Ningún parque fotovoltaico a 1 km. de un nido de imperial

L.G.E.
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El borrador del Plan de Recuperación de esta águila incluye limitaciones a las instalaciones de plantas solares y zonas de «exclusión eólica» en las áreas catalogadas como críticas

Castilla-La Mancha tiene 391 parejas de águilas imperiales ibéricas, que son la mitad de todas las que quedan en la Península. - Foto: Rosa Blanco

El águila imperial ibérica ha estado a punto de desaparecer. En 1992 solo quedaban treinta parejas en Castilla-La Mancha. En este caso la evolución ha ido a mejor y con los datos del censo de 2021 y 2022 ya son 397 las parejas que hay en la región, que además es una de las zonas claves para la supervivencia de esta especie, pues se estima que la mitad de los ejemplares que hay en la Península están aquí. 

Al ser una especie en peligro de extinción, Castilla-La Mancha está obligada a tomar medidas para protegerla y que su población siga en aumento, algo que debe plasmar en un Plan de Recuperación. En 2003 lo aprobó, pero la Junta considera que ha llegado el momento de revisarlo y adaptarlo a una nueva situación, en la que por ejemplo, se presta especial atención a la amenaza de instalaciones que están en expansión como las plantas de energías renovables, ya sean de parques eólicos o fotovoltaicos.

En estos momentos está en información pública el borrador del decreto del Plan de Recuperación. Todavía no se puede decir, por tanto, que sea el texto definitivo. Sin embargo ya da una idea de por dónde va el Gobierno regional. Una de las medidas que plantea es la prohibición de instalar un parque fotovoltaico en un radio inferior a un kilómetro de un nido de águila imperial ibérica. El objetivo es «garantizar la tranquilidad de la especie en el periodo crítico de reproducción y reducir el riesgo de pérdida de puestas y de pollos».

Las áreas críticas para el águila aparecen marcadas en rojo y las de dispersión en azul. Las áreas críticas para el águila aparecen marcadas en rojo y las de dispersión en azul. En un radio de un kilómetro y medio se procurará que sea una «superficie libre de instalaciones fotovoltaicas», al ser la zona de cazadero inmediato al nido. Ahora bien, el decreto permitiría autorizar un parque fotovoltaico siempre que no excediera del 10 por ciento  de la superficie incluida en ese radio y siempre que esté en la franja entre el kilómetro y el kilómetro y medio. Eso serían 39 hectáreas de placas.

La misma medida se va ampliando progresivamente conforme. Entre el kilómetro y medio y los dos kilómetros y medio se permitirá hasta un 20 por ciento de superficie, que son 251 hectáreas. Entre los dos kilómetros y medio y los cinco kilómetros, se deja ese permiso en u n10 por ciento y 589 hectáreas. Para saber dónde están los nidos, una de las medidas incluidas en el Plan es la «localización y vigilancia de los puntos de nidificación de la especie». 

El borrador también incluye limitaciones a los parques eólicos. En este caso se basa en una catalogación de zonas. Por un lado están  las áreas críticas, que en el mapa que acompaña esta información están pintadas en rojo. Son casi 150 términos municipales de Toledo, más de 70 en Guadalajara y Ciudad Real, una treintena en Albacete y 17 en Cuenca. Las zonas críticas son el hábitat de esta especie, así que son cruciales para su reproducción. Serán «zonas de exclusión eólica», pues no podrá haber aerogeneradores que utilicen aspas (hay ya una tecnología de molinos que no necesitan aspas). 

Las zonas de dispersión, marcadas en azul claro, son también importantes, pues rodean las áreas críticas con lo cual pueden ser colonizadas por parejas jóvenes. Aquí se podría llegar a autorizar parques eólicos, pero con un exigente impacto ambiental que deberá identificar las zonas de campeo y nidificación.

El borrador incluye otras actuaciones como la instalación de medidas protectoras en líneas eléctricas aéreas, la prohibición de sobrevolar con aeronaves los nidos a menos de 500 metros en la época de  reproducción, la plantación de árboles de ribera de crecimiento rápido para favorecer zonas de nidificación o la posibilidad de limitar la caza de conejo, su principal alimento, en el caso de que hubiese un descenso alarmante de su población.