La incertidumbre corta la inversión

Carlos Cuesta (SPC)
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La dificultad de las empresas para conseguir financiación se presenta como el principal factor que frena el ritmo de crecimiento económico en 2024

La incertidumbre corta la inversión

La economía vive actualmente una situación de incertidumbre y enorme fragilidad ante los efectos de los acontecimientos bélicos tanto de Ucrania como de Oriente Próximo. Una realidad que amordaza el crecimiento ante los riesgos y desafíos a los que está sujeto el tejido productivo y que afecta a su normalidad. 

Ante estas situaciones de inestabilidad, el capital es cobarde y huye a protegerse en valores refugio y mercados seguros mientras dura la marejada, lo que dificulta que las compañías dispongan de liquidez no solo para su funcionamiento habitual, sino para afrontar proyectos ya iniciados o bien previstos en el corto y medio plazo.

En este sentido, las inversiones se presentan como el talón de Aquiles, el punto débil, y el lastre para que las empresas puedan afrontar el presente con solvencia.

Los economistas sostienen que aunque España haya experimentado un crecimiento económico destacado en 2023, se anticipa desde hace meses un cierto debilitamiento debido a la escasa inversión que existe tanto pública como privada.

Por tanto, el espejismo de la recuperación postpandemia se diluye ante la cruda realidad: la economía nacional se enfrenta a un 2024 plagado de incógnitas, con la falta de liquidez económica como el principal obstáculo para su crecimiento. 

En este contexto, el vicepresidente del Banco Central Europeo (BCE), Luis de Guindos, aseguró recientemente que el guardián del euro ajustará el sentido de su política monetaria en función de los datos económicos que vaya recibiendo sin marcarse un calendario predeterminado.

«Si los datos confirman una mejora de la inflación hacia el entorno del 2%, entonces el Consejo de Gobierno del BCE modificará el nivel de tipos de interés este año».

El exministro expresó su confianza en que continúe el proceso de desinflación en 2024 para que empiece a aflorar el crédito que llegue a las empresas y a las familias que se han visto obligadas a ajustar sus presupuestos y han tenido que superar altas tasas de morosidad.

Se trata de una cuestión que arrastra a toda la economía mundial, aunque no de la misma forma a todos los países, puesto que cada uno tiene un potencial y unas características diferentes. De hecho, en 2023, el crecimiento global se situó un 3,4% por debajo de las estimaciones previas a la pandemia realizadas por el Fondo Monetario Internacional (FMI). Entre las potencias desarrolladas, Estados Unidos mostró una recuperación más sólida en comparación con la zona euro, que experimentó un ritmo de expansión más corto. 

Los expertos mantienen que la UE se enfrenta a desafíos relacionados con tensiones geopolíticas, como la invasión de Ucrania, y su dependencia del petróleo ruso marcados, además, por la gran fragilidad de los mercados y la lentitud para superar esta situación ante la falta de las inversiones que se precisan.

Las previsiones respecto a los países de la zona euro señalan que Alemania, Italia y Francia verán un estancamiento en su nivel expansivo, mientras que Países Bajos e Irlanda podrían tener mejores cifras que en 2023. Para el Reino Unido, se pronostica un crecimiento del 0,6%, mientras que para Suecia, se espera que este indicador marque el final de su recesión. 

En España, los analistas apuntan que, aunque puede representar el país que más avance de la eurozona con una tasa de crecimiento de un 1,6%, la escasa inversión que puede llegar al tejido productivo se plantea como el principal freno en el ritmo de desarrollo económico para este año en curso. 

A ralentí

Ante una realidad económica que se caracteriza por la falta de confianza empresarial, la inestabilidad geopolítica y las tensiones comerciales a nivel global, el escenario que se presenta es poco propicio para una apuesta por un desarrollo futuro importante. No se descartan en los próximos trimestres nuevos riesgos a la baja que provoquen que la inflación y otros indicadores macroeconómicos entorpezcan el bajo desarrollo previsto para este ejercicio.

En definitiva, con las tasas actuales de baja liquidez y una inversión muy mermada la economía registrará un avance de mínimos bajo el objetivo de mantenerse en el mercado como el gran reto de la mayor parte de las empresas.