La provincia alcanzó al final del tercer trimestre su mayor cifra de residentes de la serie histórica, con 736.074 habitantes. En los dos últimos años, Toledo ha sumado casi 23.000 vecinos, un dato que demuestra la buena posición del territorio para la atracción de nuevos moradores procedentes tanto de otros puntos de España como de diferentes países foráneos.
El crecimiento en el número de residentes se mantiene desde 2017, aunque la última revisión apunta a una aceleración. La barrera de los 700.000 habitantes, rebasada en 2020, queda lejana. En 1993, apenas tres décadas atrás, la provincia no alcanzaba el medio millón de personas.
La franja de edad más nutrida se sitúa en los 47 años, con 12.977 personas. El grupo de población comprendido entre los cuarenta y los cincuenta años es el que disfruta de una presencia más numerosa en la provincia: por una parte, en este colectivo se encuentran los nacidos en el tramo final del baby boom; por otra, se trata del periodo vital que tiende a corresponderse con la estabilidad laboral y la formación de una nueva familia, una circunstancia para la que Toledo se ha convertido en el lugar elegido por miles de nuevos vecinos.
La población provincial tiene más hombres (370.218) que mujeres (365.856). Esta leve desigualdad por sexo ha sido una constante en Toledo en las últimas décadas. El último registro en el que se registraban más mujeres que hombres data del 1 de enero de 2002, cuando ellas eran apenas 375 más que ellos. En aquel momento, sin embargo, la provincia acumulaba 543.387 habitantes, un volumen muy alejado del recuento recién realizado.
En el conjunto de los habitantes de la provincia se detecta una tendencia al envejecimiento. Los mayores son un grupo cada vez más numeroso, una realidad que tiene su origen tanto en el descenso de los nacimientos como en la longevidad creciente de la población. El 1 de octubre de este año, los padrones registraban 136.325 toledanos con más de 65 años, lo que supone un 18,5% del total: aproximadamente, uno de cada seis vecinos se sitúa en las cohortes de la tercera edad.
Una decenio atrás, en Toledo había 116.157 habitantes con la edad que tradicionalmente se ha entendido como la de la jubilación. La diferencia con la cifra actual es de unos 20.000 vecinos. Dada la importancia cuantitativa que tienen los nacidos en las décadas de los sesenta y setenta, cada vez más próximos a la frontera que marca la edad de retiro, se puede afirmar que el peso de este conjunto seguirá aumentando.
Asimismo, más de 10.000 personas tienen una edad superior a los 90 años, una barrera que hace apenas unas décadas resultaba excepcional y que se está convirtiendo en norma. La cifra de personas con más de un siglo de vida escala por encima de los tres centenares (310), con una mayoritaria presencia femenina: el 77% de los centenarios en la provincia de Toledo son mujeres.
El grupo de niños menores de un año, sin embargo, tiende a menguar cada trimestre. En la última revisión ofrecida, se contabilizan 4.736 bebés, la cifra más baja en los dos últimos años. Si se toman los datos definitivos que se ofrecen con carácter anual, se ratifica el mal momento de la natalidad en la provincia: en 2021, el último del que se tienen registros completos, se contaron apenas 5.625 habitantes con meses de vida.
La estadística provisional que facilita el INE no aporta datos por municipios, aunque cabe suponer que el grueso del aumento se concentra en torno a la ciudad de Toledo y en algunas localidades del norte de la provincia, las más próximas a las vías de comunicación terrestres con la vecina Comunidad de Madrid. Estas partes del territorio son las que han liderado el despegue poblacional en las últimas tres décadas y las que disponen tanto de mejores oportunidades laborales como de una oferta residencial actualizada.