Jorge Jaramillo

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Jorge Jaramillo


El mosto sortea la crisis

03/04/2023

En todas las campañas vitivinícolas donde las ventas se atascan o se tuercen, siempre surge el mismo dilema. ¿Qué podrían haber hecho nuestras bodegas y cooperativas para diversificar mejor sus elaboraciones tras la vendimia, y evitar depósitos con volúmenes problemáticos antes de volver a cosechar?
Y en esta última, viendo la pesadez de las partidas del tinto que estarían lastrando las operaciones, renace el eterno y manido debate que ahora se mezcla con la urgencia de reclamar una destilación de crisis como solución salomónica, tal y como ya han exigido estos días desde organizaciones agrarias como Coag, o incluso las Cooperativas Agroalimentarias, hasta hace poco renuentes por si se animaban las ventas.
Los productores de mosto aprovechan sin embargo el desconcierto para recordar que siguen siendo un segmento infrautilizado, muchas veces olvidado, cuando al vino le va tan bien, aunque siempre en el mejor sentido comercial.
Recuerdo que hace años, cuando se gestó la actual Fundación regional del Vino, -eran los tiempos de Mombiela-, los mosteros dijeron que a futuro, -es decir, hoy-, podrían llegar a mover sin grandes dificultades hasta 8 millones de hectolitros si el sector cooperativo, fundamentalmente, diseñaba una estrategia de diversificación.
Este año se han hecho casi 5 millones de hectolitros, 4 de ellos en Castilla -La Mancha, y casi uno más en el resto de regiones vitivinícolas, especialmente en Valencia y en Extremadura donde ahora claman por esa 'quema' subvencionada para salir del atasco. Pero hubo campañas que superaron los 6 millones; en 2021 fueron 3,2 millones de hectolitros.
Lo chocante es que las propias cooperativas lanzaron ese mensaje interno desde las primeras espuertas sabiendo que podría ser un año interesante para hacer más mosto ya que las regiones frutícolas habían sufrido severas heladas de primavera. Era evidente que existía una baza para los mostos de uva, y posiblemente ahí, en ese llamamiento, encontremos el incremento que ha habido sobre el ejercicio anterior.
No olvidemos que durante la pandemia, el tirón de los zumos propició un buen balance de ventas que dejó los depósitos prácticamente vacíos por la demanda de los hogares. Los vinos también subieron en el mismo canal, lo que benefició las salidas de granel.
Hoy se ha visto que el mosto elaborado ha sido una cantidad importante, pero insuficiente por el buen ritmo de salidas que ha tenido hasta el momento, a unos precios que en blanco, han superado incluso a ciertos vinos como resultado de la demanda en Europa. Tanto es así que algunos de los elaboradores de referencia dicen tener todo vendido y comprometido en este arranque de abril.
En algunas cooperativas asumen el error de cálculo, aunque recuerdan que los mosteros tampoco fueron muy claros en el momento en el que deben anunciar su demanda potencial, justo cuando se están produciendo las partidas en fresco. En esos meses, tiraron de la oferta de Italia con unos precios más bajos que frenaron la tendencia alcista, disuadiendo posiblemente, las expectativas que después se han dado la vuelta.
Tampoco era fácil augurar el parón del vino como consecuencia de una crisis económica que estos meses ha retraído los consumos hasta un 8 por ciento, según el propio Ministerio de Agricultura,  por la inflación y el miedo a una recesión.
En cualquier caso, lo ocurrido vuelve a poner a todo el sector frente al espejo. Vuelve a situar a las bodegas y cooperativas del tercer país más importante de Europa, y de una región como la nuestra, ante su propia realidad.
Solo con una hoja de ruta clara -que por cierto, tiene escrita desde hace años en un plan estratégico diseñado por la Universidad autonómica- podrá ordenar y planificar la oferta, fidelizar clientes, y atender a mercados diversos sin tener que reaccionar como pueda al devenir de los acontecimientos.