La Santa Sede se asoma al futuro

Agencias
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El fallecimiento de Benedicto XVI pone fin a una etapa insólita en el Vaticano, en la que durante casi una década han convivido en armonía dos Pontífices

El Santo Padre se mostró muy apenado durante las honras fúnebres de su predecesor en el trono de Pedro. - Foto: Reuters

Con la poderosa imagen de Francisco posando sus manos sobre el féretro de Benedicto XVI tras su funeral en la Plaza de San Pedro concluía ayer la llamada era de los dos Papas. En un primer momento, cuando Ratzinger renunció al Pontificado en 2013, hubo sorpresa en el corazón vaticano, sin embargo, poco después se consiguió un importante equilibrio entre las dos áreas que conviven en la Santa Sede, una más progresista y la otra conservadora. Ahora, tras la muerte del Emérito, se abre una nueva fase en la Iglesia Católica.

Francisco siempre apreció la presencia de Benedicto XVI, que «en silencio todos estos años sostuvo la Iglesia», que era como «un abuelo en casa» y que cuando los miembros del ala más conservadora intentaron «utilizar» al Santo Padre alemán contra Jorge Bergoglio, fue el mismo Joseph Raztinger quien los frenó.

«La contingencia histórica que ha visto coexistir a dos sucesores de Pedro al mismo tiempo ha configurado una situación institucional inédita en la Santa Sede, que también puede ser delicada. Tal vez alguien pensó en aprovecharse de ello, y tal vez incluso trató de sembrar la confusión. Pero no tuvo éxito en su intento», resume el secretario de Estado, el cardenal Pietro Parolin, en una entrevista publicada por el diario italiano Corriere della Sera.

Para Massimo Franco, gran estudioso de la trayectoria del Pontífice bávaro, periodista y autor de Il Monasterio, sobre esta inédita convivencia, el «inicio de la segunda fase del Papado de Francisco» comienza ahora, con las palabras del histórico secretario del Emérito, monseñor Georg Gänswein, en una entrevista con el diario alemán Die Tagespost.

La «tregua» de estos años parece romperse cuando el que fue el hombre más cercano a Joseph Ratzinger habla en este medio de un «punto de inflexión» en las relaciones con Jorge Mario Bergoglio en 2021: el año en que Francisco puso varios obstáculos para la celebración de la misa con el rito en latín, anterior al Concilio Vaticano II. Entonces se decretó que para celebrar la misa tridentina era necesario pedir permiso al obispo.

Eso supuso para el Emérito «un dolor en el corazón», aseguró Gänswein, cuyas palabras han tenido una importante repercusión en los medios de todo el mundo, máxime cuando han tenido lugar durante el velatorio del Santo Padre.

«Y ahora que Benedicto ha muerto, uno se pregunta si está a punto de comenzar una temporada de confrontación más dura entre los diversos sectores de la Iglesia, de abierta crítica a algunas elecciones del Pontífice argentino y de enfrentamiento final con don Jorge», quizás también utilizando su última entrevista con el diario alemán, añade Franco en Corriere della Sera.

El autor de Il Monasterio ya  había adelantado en una entrevista que «ahora que no está Benedicto se multiplicarán los rumores de dimisión y las maniobras para preparar el próximo cónclave».

El diario La Repubblica argumenta que «para los círculos conservadores y tradicionalistas, la personalidad de Joseph Ratzinger se ha mantenido como un baluarte para frenar las propuestas de Bergoglio» y «ahora se sienten huérfanos», pero también más libres.

Incluso Il Messaggero, el único diario que lee el Papa Francisco, titulaba ayer que la «guerra de las corrientes ya ha empezado».

«Una vez concluido el entierro del apacible Benedicto XVI en las grutas vaticanas, hay quienes en el Vaticano prevén que comenzarán los problemas para el jesuita, porque el mayor riesgo ahora será el de encontrarse frente a frente con una Iglesia menos compacta, atravesada por microfracturas, con cismas más o menos progresivos», añade.

Alemania versus EEUU

Ante este nuevo escenario, los dos ejemplos claros en esta batalla entre corrientes son el de la iglesia alemana, donde el proceso sinodal iniciado hace ya tres años por los obispos se está convirtiendo en movimiento revolucionario que espera que Francisco de un paso más y acabe con el celibato de los sacerdotes o apruebe la ordenación de mujeres, así como la introducción de la bendición de las parejas homosexuales.

En el lado contrario, el sector conservador toma fuerza en Estados Unidos, donde el New York Times se hizo eco de la oposición a Francisco con un artículo titulado Para los católicos conservadores en los Estados Unidos, la muerte del Papa Benedicto es la pérdida de un héroe.