Críticas por los tapices del Corpus bajo la luvia

J. Monroy
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Francisco Cerro apuntó la víspera que la decisión estaría en manos de los técnicos. Fuentes del Arzobispado confirman que «se pusieron porque se podían poner»

Imagen de uno de los tapices empapados por el agua. - Foto: Yolanda Lancha

Son tapices con consideración BIC, donados en 1700 por el entonces cardenal de Toledo y valido de Carlos II, Luis Manuel Fernández Portocarrero. Los tapices de las series 'Apoteosis de la Eucaristía' u 'Obispos Toledanos', entre otros, están normalmente en el museo del colegio Infantes y son parte de la decoración habitual de la procesión del Corpus en Toledo. Su colocación, colgando de los muros de la Catedral en el exterior, ya había sido motivo de crítica en ocasiones anteriores, pero este año lo ha sido con más fuerza, dada la previsión de lluvia, que a la postre se consumó.

Preguntado por esta circunstancia en la víspera, durante la Ofrenda Floral de diversos colegios de Toledo, el arzobispo, Francisco Cerro, apuntó que la decisión de colgar los tapices «es de los técnicos, a ver si dicen si se pueden estropear. Pero que se ponga todo lo que se pueda poner sin que se estropee. El problema es en aquellas cosas que sean patrimonio, un poquito más delicadas». Tras la polémica este viernes, fuentes del Arzobispado han confirmado que los tapices «se pusieron porque se podían poner». Fue con el visto bueno de la persona que tenía que tomar la decisión. Sin querer entrar en la polémica, apuntan que de no haberse colgado los tapices, seguro que habrían surgido también voces que lo criticaran. Otras fuentes consultadas por este diario también han apuntado que estos tapices «están para lo que están, decorar la calle en ocasiones especiales», y quizás lo importante sea poder secarlos bien. Además, el actual deán de la Catedral, Juan Pedro Sánchez, fue durante años el canónigo encargado del Patrimonio, bajo cuyo mandato se restauraron muchos tapices. Es decir, es conocedor de estas circunstancias.

Pero ha habido varias críticas por haber colgado los tapices, que llegaron desde el propio jueves a través de diversas redes sociales, sobre todo después de que el público contemplara que había zonas de algunos tapices empapados por una columna de agua. Grupos de Facebook como Demandas Vecinales recogieron esas críticas, a las que se unió la Plataforma 'Toledo. Sociedad, patrimonio y cultura'. Más tarde, también el historiador Felipe Vidales lanzó la crítica por Instagram.

CRÍTICAS.

Apunta el catedrático Antonio Zárate desde la Plataforma que la mayoría de estos tapices son de los siglos XVI y XVII, «de enorme valor». A su juicio, «colgarlos, conociendo las previsiones de lluvia, creemos que es muy peligroso, arriesgado, provocar un daño innecesario. Aún teniendo en cuenta la importancia de la fiesta y la tradición, se dieron circunstancias muy especiales, por ejemplo, en Sevilla, la procesión no salió a la calle porque preveían que iba a haber lluvia y es una fiesta tan arraigada como la toledana».

Entonces, por prudencia, «entendemos que esos tapices se debían haber retirado», apunta Zárate convencido de que, en contra de lo que dicen otras voces, estos tapices centenarios sí sufren daños por el agua «porque son muy antiguos y de enorme valor, como demuestra que están expuestos en el museo». Porque, argumenta, ya no es solo la lluvia, sino también las partículas que arrastra, que terminan impregnadas en el tapiz, «claro que ocasiona un daño, porque no son unas telas vulgares que se mojan y luego se secan». Seguro que quedan manchas en estos tapices de tanta importancia patrimonial.

Por su parte, el historiador Felipe Vidales incide en el hecho de que Portocarrero pidió expresamente en la donación que no se dejaran estropear estos tapices mojándolos o sacándolos al raso.

Según recuerda el historiador, estos tapices fueron un regalo que el cardenal hizo en 1700 como una serie de ofrecimientos que entregaba casi cada año a la Catedral, en la línea de otros arzobispos y otras donaciones. Y no se hacía por el Corpus, sino para las fiestas del 15 de agosto, por la patrona. Así se conoce porque de todas estas donaciones se fue dejando registro en un inventario que se conserva en el Archivo Capitular y que fue publicado por Ángel Fernández Collado.  

A partir de ahí, la noticia que se refiere al cuidado de los tapices se conserva en las Actas capitulares de julio de 1699 a agosto de 1702. Lunes 31 de enero de 1701 (Archivo Capitular). Recoge la donación «de seis paños de Bruselas, que su historia parece ser el Triunfo de la Iglesia que dedica y ofrece su Excelentísima para el culto y servicio de esta su Santa Iglesia, para que se cuelgue en el claustro de ella el día de la Purificación de Nuestra Señora y para el adorno de la nave en que se hace y forma el monumento». Se acordó que el obrero mayor cuidara que se ejecutara la voluntad del cardenal, «y que no se ponga la dicha colgadura en la calle para excusar se maltrate y menoscabe con las aguas sol y aires».

Para Vidales, además, parece claro que si estos elementos forman parte del museo de Tapices, son bienes de interés cultural. A partir de ahí, se plantea incluso la legalidad de haberlos sacado a la calle en un día de lluvia.