El alcázar que pudo ser

Esther Rodríguez López
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La rehabilitación del Alcázar segoviano que se inició en 1882 y a la que se debe la apariencia externa del edificio actual, no se corresponde exactamente con las estructuras arquitectónicas de la maqueta que se conserva el Museo del Ejército

Entre 1874 y 1882, fecha esta última en la que se inician las obras de rehabilitación del edificio, debemos situar la fabricación de la maqueta del Alcázar de Segovia que se conserva en la colección del Museo del Ejército. - Foto: Museo del Ejército

El 6 de marzo de 1862, en la Sala del Cordón del Alcázar segoviano, se inició un incendio que en dos días arruinó el edificio. Las armaduras de madera que sustentaban tejados y chapiteles, los artesonados, los tapices, los cuadros; todo fue devorado por las llamas que se llevaron por delante siglos de historia. Cientos de años en los que se fue conformando la estructura interna de un edificio en el que Juan II construyó la preciosa torre que lleva su nombre; que fue hogar de su hija, Isabel la Católica, y que Felipe II dotó de los chapiteles empizarrados que remataban sus altas torres, tan raras en una España de alcázares menos estilizados.

En 1862, el Alcázar de Segovia dibujaba su perfil en el horizonte de la ciudad humeante y desmochado. Los alumnos cadetes, consiguieron salvar numerosos libros de la Biblioteca del Real Colegio de Artillería  que desde 1764 ocupaba el edificio, pero se vieron obligados a abandonarlo dado el estado inhabitable en el que quedó. Jamás volvieron a dar allí sus clases.

El empeño de las autoridades e intelectuales de la ciudad y las noticias que aparecían con regularidad en la prensa lamentado su estado ruinoso, denotan el persistente interés por conseguir que el Alcázar volviera a reconstruirse. Entre 1874 y 1882, fecha esta última en la que se inician las obras de rehabilitación del edificio, debemos situar la fabricación de la maqueta del Alcázar de Segovia que se conserva en la colección del Museo del Ejército.

Posiblemente la maqueta pudo servir como modelo para apoyar algún  proyecto de reconstrucción del edificio. Sus dimensiones la hacían fácilmente transportable y la elevación rocosa sobre la que se asientan sus cimientos, única referencia topográfica de la misma, refleja el interés por centrar la atención en las estructuras arquitectónicas.

Realizada en madera y estuco pintado, las estancias se distribuyen entorno a los dos patios que existían. En su frente, el puente que salva el foso da paso a la Torre de Juan II del siglo XV, rematada por doce torretas decoradas con escamas. La Torre del Reloj cierra el segundo patio y las elevadas torres, coronadas por chapiteles que circunvalan el edificio, destacan sobre el resto de cubiertas a dos aguas, todas de pizarra, excepto una de ellas de teja castellana.

En 1874 el Ayuntamiento de Segovia realizó algunas obras de reparación para posibilitar el alojamiento en el Alcázar de las tropas que se enfrentarían en la Tercera Guerra Carlista. Entre ellas, se cubrió  la crujía sur con una teja rojiza que está presente en nuestra maqueta y que por tanto nos ayuda a fecharla a partir de ese año. Por otra parte, la única torre con chapitel que se salvó del incendio, en este mismo lienzo exterior, sirvió de modelo para la reconstrucción del resto de cubiertas que rematan la altura de las torres, respetando los deseos que Felipe II expresó al mandar construir las originales.

La rehabilitación del Alcázar segoviano que se inició en 1882 y a la que se debe la apariencia externa del edificio actual, no se corresponde exactamente con las estructuras arquitectónicas presentes en nuestra maqueta. Desconocemos las razones por las que se descartó seguir su modelo, pero afortunadamente éste llegó hasta el Museo del Ejército, uniéndose a la colección de maquetas que ya poseía y que es una de las más importantes del mundo.