La ciudad de Toledo registró 38 grados el 28 de junio de 1931, la jornada que celebró las primeras elecciones generales de la II República española. Aquellos comicios, de carácter constituyente, fijaron en el último domingo del sexto mes del año su fecha. Las anteriores municipales del 12 de abril habían propiciado un cambio en la forma de Estado: la monarquía de Alfonso XIII dejaba paso a un nuevo régimen.
La estación meteorológica situada en el antiguo palacio del Cardenal Lorenzana, reconvertido desde hace algunas décadas en sede universitaria, observó una temperatura muy elevada durante el día de la votación, un dato similar al que la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) estima para el inminente 23 de julio.
Sin embargo, los rigores del estío no se incorporaron al debate público. «En general, en toda la provincia, la elección se desarrolló con absoluta normalidad», explicaba El Castellano, diario provincial vinculado al espacio ideológico de la derecha y de orientación católica, en su edición del día siguiente a las votaciones. En la ciudad de Toledo «la normalidad tuvo caracteres de serenidad admirables». Ni en el ejemplar publicado en la jornada posterior ni en los números de los días pretéritos hubo alusiones al calor, aunque sí se refirieron algunos episodios de tensión política en Sonseca, Villacañas, Noblejas, Lillo o Corral de Almaguer.
El calor, en cualquier caso, alcanzó su máximo coincidiendo con la votación y lo hizo tras un súbito repunte: el viernes 26, apenas 48 horas antes de los comicios, el mercurio marcaba 30,8 grados.
En aquellos comicios, la circunscripción de Toledo eligió diez representantes de los 470 que conformaban aquellas Cortes unicamerales. El censo electoral de la provincia era de 123.777 personas, de las cuales 97.511 (78,8%) participaron. El sufragio en aquellos comicios quedaba reservado a los varones (las mujeres sólo dispusieron de derecho de sufragio pasivo; esto es, no podían votar pero sí ser votadas). Los diez diputados que resultaron elegidos fueron Fermín Blázquez, Anastasio de Gracia, Félix Fernández y Domingo Alonso por el PSOE; Emilio Palomo y Fernando Ballester por el Partido Radical Socialista; Perfecto Díaz por el Partido Radical; Pedro Riera por la Derecha Liberal Republicana; y Dimas de Madariaga y Ramón Molina por Acción Nacional. De la decena de escaños en liza en Toledo, seis fueron a parar a la izquierda, tres a la derecha y uno al centro ideológico. Las izquierdas también se impusieron con holgura en el conjunto del país.
TEMPERATURA SUAVE. Por su parte, el domingo 22 de junio de 1986 se celebraron las cuartas elecciones legislativas tras la restauración democrática. Aquel día, los termómetros de la ciudad alcanzaron los 27,2 grados, una temperatura tan agradable como alejada de los valores previstos para el domingo. El miércoles previo a aquella elección, el mercurio en la capital regional se elevó hasta los 33,4 grados, aunque la intensidad del calor fue cayendo según se acercaba la fecha para renovar los diputados y senadores.
El dato correspondiente a la capital regional se recogió en el observatorio situado junto a la carretera de Ávila, la estación meteorológica en la que la delegación regional de la Aemet ha establecido su sede.
En aquellas generales, el PSOE revalidó una cómoda mayoría absoluta. La victoria de Felipe González se concretó en 184 diputados. En el caso de la provincia de Toledo, los socialistas se hicieron con tres de los cinco escaños en liza; Alianza Popular, embrión del actual PP, se llevó los otros dos representantes. Los diputados elegidos por la circunscripción fueron los socialistas Francisco Ramos, Jesús Fuentes y Ricardo Sánchez Candelas y los populares Arturo García-Tizón y Gonzalo Robles. El PSOE recabó el 46,1% de los votos por el 35,4% de AP.