Ignacio Ruiz

Cabalito

Ignacio Ruiz


Perjúmenes

05/01/2022

'Son esos, tus perjúmenes, mujer, los que me sulibeyan'. Tras un aparatoso final de año, en el que la sexta ola se convirtió en tsunami, en la que los contagios se contabilizaron por miles, la respuesta institucional ha sido algo así como el cantar de un grillo: cri-cri.
No ha sido un sálvese quien pueda, gracias a los sanitarios, a los farmacéuticos, a los virólogos y científicos que nos dieron una vacuna que ha surtido efecto. Negar la evidencia sería de necios. Es probable que la última variante haya mutado a peor, pero nos pilla vacunados y eso también se nota. Aunque nadie lo diga, Delta seguirá por ahí pululando y dando guerra a más de uno y a más de cien, por lo que no lancemos las campanas al vuelo no vaya a ser que te toque la versión más salvaje del dichoso virus.
Pero de los de arriba qué podíamos esperar, los más malos en el peor momento. Si se fían en la seriedad de nuestro gobierno, en la última interterritorial con el Ministerio de Sanidad, a nuestro consejero lo pillaron en el coche, así da gusto trabajar, pendiente de todo y con previsión. A lo mejor venía del cumple de la marquesa de pedir permiso para llevarse algún canapé y ponerlo en el catering del HUT. O venía de comprar ordenadores para los trabajadores que siguen sin puesto de trabajo en el nuevo HUT. O de buscar aluminio para los despachos de los médicos para pasar consulta en el HUT.
De Fomento y la creación de carriles en carreteras ya existentes, es mejor no decir nada, porque si embudos había, la ley de Hernando es prácticamente esa, la ley del embudo: Sí, hay mucho coche, solución, cri-cri.
Estamos llegando a un punto en el que la gente se está desinflando, el tópico de para qué, si no se puede cambiar nada. La desmotivación es acuciante y es necesario dar a conocer la realidad para que la población, con información, tome decisiones y que no tengan razonamientos clientelares.
Contar estas cosas no es crispar, es bajar de las nubecitas de Heidi a los palmeros de la corte y al comentarista más avezado de las bienandanzas del presidente regional. A ese sí que le sulibeyan los perjúmenes del poder.