«Hay personas con conductas suicidas sin patologías previas»

Jaime Galán
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Francisco Celada es una voz autorizada para hablar del suicidio. Realizó su tesis doctoral en esta materia cuando era un tema tabú. Ahora ha escrito un libro al respecto: 'Dejar de sufrir o dejar de vivir'

Francisco Celada en la facultad de Enfermería de la UCLM. - Foto: David Pérez

Desde hace unos pocos años a esta parte el suicidio ha dejado de ser un tema tabú para buscar soluciones y evitar que se convierta en una epidemia. Personalidades como la de Francisco Celada han contribuido a romper esa barrera. Él es enfermero y psicólogo experto en Emergencias, profesor de la UCLM y está especializado en Prevención de la conducta suicida.  Junto a Enrique Galindo ha escrito un libro en el que aborda la materia  y sus formas de contrarrestarlo tanto para uno mismo, como con personas de nuestro entorno. Se llama 'Dejar de sufrir o dejar de vivir'. Francisco Celada también rompe barreras sobre el suicidio en una entrevista con La Tribuna.

4.003 personas tuvieron como causa de la muerte el suicidio en España durante 2021. ¿Qué sentimientos le produce esta cifra?

Las cifras son alarmantes. Hemos pasado de 3.941 en el 2020 a 4.003 en 2021 y la tendencia que vemos en seis meses del 2022 es superior. Esto nos dice que es un problema social y de salud pública, porque no se está haciendo todo lo que se puede. A pesar de esa opinión, se están haciendo muchísimas cosas. Por ejemplo, casi todas las comunidades autónomas ya tienen planes de prevención del suicidio y eso significa que ya se habla de ello, porque esto hace unos años era un tabú. Ahora podemos decir que hasta la televisión en prime time ha hablado de ello. Se va avanzando, pero no tenemos un plan nacional que claramente se necesita. Un plan que sirva de referencia para los planes autonómicos o locales. 

Francisco Celada en la facultad de Enfermería de la UCLM.Francisco Celada en la facultad de Enfermería de la UCLM. - Foto: David PérezLos gobiernos pioneros en instaurarlo van un poco a ciegas, ¿no?

No creo que sea así. Hay muchos estudios. Tenemos el ejemplo de los accidentes de tráfico que del 2000 al 2023 han bajado muchísimo porque se han hecho campañas de concienciación, se cambió el carnet con puntos, determinadas conductas han pasado de ser faltas a delitos...Se hicieron unas determinadas acciones que han reducido drásticamente las muertes por este motivo. Se ha invertido mucho dinero en ello, por lo que creo que en el sector de prevención del suicidio faltan campañas de este tipo. Luego creo que las administraciones deberían trabajar más en prevención de la salud mental, para no tener que actuar cuando ya hay una patología. Se necesita personal y se necesita dinero. Tienen que darse cuenta de que se necesitan enfermeros y psicólogos de salud mental en los centros de salud, que haya psicólogos en los colegios.

La sensación es que se ha perdido el miedo a hablar en público de ello, pero no se ha avanzado en medidas concretas, sobre todo en el sistema sanitario…

Ahora mismo no tenemos facilidades en la sanidad pública para que te atienda un psicólogo. Los hay pero con mucha demora. Y esto no es solo en Castilla-La Mancha, sino en toda España. La Rioja ha sacado una Ley de Salud Mental hace una semana en la que ha subido el ratio mínimo de psicólogos por 100.000 habitantes a 18, cuando la media del país es mucho más baja, no llega a 9. Lo ha aumentado hasta la media europea. Eso significa multiplicar por dos o por tres la inversión pública, lo que seguramente lleve consigo que la privada también suba el nivel para igualarse. La Rioja es una comunidad pequeña y a lo mejor por ello es más sencillo de implementar allí, pero era necesario que una comunidad autónoma diera el primer paso para que la sigan otras y se genere un efecto dominó.

Si tenemos el ejemplo de una buena ley de una comunidad autónoma como ésta, ¿es necesario que se involucre también el Estado?

No es estrictamente necesario porque la Sanidad está transferida a las CCAA, pero el Estado debe ofrecer el hilo conductor o dar unas pautas con los mínimos aceptables y luego los demás expandirse a raíz de eso. Por ejemplo, Andoni Anseán, de la Sociedad Española de Suicidiología, siempre ha dicho que si invirtiéramos el 1% del PIB de España y de cada CCAA a la prevención del suicidio estaríamos hablando de muchos millones de euros. Nos permitiría por lo menos hacer campañas de prevención.

