Carolina Sánchez

Macguffin

Carolina Sánchez


Una caña, por favor

04/07/2023

Primer lunes de mis vacaciones y leo este titular en La Tribuna: 'Los castellano-manchegos gastan más en cerveza que en aceite'.  Según datos del INE, en 2022 cada castellano-manchego se gastó una media de 38,7 euros en cerveza.
Si les soy sincera, poco me parece viendo el panorama que venimos arrastrando desde 2020. A riesgo de ser (otra vez) políticamente incorrecta, gastarse 40 euros en cerveza al año no es, ni de lejos, una brutalidad. La actualidad local, nacional e internacional nos invita muchas veces a ingerir bastante más. No he echado cuentas, pero creo que en mi caso se ha ido algún euro más, especialmente tras ver los informativos de la noche.
¿No comparten mi pesimismo existencial? Les cito algunos titulares que leo abriendo al azar diferentes medios mientras escribo esta columna: Ucrania reconoce que las tropas rusas avanzan por el este del país entre 'feroces combates'(El Mundo); Israel lanza en Yenín una operación inédita en casi dos décadas, con bombardeos aéreos y el despliegue de cientos de soldados (El País); Los expertos que avisaron de la crisis del clima: 'La urgencia no es para la Tierra, es para el hombre' (El Español); ¿Qué está pasando en Francia: las causas de las protestas que han dejado miles de detenidos (Onda Cero); y como remate otra vez la Tribuna, donde se informa de  la captura en Méntrida una tortuga que puede amputar dedos en una zona frecuentada por menores. Y todo ello obviando de forma totalmente consciente las informaciones vinculadas al 23-J. Ya no me da la vida para más campañas electorales.
El verano pasado caí víctima de lo que algunos llaman 'síndrome de fatiga por exceso de información'. Un cuadro sintomático que aún no está reconocido en los manuales médicos, pero que surgiría a causa del manejo de excesivas cantidades de información. Durante unas semanas, el bombardeo continuo de (malas) noticias por diferentes vías me trajo consigo, aparte de un fuerte dolor de estómago, una recurrente sensación de ansiedad y pesimismo.
Tras perder la mitad del mes de julio pendiente de cada notificación informativa, opte por un corte total con todo lo que oliera a información: cero noticias, de cualquier tipo. Este año ya he tomado medidas. De momento, he deshabilitado las notificaciones, también las de las redes sociales (aún más peligrosas) de mi móvil. Y según acabe esta columna, me iré a la piscina y entre baño y baño me tomaré si puedo una caña con algún amigo o amiga, aunque me vale también conocidos. Un tratamiento que me he propuesto seguir al menos un par de veces a la semana ¿Tendrá efecto o volveré a caer en la sobresaturación informativa a la que invita este verano electoral? Se verá.