Pocos lugares del mundo pueden presumir de lucir la custodia en su escudo. Desde hace más de 600 años, la localidad toledana de Yepes decidió pegarse a ella para no soltarla nunca. De ahí la magnitud de una procesión del Corpus Christi que le sitúa como una de las referencias de la provincia.
Desde hace semanas, se van colocando los toldos que sirven de palio infinito a Jesús Sacramentado, que en su custodia con el león rampante recorrerá las calles habituales: Mártires, Herrerías, José Antonio, Ancha y Plaza Mayor, antes de regresar de nuevo a la colegiata San Benito Abad.
Por todo el trazado, la hermandad de la Sacramental y algunos vecinos del municipio trabajan horas antes para colocar todos los adornos y elementos decorativos, como faroles, flores, reposteros y banderolas. Al paso de la carroza donde va la custodia, siempre permanece esa alfombra de juncos que es tradición, mientras que también se puede respirar ese olor característico a romero y otras hierbas esparcidas por algunos rincones.
Un león rampante sujeta la custodia. - Foto: Daniel Díaz JiménezPasadas las doce del mediodía de mañana domingo, comenzará a pisar la cortejo procesional, con la cruz parroquial y los ciriales abriendo paso. A continuación, los estandartes de todas las hermandades del municipio, y justo delante de la carrera, los niños que este curso han recibido la Primera Comunión. También los seises.
A mitad de la calle Mártires se realizará la primera de las paradas, para interpretar el llamado motete, por parte de la banda de música y el coro parroquial. Habrá tres más, una en cada calle, hasta atravesar la plaza Mayor, uno de los momentos más espectaculares. En años anteriores, se han preparado alfombras de sal justo en el centro. A un lado lucen los arcos del antiguo palacio arzobispal; y al otro, la monumental colegiata, que este año contará con unos andamios porque han arrancado hace poco las obras de rehabilitación de la techumbre.
Es un día de fiesta en Yepes, y, por eso, muchos fieles acompañan al Cuerpo de Cristo en la procesión. Otros prefieren verlo desde fuera, más como un acto de tradición. El caso es que desde aquel robo de la custodia en 1390 por parte de la comunidad árabe, el municipio toledano no quiere separarse de su custodia. Está pegada como ese león rampante que simboliza la defensa a ultranza de la fe, y que costó un buen número de bajas.