El regreso de las vacaciones puede conllevar sorpresas muy desagradables a las personas que han realizado sus compras con tarjetas a débito, las llamadas revolving, que permiten aplazar los pagos realizados con ellas, pero que generan intereses que pueden ser muy elevados.
El principal riesgo de usar una tarjeta revolving es el sobreendeudamiento. Al aplazar las compras y pagar solo una cuota mensual, el usuario puede perder la noción del gasto final y acumular una morosidad cada vez mayor. Además, al abonar intereses sobre el saldo pendiente, el coste final puede disparar el precio inicial.
Así, por ejemplo, si se compra un producto de 1.000 euros con una tarjeta revolving al 25% TAE y se decide abonar una cuota de 50 euros al mes, se tardarían más de dos años en liquidar la deuda y se abonarían unos 400 euros en intereses. Es decir, habría costado un 40% más.
Otro riesgo es que, a menudo, son medios que comercializan entidades financieras, grandes superficies, distribuidoras de energía, telecomunicaciones o, por ejemplo, de carburantes, con argumentos de que son gratuitas y los usuarios las contratan pensando que son más ventajosas que el resto al no tener, de partida, ningún coste de mantenimiento. Tanto las personas que las ofrecen como las entidades de las que dependen no suelen informar a fondo a los clientes sobre los riesgos ni tampoco de sus altos intereses y comisiones.
Algunos bancos, que emiten este tipo de tarjetas, aplican intereses muy altos, que rondan el 20% TAE y, en algunos casos, superan el 25% TAE. Son valores mucho más elevados que la media que se aplica a los créditos al consumo, que se colocan de media sobre el 7%.
Según el Banco de España, la tasa anual equivalente (TAE) media de la mayoría de las tarjetas de crédito que se cobra es del 17,9%.
Asimismo, entrañan un peligro importante, ya que sus usuarios las pueden usar independientemente de que dispongan o no de fondos en la cuenta asociada, dado que el banco concede un límite de crédito medio que suele estar entre 5.000 y 6.000 euros por regla general, pero que se tiene que devolver a plazos y con intereses muy elevados.
Una de sus peculiaridades es que la morosidad que se va contrayendo se recalcula mes a mes. Es decir, el saldo deudor disminuye si se abona la cuota, pero se sigue incrementando a medida que se paga con este medio.
Los expertos aseguran que, contrariamente a lo que se suele pensar, los altos intereses y comisiones no son su mayor peligro, sino que una de las peores cosas es que, según se va amortizando la deuda, esa cantidad vuelve a estar disponible para seguir gastando, lo que permite seguir pagando más compras con intereses muy elevados.
Así, si se tiene una cuota mensual baja y se alarga la amortización, también se prolonga el tiempo de pago y los intereses, con lo que la operación final resulta más cara.
Por otra parte, no es posible emitir un cuadro de amortización previo sobre las compras que se tienen; al variar la deuda también cambian las cuotas y es cuando aparecen las sorpresas. Si no se calcula bien el importe final es posible que las devoluciones impliquen mucho tiempo, generando enormes intereses que es el gran secreto de las entidades que comercializan este tipo de productos financieros que les aseguran unas rentabilidades altas en sus balances.
Precauciones
Para evitar problemas con las tarjetas revolving, es aconsejable tener un control riguroso de todas las compras y utilizar este medio solo en casos puntuales. Lo mejor es liquidar la deuda cuanto antes, sin demorar la devolución.
También se recomienda leer detenidamente el contrato y asegurarse de entender todas las cláusulas con letra pequeña, especialmente las relacionadas con el tipo de interés, el plazo de reembolso y las comisiones establecidas.