El ingeniero Domingo de Aguirre y sus planos del alcázar (I)

José García Cano*
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En el plano del alzado del edificio se puede apreciar como en su muro sur se encuentra adosado el desaparecido convento de Capuchinos, comunidad que se trasladó a este lugar a mediados del siglo XVII después de ocupar el Cigarral del Ángel

Plano número uno del alcázar de Toledo, obra de Domingo de Aguirre en 1767. - Foto: Biblioteca Nacional de España

El alcázar de Toledo es un símbolo indiscutible de la ciudad y en torno a él ha transcurrido la historia de la capital regional siendo ocupado en diferentes momentos por reyes, infantas, nobles y hasta pobres menesterosos, cuando el cardenal Lorenzana lo transformó en la Real Casa de la Caridad; este prelado había solicitado al rey que se le concediera el edificio del alcázar de Toledo para instalar en él la Real Casa en la que solucionar el problema de la mendicidad y de paso, ocupar a sus inquilinos en diversos oficios, entre ellos el trabajo textil y de la seda, tan habitual en la artesanía toledana. Y precisamente en este contexto de la década de los 60 y 70 del siglo XVIII, es cuando se trazan una serie de planos que se atribuyen a un interesante personaje llamado Domingo de Aguirre Jiménez, Alférez de Carabineros e ingeniero militar que desempeñó diferentes cargos en los que dejó clara su vocación, profesionalidad y saber hacer. En alguna ocasión hemos traído a estas líneas a Domingo de Aguirre, ya que es el autor de una obra imprescindible para la historia de algunas localidades toledanas del sur de la provincia; nos referimos al libro Descripción histórica del Gran Priorato de San Juan Bautista de Jerusalén en los reinos de Castilla y León (1769), un interesante trabajo que detalla la creación e historia del conocido como Campo de San Juan y de los catorce enclaves que lo conformaban, algunos de la provincia de Toledo y otros de la de Ciudad Real. Lo interesante de este trabajo es que Aguirre no solo explora el riquísimo archivo histórico de la orden de San Juan del castillo de Consuegra, si no que lo ilustra con diferentes grabados y dibujos que demuestran sus capacidades artísticas.

Domingo Antonio de Aguirre Jiménez nació en Orán (Argelia) el 13 de mayo de 1741, ya que su padre -Carlos Aguirre- estaba destinado en esta localidad argelina como contador general. Domingo accedió como cadete en la Compañía de Artilleros minadores de Orán en mayo de 1757, como ingeniero voluntario y se formó en la escuela de matemáticas, participando además en diversos combates en aquel continente. El 28 de enero de 1762 pasó a la Real Brigada de Carabineros, donde ascendería a alférez y se le reconoció como ingeniero distinguido. Poco después se le nombró subteniente con el empleo de ayudante de ingeniero. Sería en 1766 cuando ingresa con el empleo de teniente e ingeniero extraordinario en el Real Cuerpo de Ingenieros, donde recibiría varias comisiones muchas de ellas relativas a caminos, puertos, arquitectura civil y otras destinado en el Campo de San Juan como indicábamos anteriormente, alguna más en Aranjuez y los Reales Sitios y una de ellas en el alcázar de Toledo, cuando se van a ejecutar una serie de obras en el edificio. Aguirre dibujó cuatro planos (que sepamos) en los que podemos descubrir las diferentes plantas del alcázar con algunos detalles curiosos de este emblemático edificio toledano, que pasamos a detallar.

Los cuatro planos a los que nos referimos están datados en 1767 y se encuentran digitalizados dentro de los fondos de la Biblioteca Nacional de Madrid, aunque se conservan otras copias y versiones en diferentes archivos madrileños. Se trata de cuatro dibujos sobre papel verjurado, realizados a pluma, pincel, compás y tinta china, firmados (al menos los de la Biblioteca Nacional) por Domº Aguirre y con una escala de 45 varas castellanas. En el plano señalado con el número uno y que reproducimos junto a estas líneas nos encontramos con un alzado del edificio, en el que se puede apreciar como en su muro sur se encuentra adosado el desaparecido convento de Capuchinos, comunidad que se trasladó a este lugar a mediados del siglo XVII después de ocupar el Cigarral del Ángel. No olvidemos que, bajo este convento, según muchas crónicas, se encontraba la cueva en la que estuvo encerrada en época romana Santa Leocadia, lugar donde fueron inhumados ya en el siglo XIII los cuerpos de los reyes visigodos Wamba y Recesvinto. De hecho, frente a la fachada sur del alcázar se encontraba -según el plano- la plaza de Capuchinos y haciendo frente a la parte sur del convento del citado convento de Capuchinos, la calle Santa Leocadia, una pista más sobre la ubicación en este lugar de la anterior cripta de esta santa. Por lo que respecta a la fachada este del alcázar, nos encontramos con una parte del Paseo de Cabestreros y con otra parte del convento de Capuchinos que servía como huerta para siembra del convento, como bien indica el texto del plano y como nos informó hace décadas nuestro querido Julio Porres Martín-Cleto en uno de sus trabajos. En la parte este del jardín de los capuchinos se situaba la calle de Santiago, llamada así por encontrarse en ella el hospital de Santiago, que perteneció a la orden militar del mismo nombre y cuyo uso desde el siglo XVI fue el de atender a los enfermos sifilíticos o del mal gálico. Este hospital sería demolido en 1884 para construir sobre su solar un picadero y otras dependencias de uso militar. Desde esta calle había un carril peatonal que la comunicaba con la bajada del Carmen, como podemos apreciar en el plano de Aguirre.

En la leyenda del plano y a modo de título se indica que se trata de unos planos «que manifiestan el estado en que se halla el Alcázar de Toledo según el reconocimiento hecho por el Excmo. Señor Duque de Huéscar, en 3 de septiembre de 1767». También se indica que tiene cuatro torres que lo flanquean y que la entrada y frente principal están en la fachada norte. En la fachada sur había diez arcos que servían de pórticos, aunque estaban tapados y abiertas ventanas en los claros para dar luz a las bóvedas y escalera. El espesor de sus muros es robustísimo y están en muy buen estado. En cuanto a la descripción del plano, con la letra A se dice que había una bóveda con 52 pesebres para caballos; con la letra B, 44 pesebres y con la C, 48 pesebres con muy buena luz. En la fachada oeste aparece la calle de la Bola, curiosa vía que hoy sería la Cuesta de Carlos V. Al finalizar aquella y estrechándose de manera considerable la calle de la Bola encontramos en el plano un pequeño y estrecho callejón, que estaría situado en lo que hoy es entrada a la Biblioteca Regional de Castilla La Mancha, denominándose callejón del Alcázar, que desembocaría a la citada Plaza de los Capuchinos.

*José García Cano es académico correspondiente en Consuegra de la Real Academia de Bellas Artes y Ciencias Históricas de Toledo.