Segunda Navidad trágica en Las Lanchas

J.Moreno
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Un joven de Robledo del Mazo falleció hace 40 años por el golpe de un árbol. Aún sigue la costumbre de firmar en el lugar del accidente

Segunda Navidad trágica en Las Lanchas

Francisco, Paco para los vecinos de Robledo del Mazo, falleció hace 40 años en el paraje de la Garganta de las Lanchas. El golpe de un árbol durante unos trabajos con unos familiares acabó días más tarde con la vida del joven de 26 años en un hospital madrileño. El accidente sucedió un 24 de diciembre, recuerda vívidamente Eduardo Fernández, primo de la víctima y guía de los bomberos del Consorcio durante el rescate del cuerpo hallado este 31 de diciembre en la poza de la quinta cascada.

Paco nació en Robledo del Mazo, pero vivía en Madrid. Regresaba al pueblo en fechas como esas Navidades de principios de los años 80. Ese día 24 de diciembre, se animó a ir con unos familiares a la Garganta de las Lanchas, un lugar por entonces frecuentado casi exclusivamente por pastores y cazadores.

Los visitantes más avezados de la Garganta de las Lanchas, una microrreserva extraordinaria de La Jara que incluye cinco cascadas, habrán observado que hay un abrigo natural muy cerca de una de ellas y unos cuadernos. Los allegados de Paco dejaban cuadernos en ese lugar para que los visitantes firmaran y expresaran sus opiniones sobre el paisaje; a la finalización de las hojas limpias, entregaban los ejemplares a la madre y a la hermana del joven fallecido.

La costumbre continúa. Los cuadernos siguen ahí, en el abrigo de una de las cascadas para las firmas de los visitantes aunque ya sin una dedicatoria expresa para Paco, tal y como detalla a este diario Eduardo Fernández, quien se conoce como la palma de su mano la Garganta de las Lanchas. Pero es tan recóndita, que este vecino de 69 años tardó en visitar por primera vez este regalo de la naturaleza, caracterizado por la pervivencia de los bosques de laurisilva.

Eduardo subió por última vez al paraje el 31 de diciembre. Salía de misa cuando recibió la llamada para guiar a los bomberos del Consorcio Provincial. Destino: la quinta cascada. Allí, una pareja de excursionistas de Talavera había hallado, hacia las 12:30 de la mañana de un día desapacible, un cadáver flotando.

Los senderistas habían decidido finalizar 2023 con una de las grandes etapas de senderismo de la provincia en uno de los parajes más hermosos y retirados. Aun con lluvia y niebla, ambos continuaron la marcha más allá de las indicaciones del sendero de la Diputación, que finaliza en la tercera cascada, y descubrieron el cuerpo en la zona conocida por los lugareños como 'La cueva de Blas Romo'.

La quinta cascada, a más de una hora de distancia a pie del aparcamiento habitual de los senderistas, tiene unos cuatro metros de altura y un metro de agua de profundidad.

La identificación del cuerpo llegó dos días más tarde. Los forenses confirmaron entonces que el fallecido era un joven de 32 años que constaba como desaparecido en La Nava de Ricomalillo. Los padres habían presentado la denuncia en el puesto de la Guardia Civil de Espinoso del Rey 48 horas antes del hallazgo.

Desde la comunicación, la Guardia Civil había montado un despliegue de búsqueda con patrullas a pie y el apoyo de drones y perros especializados. Pero el cuerpo apareció finalmente a 20 kilómetros de distancia de La Nava de Ricomalillo, sin rastro de ningún coche que pudiera pertenecer al fallecido en el aparcamiento.

Los habitantes del valle del Gévalo, un paraje natural despobladísimo que agrupa a Robledo del Mazo y a las minúsculas pedanías de Las Hunfrías, Navaltoril, Robledillo y Piedraescrita, se conmocionaron con el hallazgo y recordaron vívidamente esa Nochebuena de hace 40 años por ese marchamo indeleble de la tragedia.