Ignacio Ruiz

Cabalito

Ignacio Ruiz


Arriba las manos: esto es un rescate

15/08/2020

Pues sí, se consuman los peores presagios. Sánchez e Iglesias se arrogan la capacidad de gastar el dinero propio y el ajeno. Tras obtener un porrón de millones de Europa, no se sabe la razón por la que les tiene que sisar los remanentes a los municipios.
Claro, que leer las explicaciones de la concejala tributaria de Toledo no es más que un ejemplo de que se cree el ladrón que todos son de su misma condición. No es una incautación, dice, pero es forzosa. No es apropiación indebida, pero es sin consenso. Y a un tipo de interés positivo. O sea, las regiones no pueden emitir deuda pública en los mercados internacionales, pero el Estado tampoco, simplemente la obtiene sisando a las administraciones inferiores.
A España le ha prohibido emitir deuda la Unión Europea una vez que se ratificó el acuerdo, milmillonario, pero hasta que llegue esa saca dineraria, tendrá que hacer ‘il sacco di Roma’, saquear las arcas de los municipios y herir de gravedad su futuro financiero.
No hagan obras, ya son hasta anti-keynesianos, no hagan acopio de productos de primera necesidad, no se vacunen, no rían, no lloren, no fumen, no respiren. Esos son los mensajes que nos envían. En pocas semanas, dado el descontrol al que nos han conducido, no seremos yo sino nuestro vecino.
Las tretas, las malabares dialécticas y las cortinas de humo son como los teloneros de los grandes grupos en concierto. Meten buena tralla para calentar al personal, y cuando ya está todo a punto para la apoteosis, sale lo que tiene que salir: el gran espectáculo. Y ese momento culmen lo veremos enseguida.
El cierre de España, cono tal, está al caer, y el telonero es Sánchez e Iglesias es el guardián de la puerta.
Mucho me temo que tomar las riendas de cualquier administración, sea del nivel jerárquico que sea, es y será un verdadero quebradero de cabeza por la situación en la que lo dejan. Se ha conseguido lo imposible: el sistema ha muerto. Lo han quebrado. No va a quedar nada para nuestros hijos. Ya no habrá con qué poder explicarles lo bien que nos dejaron vivir nuestros padres.
Y el que no esté de acuerdo, ya tiene prohibido emigrar, ¡hala!