Es probable que el 23J nos vayamos a la cama con una sensación diferente a la que nos hayamos ido en la víspera. Será muy subjetivo y dependerá de cada casa y, en muchas ocasiones, dentro de la misma casa, de cada caso particular.
Puede ser un día de irse a dormir con la sensación de haber cumplido con una misión. Sencilla, difícil y, en algunos casos, contra tus propios principios. No por las candidaturas, sino por relegar los intereses particulares (fin de semana familiar, vacaciones anuales playeras o montañeras) por un interés general, interrumpir el asueto personal para ir al colegio electoral. Nos han hecho una jugarreta y merecen que se la devolvamos en toda la jeta.
Pueden darse casos de: esta historia no va conmigo. Que los hay, a millones, en nuestro país, porque están 'hasta el pijo' de nosotros mismos y de este chiringuito que nos hemos montado de sociedad del siglo XXI, llena de complejos y acomplejados, de idiotas e idiotizados, de borregos y aborregados. Tranquilos, también hay listos y demasiado listos, tenemos de todo, como en botica.
También, los habrá preparando los outfit de manifestación diaria para otoño caliente. Los hay que ya se están relamiendo por empezar a serigrafiar camisetas de colorines variados, según el día. Serán los mismos que han estado callados como puertas durante 5 años, comiendo gambas y lo que no son gambas.
Pueden darse casos de derrotismo, pues, tras perder en las municipales, perder en las nacionales sería un signo claro de que no les quiere nadie. De ahí el aumento que habrá de bajas laborales sobrevenidas por mala gestión del fracaso y la frustración, muy postpandémico.
Lo peor de lidiar será la reacción alérgica a la tiza de más de uno o dos, esos que tenían cargo de confianza o sueldo a cargo del puesto a dedo, porque todo lo que empieza, también tiene su fin. Algunos podrán volver a su puesto, por mucha alergia que les dé, pero qué será de aquellos que no tienen donde caer, que han vivido de la sopa boba tantos años. Eso sí que da reacción alérgica y repelús sólo de pensarlo, cuánta rémora nos tendremos que echar a la cara en esta vida, ¿habrá forma de remediarlo? No, ni a cañonazos.