El resultado de las elecciones gallegas, aunque acreditan la sensatez de las gentes de esta comunidad, apuntan también un peligro de futuro: el avance de los independentistas, que quedan como primer partido de la oposición en Galicia.
Ser la primera fuerza de la oposición es como estar en el banquillo de los equipos deportivos, es posible que no 'toquen bola' nunca, pero también puede ocurrir que el titular sufra un esguince y participen en el partido.
En España, por obra y gracia, más bien desgracia, de nuestro gobierno, el PSOE está desapareciendo, mimetizado como está con todas las ideologías extremas. Su declive, como partido, es el éxito de esa miscelánea de grupos extremos a los que trata de imitar para disputarlos su espacio mientras se aleja del centro. Ya sabemos que la inmensa mayoría prefiere los originales a las malas imitaciones y así, puestos a ser de extrema izquierda, el original es el comunismo y no el socialismo; los que opten por el independentismo elegirán a Puigdemont y no a Salvador Illa; y los que quieran ser antisistema, votarán al canario Alberto Rodriguez con sus rastas o a la Yolanda Díaz auténtica, no a esa señorita cursi en la que se ha convertido para estar a juego con el mobiliario de la Moncloa. Por eso PSOE se está quedando en nada a manos de los grupos a los que se empeña en imitar.
La España que hemos conocido hasta ahora no nació así por arte de magia, costó muchos siglos de luchas entre tribus, reinos y taifas hasta llegar a ser un solo estado. De hecho, hasta finales de siglo XV no se consigue unir todas las tierras que ahora son España.
No sé si hay alguien que no comprenda que las grandes empresas que resuelven los problemas de la humanidad, precisan de enormes medios que solo los grandes países se pueden permitir. De hecho, la división de Europa en tantos estados, nos hace permanecer en la irrelevancia, siempre bajo el paraguas de Estados Unidos, cuando una Europa unida sería una potencia de primer orden o quizá la primera potencia del mundo.
La política de los socialistas, fomentando o consintiendo la desintegración territorial, no hace otra cosa que debilitar a España. Para ser fuerte y próspera necesita dos partidos que se releven en el poder, pero con las ideas claras de lo que somos y adónde vamos. Dos partidos políticos que mantengan un debate civilizado y coherente, que no caven trincheras para fomentar esas dos Españas que solo han generado sufrimiento y miseria.
El PSOE, en su empeño por destruir a sus adversarios políticos, va a conseguir su propio aniquilamiento y eso es una verdadera tragedia para España, porque el PSOE debería ser uno de los pilares en que se sustentara nuestra democracia. Quizá haya llegado ya demasiado lejos haciendo concesiones vergonzosas con tal de mantenerse un poco más en un gobierno que no le corresponde dirigir, porque no debe hacerlo quien pierde las elecciones y el PSOE las perdió.
Es aún más grave, que esa vergonzosa actuación nos está llevando de regreso XV en el que los recursos se gastaban en batallas de unos territorios contra los otros. Ahora no se usarán armas, pero unas comunidades se desecarán mientras otras se inunden por negarse a colaborar entre sí. Una auténtica pena…