La democracia española, tal y como se conoce, debe parte de sus características a la figura de Clara Campoamor. El relato de su historia es casi institucional, al tratarse de la parlamentaria que consiguió convencer a las Cortes Constituyentes Españolas de implantar el sufragio universal en 1931, es decir, que las mujeres también tuvieran derecho al voto.
Por todo esto que rodea a la figura y para dar a conocer muchos detalles más sobre ella y su trayectoria, la Biblioteca de Castilla-La Mancha acogió ayer a Isaías Lafuente, periodista y escritor galardonado con premios como el 'Miguel Delibes' o el 'Ondas', entre otros, para conocer los análisis e investigaciones que él mismo ha realizado sobre Clara Campoamor.
Acompañado de otro periodista como Félix Amaya, que ejerció de moderador para que la cita no se convirtiera en un monólogo, Isaías Lafuente reveló que decidió escribir sobre la defensora del sufragio universal porque cuando investigaba sobre los presos republicanos en la dictadura franquista únicamente hallaba nombres masculinos. Sus trabajos acabaron reconduciéndole inevitablemente hacia el papel que jugó en los años 30 la protagonista de este coloquio.
Narró los orígenes de Clara Campoamor, obligada a dejar la escuela a los ocho años de edad para ayudar a su madre tras el fallecimiento de su padre, y cómo decidió retomar sus estudios después de pasar por diversos trabajos. Lafuente señaló que se matriculó en el Bachillerato a los 32 años y en la Facultad de Derecho a los 34, «cuando la esperanza de vida era de 50 años en aquella época».
Con ello, el periodista contó que pese a ser ya una «abogada reconocida en Madrid» llegó a las Cortes «por una extravagancia de la época», que consistía en que pese a que las mujeres no podían votar «porque decían que era muy complejo cambiar el censo», sí que decidieron que tuvieran representación, siendo el caso de Clara Campoamor, Victoria Kent y Margarita Nelken, como las únicas mujeres de un total de 470 diputados.
Isaías Lafuente elogió la cámara de aquella época, «sin menospreciar a los representantes actuales», porque la componían «la flor y nata de la sociedad o la crema de la intelectualidad». Sin embargo, Lafuente reveló que Campoamor tuvo que escuchar en el debate sobre el voto femenino «que éstas no podían votar porque estaban histéricas», de boca del prestigioso médico Nóvoa Santos o que «deberían votar a partir de los 45 años cuando se les pasara la histeria con la menopausia», por voz del abogado Manuel Hilario Ayuso. Asimismo, otra mujer como Victoria Kent «defendía «el criterio de la oportunidad», planteando una misma lucha, pero dudando de si las mujeres estarían o no preparadas», lo que perjudicaría a la República española.
Finalmente, Campoamor convenció a la mayoría suficiente de diputados para aprobar el sufragio femenino sin el apoyo de su partido, el Partido Republicano Radical, pero sí con gran parte del apoyo socialista, lo que la llevó a acabar dimitiendo de sus filas.
Teniendo en cuenta que la conferencia celebrada en la biblioteca del Alcázar se denominaba 'El legado vivo de Clara Campoamor', Lafuente destacó que su legado no fue sólo la consecución del voto femenino, sino su lucha por la igualdad en lo laboral, en la conciliación y hasta en la investigación de la paternidad. Pero, sin duda, el periodista recalcó su legado personal, porque «no se resignó al papel que le tenía reservado el mundo». Además, señaló que pudiendo conformarse con el criterio de la oportunidad, brindándose una larga carrera política, «apostó por el criterio de la justicia y se jugó su trayectoria por sus principios».
Por hacer un guiño al contexto político actual, Isaías Lafuente recordó que «todos los privilegios que hoy tenemos se aprueban con 176 votos, es decir, de la noche a la mañana», de modo que concluyó que si la mujer a la que calificó como «imponente» se levantara de la tumba diría: «ojito con eso», bromeó el periodista en su cita en Toledo.