Los matadores toledanos Tomás Rufo y Álvaro Lorenzo obtuvieron una y tres orejas en sus respectivos compromisos en las plazas de Palencia y Calahorra, dos festejos que se celebraron en la tarde del jueves.

El torero de Pepino, espoleado por el triunfo de Roca Rey, firmó una gran faena al tercero de la tarde, de excelente clase, noble y con gran fijeza pero a menos, le faltó fondo. Había banderilleado con gran eficacia Andrés Revuelta. Puso los cimientos de su obra en el inicio abriéndole los caminos al toro Pocarropa, de la ganadería de Núñez del Cuvillo, a media altura. Perfecto en su colocación y la planta asentada, consiguió torear muy despacio al natural en el tramo final del trasteo. El desacierto con la tizona le privó de trofeo.

Frente al que cerraba plaza, Rufo hizo un esfuerzo que obtuvo la oreja de recompensa. Fue su oponente un toro muy apagado en su embestida, esperando con la cara entre las manos. Eligió el de Pepino la corta distancia, cruzándose al pitón contrario para sacar con sacacorchos las embestidas del animal.

Los toledanos Rufo y Lorenzo triunfan en dos ferias del norte - Foto: EFE (Almudena Álvarez)

En el festejo celebrado en el coso de los Campos Góticos, el diestro peruano Roca Rey cortó cuatro orejas y se convirtió en el gran triunfador de la segunda corrida de abono de la Feria de San Antolín de Palencia. José María Manzanares, por su parte, se fue de vacío tras una discreta actuación. La corrida goyesca celebrada en la ciudad castellana homenajeó los cincuenta años de alternativa del torero palentino Félix López 'El Regio'. Se llenaron más de tres cuartas partes del aforo.

En la localidad riojana de Calahorra, en el segundo festejo de su feria y ante media entrada, Álvaro Lorenzo salió a hombros tras cortar un apéndice en cada uno de sus toros. Luis Antonio Gaspar 'Paulita' y Miguel Ángel Perera acompañaron al toledano en su éxito.

El espada capitalino inició la faena a su primero con gusto y poder; faceta que tuvo que variar para tener que cuidar y templar a un toro que, gracias a ese sentido del temple, fue a más. Dejó series de naturales plenas de torería, ligando y rematando siempre detrás de la cadera. Fue una faena emocionante y con ritmo, seguida y muy bien entendida por un público muy metido y que pidió, con justicia, las dos orejas, tras dejar una soberbia estocada.

El sexto, aplaudido de salida, empujó en varas. El toledano inició con trincherazos templados para torear después en redondo, haciendo el compás y templando a un toro bravo y con transmisión, al que entendió a la perfección. Una estocada sin puntilla propició la concesión de otra oreja.