El deporte siempre ha estado y estará presente en mi vida. Desde que era muy muy pequeño jugando a una y mil cosas, hasta hoy en día. Entrenando, compitiendo, estudiando y siempre disfrutando. 

Disfrutando y aprendiendo con la misma ilusión del primer día, como un niño, y descubriendo cosas intrínsecas al deporte que siempre creo que me llevan a ser más feliz.

Pero estos últimos años he podido disfrutar de esa pasión que me provoca el deporte, y el fútbol en concreto, de una manera diferente, de una manera que nunca antes imaginé. Con unos cascos y un micrófono en la mano.

Todo ello gracias a la radio, ese cacharrito que de manera mágica, a través de unas ondas, es capaz de llenar con la voz todos y cada uno de los rincones.

Pero la verdad es que todo ha sido posible gracias a ti, Rubén. A esa primera llamada, a ese ¿te vienes a Cuenca, que queremos recuperar el Carrusel Deportivo Toledo? Algo que de manera instantánea me trasladó a mi más tierna infancia, a horas y horas de transistor en mi habitación, en el coche, en cualquier sitio con tal de seguir siempre a nuestro CD Toledo… No podía decir que no a esa sintonía tan reconocible.

Y en el camino, me quedo con un montón de aprendizajes, experiencias, emociones y vivencias en cada partido, en cada viaje, en cada previa… pero sobre todo me llevo un amigo, un gran profesional que me ha acercado, además, a otros tantos. Ha sido un lujo ver tu dedicación, tu saber estar, tu pasión, tu rigor, esa cercanía manchega, tu honestidad y compañerismo, tu saber superar las adversidades del directo… podría pasar de columna a artículo escribiendo después de tantas cosas vividas.

Por todo esto, no se me ocurre mejor manera de cerrar esta primera temporada de columnas que teniendo muy claro que la voz no se apaga, tu voz, Rubén, ese legado nunca se apagará como no se borrarán estas líneas que quedarán para siempre en este periódico, ese otro nuevo descubrimiento. Para darte las gracias por tanto a nivel personal y a nivel del deporte toledano. ¡A por tus nuevos retos!