La prueba de fuego

G. F. A. (SPC)
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El sanchismo se la juega el 28-M, pero los de Feijóo también. Esa jornada la partida alcanzará a los líderes de PSOE y PP, que saben que o bien saldrán muy tocados o reforzados para las generales

La prueba de fuego - Foto: EUROPA PRESS

El guion oficial dice que el 28 de mayo se celebran elecciones en 8.131 municipios de toda España y en 12 de las 17 comunidades autónomas. Sobre el papel, así es. Sin embargo, esa jornada la partida tendrá un horizonte mucho más amplio porque alcanzará a los dos grandes caudillos de la política nacional: el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y el líder de la oposición, Alberto NúñezFeijóo. A ambos les va mucho en este envite y los dos lo saben. Los analistas advierten que el sanchismo se la juega... pero el nuevoPP con Feijóo al timón de la nave, también.

El jefe del Ejecutivo necesita un buen resultado que le permita mantener el poder territorial que aún aguanta su partido para afrontar con garantías las generales de final de año con las que aspira a revalidar el sillón de la Moncloa.

A nadie se le escapa que la gran prueba de fuego del sanchismo son las elecciones de este año. Primero las municipales y autonómicas y luego las legislativas de fin de ejercicio. 

Sánchez tiene que confirmar si la nueva (y controvertida) versión del socialismo español, con su liderazgo personalista y su giro hacia posicionamientos cada vez más extremos, sale triunfante y coge una buena dosis de oxígeno o, si por el contrario, se ha quedado diluida ante la realidad de las urnas, que se encargarán de dictar sentencia, y ha llegado la hora de dar un giro drástico a la hoja de ruta.

Rememorando la popular frase de Shakespeare en Hamlet: «Ser o no ser, esa es la cuestión», para Pedro Sánchez se trata ahora de lo mismo: desmontar lo que su gran rival político pretende articular: la idea de que ha llegado un cambio de ciclo. 

Por eso Sánchez y Feijóo se han empleado a fondo en esta campaña, personalizándola como nunca y dejando, en muchos casos, como meros figurantes a sus candidatos municipales o autonómicos.

El PSOE defiende este 28-M un poder territorial importante tras los buenos resultados de los comicios de 2019 que difícilmente se podrán repetir ahora, según pronostican todas las encuestas...salvo las del CIS de Tezanos. 

 El puño y la rosa manda en nueve comunidades autónomas: Valencia (enormemente codiciada por su valor simbólico junto Castilla-La Mancha, Aragón y Extremadura) y cogobierna en una décima, Cantabria. Además, está presente en 23 de las 41 diputaciones, tres cabildos canarios, tres consells baleares y ejerce la vicepresidencia de Melilla. Capitanea 22 de las 50 capitales de provincia con el buque insignia que es Sevilla, tiene a 2.500 alcaldes con el bastón de mando y 22.500 concejales por todo el territorio nacional. 

Su diferencia con el PP hace cuatro años en las municipales fue amplísima, de 6,77 puntos y más de 1,5 millones de papeletas. El PSOE obtuvo el respaldo de casi 6.700.000 votos, mientras quel PP comandado entonces por Pablo Casado cayó hasta los 5.047.000.

Unas cifras que ahora el nuevo Partido Popular liderado por el político gallego quiere borrar de golpe y sin contemplaciones. 

Una única bala

«Si no lo consigo, no merezco ser presidente del partido». La frase la pronunció Feijóo durante un mitin de campaña y deja claro que su idea no ha cambiado: se la jugará a todo o nada. A cara o cruz. No se concederá una segunda oportunidad y si no consigue el triunfo en las legislativas se marchará, como ha dicho ya en más de una ocasión. 

El líder popular sabe que para que le funcione la bala de las generales -la única que guarda en el tambor- tiene que salir airoso en estos comicios de mayo, y eso significa no solo vencer en las locales sino arrebatar plazas importantes a los socialistas, territorios como Valenciana, Aragón o incluso Extremadura, además de capitales como Sevilla, uno de los grandes feudos de siempre de sus rivales.

 La disputa será para el PP y PSOE, durísima. Las encuestas pintan favorables a los populares pero el escenario sigue abierto. 

En Ferraz se aferran a que la izquierda podrá resistir, que lo hará mejor de lo que le auguran, porque la ciudadanía sabrá valorar las medidas del Ejecutivo por encima del «ruido«, porque la economía acompaña, el empleo funciona y no se ha producido el «apocalipsis» (ese término tan utilizado por Sánchez) que la derecha preconizaba.

El PP ha fiado su estrategia a una idea tótem que replica en cada punto de la geografía nacional: hay que «derogar el sanchismo» y hacer implosionar su fracturado Ejecutivo de coalición que considera en manos del secesionismo. 

La moneda gira en el aire y el domingo revelará una de sus caras.