva de España, pero sí un elemento en el que el tejido productivo lleva apoyándose durante décadas. Lo que parece que es una clave de competitividad frente a los países vecinos, genera pobreza y se ha convertido en un handicap que impide a la economía crecer al ritmo de las potencias más productivas que llevan invirtiendo muchos años en formación, innovación, digitalización y en incentivar el consumo con el objetivo de que sus empresas registren un alto crecimiento y dispongan de la rentabilidad suficiente para ser más fuertes que sus adversarios. 

Con la última reforma laboral, se ha constatado un aumento muy alto del peso de los contratos de pocas horas y bajos salarios que han potenciado altas de empleados indefinidos pero que, en muchas ocasiones, trabajan muy pocas jornadas al año y les impide desarrollar su vida diaria con normalidad.

Según el informe Desigualdad y Pacto Social publicado por la Fundación La Caixa, que analiza la evolución de la brecha salarial en España desde 2010 hasta 2018, se trata de un fenómeno contracíclico que se explica por la caída del número de horas trabajadas al año, particularmente en el grupo de empleados más vulnerables.

Entre sus conclusiones, afirmaban que la desigualdad y precarización aumenta por una caída en los ingresos de los que menos ganan en comparación con una evolución contraria para los profesionales mejor retribuidos.

En cuanto a la población más damnificada por la desigualdad se encuentran los jóvenes, las mujeres y los operarios con el nivel más bajo de educación.

Los economistas consideran urgente dar una solución a la precariedad laboral que hace que ni el trabajo ni el salario consiguen liberar de la vulnerabilidad a los empleados con las ocupaciones más inestables. Una situación que, además, se agrava en momentos de crisis y recesión y disminuye en épocas de expansión. Además, encuentran que este riesgo es mayor para trabajadores jóvenes, los de menor formación y las mujeres.

Horas extra

Una de las lacras que más perjudican los salarios es la cantidad de horas extra que se hacen sin que se retribuyan en la nómina. El 53% de los trabajadores españoles denuncian que superaron el tiempo de su jornada laboral durante el año 2022 y, de ellos, el 39% afirma que no vio compensado este esfuerzo ni con dinero ni con un tiempo de descanso compensatorio, según el Informe Infoempleo Adecco: Oferta y Demanda de Empleo en España, en el que se explica que los empleados que hicieron horas de más, de hecho, el 31,1% realizó hasta 50 horas extras el año pasado.

Además, un 27% de los empleados por cuenta ajena trabajó entre 50 y 100 horas de más; un 18% superó esas 100 horas; un 14% trabajó entre 200 y 400 horas extra, y un 10% superó ese límite de 400 horas, sin que la Inspección de Trabajo de la Seguridad Social pudiera evitarlo a pesar de utilizar un algoritmo para detectar el exceso de horas fraudulentas en las empresas.

Finalmente, siete de cada 10 trabajadores reconocen que hacen las mismas horas extra que antes de que se instaurara en mayo de 2019 la obligación legal de contar con un registro horario obligatorio.

De los 16,3 millones de asalariados que había en la economía española hace cuatro años, la mayoría manifiesta que a día de hoy sigue sin cumplirse el control de las jornadas y, sobre todo, de las horas extra, para que estas se redujeran y hubiera más garantías de un desempeño de la actividad laboral justo y remunerado.