El Gobierno ha creado el número de teléfono 024, que lo está llevando Cruz Roja, y es algo positivo. Es mejor tenerlo que no tenerlo. También han prometido 100 millones de euros para la salud mental, que están muy bien, pero esa cuantía te la gastas en un año aumentando profesionales y te sirve solo para eso, para un año. No se necesitan medidas puntuales, sino a largo plazo y que estén blindadas.

Al margen de las medidas que haya que tomar, ¿qué esta fallando en la sociedad para que cada año suban las muertes?

Una de las razones es que la salud mental no está lo bien atendida que debería estar. Hace falta que se mejore la calidad. Luego además venimos enganchando varias crisis, desde la de 2008 que duró muchos años a la pandemia ahora. En 2013 se dieron 3.870 suicidios y 3.910 un año más tarde, datos que se dispararon por aquella crisis económica. Después se fue reduciendo un poco y la pandemia lo volvió a disparar. A todos los temores de las situaciones que vivimos en la pandemia hay que sumarle ahora los efectos de la guerra de Ucrania y de una posible nueva crisis económica. Todo eso hace que sea más problemático vivir el día a día, sobre todo en las familias que se encuentran bajo el umbral de la pobreza.

También se dice que la patología psiquiátrica influye y es obvio que lo hace, pero no tanto como dicen algunos estudios que llega a ser el 90 por ciento del motivo causante. Hay muchas personas que tienen conductas suicidas y no presentan ninguna patología psiquiátrica. Entran en juego sustancias como las drogas o el alcohol y otras crisis agudas que pueda sufrir una persona.

Quizás por eso es tan difícil de prevenir, porque influyen muchos factores, ¿no?

Claro. Es multifactorial. Si eres hombre tienes más riesgo. Tres hombres se suicidan por cada caso femenino y ellos lo consiguen más, mientras que las mujeres lo intentan más sin éxito. 

¿A qué se debe esa disparidad?

Se debe a que los hombres suelen usar métodos más agresivos para el suicidio. Menos rescatables. Si usas un arma de fuego o un salto de altura es más complicado de sobrevivir. En cambio, las mujeres usan más los medios blandos, por ejemplo la intoxicación con medicamentos. Esto es más fácil de salvar para los sanitarios haciendo un lavado de estómago por ejemplo. Además, estando ya en el hospital se les conduce rápidamente a un especialista. En un salto de altura los primeros en actuar son los policías o los bomberos. Esto no quiere decir que una mujer nunca recurra a métodos más duros, pero lo suele generar la testosterona de los hombres. 

Por cada suicidio hay unas 25 intentonas, esto quiere decir que si tenemos 4.000 casos de suicidio hay 80.000 intentos. Los universitarios en prácticas en hospitales nos cuentan que cada día ven algún intento.

Entonces, ¿también es necesario que los cuerpos de seguridad reciban formación?

La intervención en crisis es muy complicada. Ya se están formando en ello, pero seguirá siendo muy complicada. Lo que tenemos que hacer es un acercamiento adecuado, asegurarnos de que todo está controlado, saber hablar con ellos, escuchar y dejar hablar… No todo el mundo consigue tener esa sintonía para comunicarse.

Para llegar a ese aprendizaje imagino que no ayudará mucho que el suicidio sea un tema tabú, ¿no?

No puede ser tabú, se tiene que hablar. Una persona que se encuentra mal y tiene ideación suicida tiene que pedir ayuda, hablarlo con alguien. No tiene porqué ser un terapeuta, sino alguien cercano. En el colegio igual. Los profesores deben estar formados para detectar la ideación, luchar contra el buylling y que se trabaje la emocionalidad en los centros.

Los casos en jóvenes llaman mucho la atención pero las cifras potentes están en la gente mayor. Ahí se dispara el suicidio. La tasa de incidencia en jóvenes no ha variado tanto, nos preocupa más por la edad, porque están iniciando sus vidas, pero no crece tanto como en los mayores. Además, mucha gente mayor antes de suicidarse lo ha avisado antes, o bien a su médico de cabecera o a algún familiar.

¿Cómo afecta el tratamiento de los casos de suicidio en los medios de comunicación?

Nosotros trabajamos principalmente con dos casos. En primer lugar, el 'efecto Werther', que es el que genera copia o imitación. Se debe al personaje de un libro que cuando se publicó los lectores replicaron la conducta, generándose más muertes por suicidio. Luego está el 'efecto Papágeno', que es el protector, en el que creo que el periodismo puede hacer mucho. El 'efecto Papágeno' es de una obra de Mozart en la que un hombre pájaro al no tener amor piensa en el suicidio, pero unos espíritus infantiles les muestran las bondades de la vida haciendo que él desista de esa ideación. Dicho esto, yo diría que hay muchos manuales de estilo donde se hacen recomendaciones para hacer noticias de este tipo sin abordar determinados detalles que son innecesarios. A los periodistas les diría que piensen en el número de personas que pueden salvar con un tratamiento adecuado de la información. También hay que formar a los periodistas.

