Fermín Bocos

CRÓNICA POLÍTICA

Fermín Bocos

Periodista y escritor. Analista político


La no investidura de Feijóo

27/09/2023

Como en todos los debates de investidura, en el que ha acometido el presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo, se mezclaron las verdades a medias o interpretables, las promesas que dan lugar a preguntarse por qué no se han materializado antes, las anécdotas tomadas por categorías, los deseos de imposible cumplimiento y sobre todo el ataque inmisericorde a quien luego se le pide el apoyo para lograr su nombramiento y para gobernar España. Alberto Núñez Feijóo combinó su primer discurso, casi como líder de la oposición, cuando abordó las críticas a la posible amnistía que Pedro Sánchez está dispuesto a conceder a los investigados por el 'procés' soberanista, con el tono presidenciable al exponer su programa de gobierno, con las debilidades propias de una intervención de este tipo donde las vaguedades priman sobre las certezas. Salvo en lo que fue su férrea oposición a la amnistía

Para aceptar el hecho de que su investidura será fallida, a Feijóo le ha sobrado su apelación a que la tenía a su alcance con los votos suficientes para ser presidente del Gobierno, si hubiera aceptado las condiciones que hizo públicas el prófugo Carles Puigdemont para apoyar la investidura de Pedro Sánchez, -amnistía y referéndum de autodeterminación-, lo que supone una afirmación arriesgada por la incompatibilidad entre Junts y Vox, agua y aceite a la hora de situarse en el mismo espacio político. Por el contrario, el agradecimiento que tuvo para con Vox ha sido respondido con satisfacción por parte de la formación ultraderechista que se ha visto satisfecha por algunas de las propuestas de Feijóo sobre política medioambiental y la okupación

Las promesas de un discurso de investidura, las consideraciones sobre el pasado y el futuro adolecen del hecho de que quien se presenta a la investidura tiene una concepción adanista de la política como si su él y su partido no tuvieran historia detrás, por lo que muchas de ellas suenan a déjà vu. La defensa de la Constitución y la promesa de implantar un delito de deslealtad institucional choca con el bloqueo de la renovación del CGPJ, y el deseo de la independencia de la justicia no se compadece con lo que se ha hecho hasta ahora, y lo que se pretende hacer en el futuro.

De atenerse al tenor literal de algunas de las propuestas de Feijóo, Sánchez tendrá más fácil una nueva etapa de gobierno, si el PP mantiene su oferta de ampliar el salario mínimo interprofesional hasta el 60% del salario medio, una pretensión de la izquierda, y mantener la subida de las pensiones, aunque en este punto no se ha comprometido a hacerlo con arreglo al IPC. Bajadas de impuestos a las clases medias, mantenimiento de las deducciones fiscales motivadas por las sucesivas crisis de los últimos años, más bajadas del IVA a los alimentos, se compadecen mal con la advertencia sobre la mala situación económica general y el nivel de deuda pública. Feijóo se propuso, si ocupa La Moncloa, abordar la financiación autonómica en el primer semestre de su gobierno. Sería interesante que mantuviera ese compromiso si lidera la oposición. Y por supuesto que en las comunidades autónomas en las que gobierna el PP trabaje en la implantación de las medidas que ha propuesto sobre educación -erradicar el adoctrinamiento- o aumentar las inversiones para mejorar el sistema sanitario. Eso está en su mano, aunque no alcance la investidura.

Si el mayor problema político de España es la situación territorial Feijóo solo ha ofrecido el compromiso personal de ser fiable y tener un fuerte sentimiento autonomista, de reconocimiento de la diversidad de España y de sus lenguas -pero no partidario de la utilización del "karaoke" en el Congreso-, aunque para los portavoces nacionalistas lo que ha ofrecido ha sido más Código Penal.

A lo que no renuncia el candidato a la investidura es a un entendimiento con el PSOE, pese a que le acusa de haber llevado a España "a este punto de decadencia moral en la política", cuando llegue otro líder socialista con suficiente sentido de Estado. Un desiderátum que no está a la vista.