Una leyenda y un cristo de los toledanos

J. Monroy
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Fernando Lorenzana repasa la actualidad de la leyenda, parte ya de la historia de la ciudad, momentos antes del traslado del Cristo de la Vega a la Catedral Primada, fuertemente arropado

Una leyenda y un cristo de los toledanos - Foto: VÁ­ctor Ballesteros

La sombra del Cristo de la Vega ya se ha hecho patente por las calles de Toledo. Lo ha hecho en un tranquilo atardecer, de temperatura amable y de algo de viento que arrastraba, hasta hacer molestas en ocasiones, las semillas de olmo.

El buen tiempo quizás también influyó en la presencia de fieles en la basílica del Cristo, desde momentos antes de su traslado a la Catedral. Fueron bastantes los que se quedaron fuera durante la misa y el pregón, ofrecido en esta ocasión por Fernando Lorenzana.

Lorenzana, en su día también pregonero de la Semana Santa, habló de la leyenda, para explicar que «el Cristo de la Vega no es sólo una leyenda sino los pasos de nuestra propia realidad». Porque «todos somos Inés o Diego de la leyenda; Inés mientras se ahogaba en su desesperanza, sólo encontraba consuelo en su Cristo de la Vega; A Diego el orgullo le había transformado y le había hecho olvidar su juramento de amor». Y ante el acontecimiento excepcional de lo narrado, «Inés y Diego renunciaron a las vanidades de este mundo y entraron en sendos conventos. Aquí finaliza la leyenda, pero seguramente lo más importante de la vida de Diego e Inés comenzó aquí, en el convento, en el encuentro permanente con un Dios que los unió y les hizo más felices que con todas las añoranzas y deseos de verse, de amarse, de sentirse cerca». Todo forma parte de la historia de la Iglesia de Toledo y de esta Cofradía.

Via Crucis. Tras sus palabras, arrancó el traslado de la imagen, que partió, como ocurre desde hace nueve años, desde su basílica, para recorrer, rezando las estaciones del Via Crucis por la pasarela en zig-zag, hacia la puerta del Cambrón, Reyes Católicos, calle Ángel, Santo Tomé, Trinidad, Arco de Palacio y la plaza del Ayuntamiento.

En su traslado a la Catedral, la imagen no iba sola. Un numeroso grupo de fieles acompañó a los cuarenta portadores. Porque la talla del Cristo de la Vega fue portada desde su ‘casa’, en unas sencillas andas, por un total de 40 cofrades, que fueron haciendo turnos de ocho, dada la complejidad del recorrido, especialmente por el zig-zag de la Cava, en su subida al Casco. Un momento especialmente bonito y emocionante se vivió cuando la imagen entró al patio del convento de clausura del San Antonio, algo que ocurre desde hace tres años.

También lo es, cada año, el encuentro con el Cristo Cautivo, que arranca en torno a las nueve la procesión del Lunes Santo toledano. El acceso del Cristo a la seo metropolitana se produce, desde que volviese a recorrer en 2008 las calles toledanas este lunes Santo, por la puerta Llana. En la Catedral permanecerá hasta las doce de la noche del Jueves Santo, cuando saldrá en procesión para regresar finalmente a su templo, a los pies del Tajo.