Antes has hablado del caso de los jóvenes...Trabajando en la universidad como es tu caso, ¿se aprecian esas conductas suicidas?

Sí, se dan casos. De hecho, ahora en la UCLM se han renovado todos los equipos de atención psicopedagógica y psicológica. Hay bastantes profesionales para atender a los alumnos o a los profesores si también lo necesitan. Estos equipos dan apoyo para los momentos de estrés previos a un examen, para problemas emocionales u otros que puedan generar patologías de salud mental. Si ven que necesitan más apoyo ya derivan hacia fuera para un nivel superior. Estamos hablando de que entran a la universidad con 18 años, son adolescentes mayores. Se van de casa, empiezan a vivir con otra gente, tienen que aguantar la presión de la facultad, tiene que desarrollarse en nuevos círculos sociales… todo eso genera cosas buenas o estrés, depende de la persona. 

Es cierto que el acoso escolar se reduce mucho en la universidad pero suben otros factores como el nivel de autoexigencia. También hay conflictos en la identidad sexual.

Una de las recomendaciones para evitar riesgos es tener la mente ocupada, ¿no?

Por supuesto. Son los que llamamos medidas de higiene o de salud. Hacer deporte, estar centrado en el trabajo o en los estudios y sobre todo tener una vida social activa. Gente que ha tenido antecedentes de suicidio tiene que tener apoyos sociales, porque si se siente solo puede volver a caer. Estar casado y tener hijos es protector y ser soltero o viudo es un factor de riesgo. Existen factores protectores que nos sirven de escudo.

¿Por qué ahora se incide tanto en el mensaje de normalizar ir al psicólogo y antes no estaba tan bien visto?

Porque sigue habiendo estigma pero se va rompiendo poco a poco. Está saliendo gente famosa o deportistas que reconocen abiertamente que van al psicólogo porque lo necesitan o porque es normal para ellos. Eso es un 'efecto Papágeno'. Alguien conocido por todos habla de prevenir la salud mental, de acudir a los profesionales y la gente le escucha. Igualmente pasaría al revés. Si alguien muy famoso se suicida podría generar un 'efecto llamada'.

Antes no había masa crítica, cero, pero ahora se está potenciando. En mi tesis doctoral, en el año 2015, de esto no se hablaba nada y en solo ocho años se ha perdido el tabú. Hay entrevistas como ésta, sale en televisión, hay manuales… La cultura de la prevención se está expandiendo.

Da la sensación de que lo han normalizado las generaciones más jóvenes, pero que las veteranas siguen estando reacias…

Aunque un padre de familia tuviera un estigma hacia ello, si un hijo le pide acudir al psicólogo porque lo necesita automáticamente va a empezar a normalizarlo. Si tú tienes un tobillo roto tendrás que ir al traumatólogo a que te trate y si tienes un problema de salud mental o emocional tendrás que buscar la ayuda de un profesional.

España lidera el consumo de antidepresivos, entre otras cosas, porque una caja cuesta muy poco dinero en comparación con la consulta de un psicólogo, entonces la gente tiende a tirar de estos productos, pero a veces, la medicación es necesaria, solo que recetada por un profesional.

Sobre esa frase de si me rompo un tobillo acudo al traumatólogo y si me duele una caries voy al dentista... igual hay que valorar que un problema emocional o una enfermedad de salud mental es más difícil de autodetectar, ¿no es así?

Una persona que lo sufre sabe que no está bien. Por eso digo que hay que hablar, hay que apoyarse en los demás. En el momento en el que hablamos nos baja la activación y eso ya hace que la persona se desahogue. Mi compañero de autoría en el libro, Enrique Galindo, siempre dice que tenemos dos oídos y solo una boca, por lo que el cuerpo humano nos dice que escuchemos y dejemos hablar a los demás. Nos podemos encontrar con una persona que tenga el momento del suicidio perfectamente estructurado y planificado en su cabeza. Ahí lo que tenemos que hacer es, por lo menos, intentar aplazar esa decisión hablando.

A lo mejor una fórmula sería incrementar figuras en puntos claves de la sociedad y montarlo todo con un plan nacional del que cuelguen los planes autonómicos, en el que todos se retroalimenten y que protejan a la población. Con ello, bajaríamos los casos. Se puede y se ha visto en el caso de los accidentes de tráfico. En algunas temáticas se hacen muchos esfuerzos y en otros no, hay que potenciarlo.