Por todos es sabido que en este mes de septiembre múltiples localidades toledanas celebran las fiestas de sus patronos y advocaciones marianas más importantes, como así viene informando puntualmente La Tribuna. Desgraciadamente desde tiempo inmemorial estos días no solo son aprovechados para celebrar momentos festivos y de ocio, sino que también los amigos de lo ajeno campan a sus anchas, sabiendo que muchos hogares y establecimientos permanecen vacíos ya que la mayor parte de los vecinos se encuentran presenciando los actos religiosos, procesiones, verbenas, etc. Desde muy pequeños todos hemos oído casos de familiares o amigos que han sufrido robos durante momentos puntuales que han coincidido con las ferias y fiestas; efectivamente esto no es nada nuevo y por ello recuperamos hoy varias noticias sucedidas hace exactamente un siglo, que nos sirven para extremar las precauciones a la hora de cerrar convenientemente nuestras casas y propiedades, para evitar en la medida de lo posible la entrada de intrusos y ladrones.
Comenzamos con un caso recogido en la prensa toledana de 1923, en el que se informa de lo sucedido en la localidad de Calera durante la noche del sábado 15 de septiembre. Como era habitual los vecinos se encontraban participando de los actos de las vísperas de las fiestas anuales y más concretamente disfrutando de los fuegos artificiales en la plaza, cuando dos ladrones penetraron por la parte posterior de la casa, enmascarados y armados con pistolas, llegando hasta la habitación donde se encontraban los dueños de la casa, don Juan y don Vicente Revilla, los cuales se despertaron ante la desagradable visita y debido a su avanzada edad no pudieron defenderse de los ladrones; éstos pusieron en el pecho de los dueños sus pistolas exigiéndoles que entregaran todo el dinero que tuvieran en la casa. La cantidad robada ascendió a 1.527 pesetas y como pueden suponer, en esta localidad se formó un gran revuelo debido a la sorpresa de todos y al temor de que estos cacos volvieran a actuar en otros domicilios. En el periódico La Correspondencia de España, se informó el día 20 de septiembre de que se había detenido a una sirvienta de los dueños, por sospecharse que ésta había facilitado el acceso de los mismos a la casa, aunque hasta donde informa la prensa no se había detenido a los culpables.
Le toca el turno a la localidad de El Carpio de Tajo, donde hace también un siglo sucedió un robo en la casa del farmacéutico don Celedonio Gómez Olmedo, persona muy conocida en la localidad ya que además en aquel año 1923 había financiado la urbanización de la glorieta, rodeándola de una serie de tapias y colocando unas farolas alrededor de la misma y plantando igualmente ocho hermosas acacias. El caso es que don Celedonio se encontraba con su esposa rezando el rosario, cuando algunos de sus criados aprovecharon para robarles 9.900 pesetas, es decir una muy cuantiosa cantidad de dinero. La policía detuvo a los sospechosos, llamados Maximiliano e Isabel, los cuales, ante la presión de la autoridad, confesaron de lleno su delito y devolvieron toda la cantidad robada.
En el diario El Sol de aquel mismo mes de septiembre de 1923, aparece otra noticia sobre la detención de una vecina de Espinoso del Rey, llamada Tomasa F., a la cual habían acusado de robar 150 pesetas de la casa en la que estaba sirviendo en Madrid. En resumen, los ladrones no desperdician ningún momento ni ninguna oportunidad para hacer de las suyas. Recuerden como solo hace unos días algunos desaprensivos aprovecharon el desastre de la DANA en algunos pueblos toledanos, para entrar en casas ajenas y cometer robos y saqueos; una actitud que no tiene calificativos y que demuestra que no debemos descuidar la seguridad de nuestros hogares en ningún momento y mucho menos durante las fiestas y celebraciones de nuestros pueblos, ya que como nos enseña la historia, todo momento es bueno para apropiarse de lo ajeno.