Editorial

La histórica subida de tipos y las dudas para controlar la inflación

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El BCE acometió ayer la mayor subida de los tipos de interés de su historia, con un repunte del 0,75%, que, sumada a la registrada en el mes de julio, deja el precio del dinero en la eurozona en el 1,25%. La entidad que preside Christine Lagarde optó por el alza más contundente de las dos opciones que se barajaban, con el objetivo de poner freno a una inflación disparada que parece no tocar techo y de tratar de reforzar a la moneda comunitaria, que ha ido perdiendo fuelle frente al dólar, hasta situarse por debajo de la divisa norteamericana, lo que influye de manera negativa en la balanza comercial del Viejo Continente con Estados Unidos. 

Pese al movimiento de la institución monetaria europea, que sigue la estela de la FED, la espiral inflacionista podía continuar a corto plazo, aunque se prevé que el aumento del precio del dinero provocará, en teoría, un efecto dominó, haciendo que el consumo baje y, por ende, que los precios caigan o, al menos, se mantengan. La medida va a tener un efecto directo en el crecimiento económico de la eurozona, que es muy probable que caiga en recesión antes de que finalice el presente ejercicio; aumentará la carga financiera de los distintos agentes económicos, influyendo de manera directa en el consumo de los hogares, la financiación de las empresas y haciendo mella en aquellos países con los niveles de endeudamiento más elevados, como es el caso de España.

La intención del BCE es rebajar la inflación al entorno del 2 por ciento, por lo que, como advirtió Lagarde en su comparecencia, se acometerán las subidas de tipos que sean necesarias para lograr este objetivo. Sin embargo, no está claro que esta política monetaria tan agresiva sirva para contener al IPC, cuyos niveles están condicionados por la carestía del precio de la energía, que acaba afectando a toda la cadena de producción. 

La subida del precio del dinero va a tener un efecto directo en las hipotecas de tipo variable -el Euríbor ya está en máximos de la última década- y, en este sentido, uno de cada cinco ciudadanos con un préstamo de estas características no podrá hacer frente a los pagos. 

El BCE ha movido ficha sin saber a ciencia cierta si se obtendrán los resultados esperados. Estas dudas generan incertidumbre en el mercado y ahora habrá que esperar a comprobar si la política monetaria consigue controlar una espiral inflacionista o todo se complica aún más, con mayor presión sobre familias y empresas, y con la sombra de la recesión que cada día es más alargada.