Uno de los éxitos de la izquierda es haber conseguido generalizar un marco mental según el cual en España hay extrema derecha (Vox) pero no su contrapartida: la extrema izquierda que en puridad es lo que representa Podemos. Ganada la batalla del lenguaje, el paso siguiente fue etiquetar como "populistas" a grupos de reconocida ideología comunista.
Así las cosas, cuando el PSOE de Pedro Sánchez pactaba con Podemos o procuraba alianzas parlamentarias con ERC o EH Bildu, el acuerdo era presentado como un "pacto progresista", mientras que el pacto en Castilla y León entre el PP y Vox daba pie para declarar "alarma antifascista". Otro tanto está ahora en pantalla a raíz del acuerdo alcanzado en Valencia entre el PP y Vox para formar gobierno dando por finalizada la presidencia del socialista Ximo Puig que durante los últimos años estuvo al frente de la "Generalitat" gracias al apoyo de Podemos y Compromís, todos ellos "populistas".
Es fácil prever la campaña que se le viene encima a Alberto Núñez Feijóo a partir del pacto valenciano. Ya pasó por algo similar a raíz del pacto en Castilla y León. Nada es inocente en esta pugna porque lo que está en juego es el poder. Ahora el cambio de ciclo de poder en las autonomías y ayuntamientos en los que el PSOE fue derrotado en las elecciones de mayo con la expectativa de lo que pueda suceder el 23 de julio. Parece claro que sí Núñez Feijóo ha dado el visto bueno al acuerdo con Vox que permitirá a Carlos Mazón ser el nuevo presidente de la Generalidad Valenciana es porque, pese a la presión ambiental -política y mediática, el "marco mental"- debe haber tenido muy presente que en Castilla y León un año después del acuerdo del PP con Vox, los populares en términos generales ganaron las elecciones municipales con casi cinco puntos más que en 2019 y el PSOE perdió dos puntos.
Todo aquel gran revuelo montado a escala nacional alrededor de aquel pacto fue juzgado de manera diferente entre el foro -"alarma antifascista" y los electores. Ya estamos viendo y escuchando en tertulias y declaraciones de políticos algo similar a propósito del pacto de Valencia. Pero Feijóo ha dado el paso y hasta llegar al 23 de julio durante los próximos cuarenta días caerán sobre él todo tipo de descalificaciones. Lo ocurrido en Valencia es munición para Pedro Sánchez pero a la hora de votar los ciudadanos tienen memoria, como se ha demostrado en las elecciones de mayo. Tal parece como que el miedo a Vox ya no cuela.