El niño volvió a 'asesinar'

Diego Izco (SPC)
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De Bruyne celebra en el Bernabéu el gol del 1-1 en la semifinal de la Champions. - Foto: Europa Press

Kevin no iba a jugar. Pero a Kevin le encanta el fútbol. El 'asesino con cara de niño', el mote que le pusieron a Solskjaer, disfruta tocando la pelota y la pelota disfruta cuando Kevin la mima, porque otros la tocan o la descosen o le meten el pie con desdén. Pero Kevin mima casi cada balón, incluso ese que golpeó con rabiosa violencia y exquisita precisión y llegó a las redes de Courtois -un paisano que la intuyó sin verla- como si quisiera arrancarlas del sitio. Kevin no iba a jugar porque llegaba 'tocado', pero jugó, marcó, se llevó el 'MVP' y equilibró un conmovedor Madrid-City. 

De Bruyne lleva este curso 10 tantos y 27 asistencias. Va a por el récord legendario de Messi, cuando repartió 31 pases de gol en la 14/15. Como Leo, «ve cosas que otros no pueden ver en el campo», decía Pep Guardiola. El de Santpedor sabe que 'KdB' es uno de los dos o tres responsables de que su plan funcione. Es el tipo que es veloz sin parecerlo, fuerte sin aparentarlo, genial sin despeinarse. Un jugador inmensamente inteligente que irrumpe en los momentos precisos. «El mejor 'playmaker' del mundo», describió su exseleccionador, Roberto Martínez: recientemente fue elegido Balón de Bronce (2022), centrocampista del año por la FIFA (2020), mejor creador de juego de la Premier League (2018 y 2020) y máximo asistente de la competición británica (2017, 18 y 20).

La leyenda del pelirrojo que vive el partido aparentemente enfadado nace en un niño de físico frágil, crecimiento tardío, carácter tímido primero y explosivo después. Forjó su carácter luchando contra niños que le sacaban dos cabezas. Forjó su técnica intentando sobresalir por encima de la exuberancia física de los demás. Forjó su diestra en la adversidad y su zurda en el jardín de un amigo, intentando no romper las macetas de su padre. Ronny van Geneugden, fundador de la academia del Genk (de la que salieron otros como Courtois u Origi), lo tuvo claro: «Algunos compañeros tenían un talento comparable al suyo, pero él tenía la mentalidad necesaria para triunfar». 

Difícil carácter

Tras su segundo año en la academia, regresó a casa llorando. La familia de acogida con la que vivía en Genk «no quería volver a verle». ¿El argumento? «Porque eres como eres». Un carácter retraído, difícil, obsesivo, sin sonrisa, cercano al 'niño Asperger', capaz de patear el balón contra una pared durante horas y horas. Incluso sus propios compañeros le miraban con recelo: su carácter ganador le llevaba a corregir en pleno entrenamiento el movimiento de uno de los suyos. Lo hacía a los 14 años… pero lo sigue haciendo hoy. Es un entrenador sobre el césped y un tipo que solo es feliz si todo a su alrededor funciona al 100 por 100. Incluso en el Chelsea chocó con José Mourinho, quien prácticamente le relegó a un papel secundario y llegó a hablar del belga como «un niño molesto». 

Ni siquiera Mourinho logró cortarle las alas. Rememoró los tiempos de la felicidad, siempre alrededor de un balón y siempre con el '17' en la espalda. Su vuelta a la Bundesliga (Wolfsburgo) redescubre al genio de la medular y el City, en la 15/16, decide señalarlo como su nuevo jugador franquicia. Al año siguiente, además, Guardiola da un paso más allá y decide que la metamorfosis del chico continúe: lo convierte en su escudero y prolongación propia sobre el césped. El jugador que «es como es», que «ve cosas que otros no ven», que envía balones envueltos en papel de caramelo a sus delanteros o misiles teledirigidos al ángulo donde nacen los sueños. O la esperanza de tumbar al Madrid.