No es difícil imaginar a Eden Hazard protagonizando una película de sobremesa, interpretando el papel del genio venido a menos que se niega a abandonar, que pelea contra su destino y al que todos miran con una mezcla incontrolable de compasión e incredulidad. «¡Mire, míster, todavía puedo hacerlo!». Pero no lo hace. Y en la banda, su entrenador, Carlo Ancelotti, le sonríe con un gesto paternal cuando Eden le mira buscando aprobación… pero gira el rostro y tuerce la boca y levanta la ceja en cuanto deja de mirarle. Pasa desapercibido en campos donde antes los regates y los arranques incontrolables y los disparos al ángulo eran rutina. Pasa desapercibido en los minutos de la basura, en los amistosos y en los oficiales de apariencia asequible como el de Cáceres. Hazard es, cada vez más, un exjugador en activo.
La historia de «Eden, la resignación» (título de esa posible película) sería algo entrañable si no fuese un futbolista que le costó al Real Madrid más de 100 millones de euros en verano de 2019, que cobra cerca de 25 millones brutos por temporada… y que prácticamente ha estado más tiempo lesionado que sobre el césped.
En efecto, el historial del belga en Chamartín es un equilibrio de una perfección grotesca entre el futbolista y el enfermo: 73 partidos ha disputado de blanco, con un balance paupérrimo de siete goles marcados y nueve asistencias… y 72 duelos se ha perdido por culpa de 16 lesiones (480 días de baja).
¿Otro 'Bale'?
El 'Duque', apodo que arrastra desde tiempos sin duda mejores, fue un fantasma sobre el césped el pasado martes. «Hazard jugará el próximo partido», prometió Ancelotti. Todavía hay detectores de calor buscando al 'siete' merengue en el Príncipe Felipe, campo del Cacereño. No pertenece ni a esa estirpe de 'jetas' que se borran de los partidos feos, ni a la de quienes se deprimen en las crisis, ni a la de los que desaparecen: tal vez Gareth Bale sí estuviese en alguna de estas categorías (puede que en las tres), pero al menos dejó una colección de fotografías y goles trascendentes para el equipo.
Ni siquiera Roberto Martínez ha conseguido sacarle las alegrías -tomando de nuevo el ejemplo de Bale- que Gales sí proporcionaba a ese golfista con trazas de jugador de fútbol. Con Bélgica, Hazard también se ha estrellado. «Hay que permitir que Hazard juegue en su posición (…) Necesita triunfar en el Real Madrid y aún puede hacerlo (…) No hay nadie con su talento y su compromiso (…) A sus 31 años aún le queda mucho fútbol», frases de hace dos semanas del ya exseleccionador belga a quien quiera escuchar: un madridismo que ya no tiene tiempo ni paciencia para seguir esperando.
Con contrato hasta junio de 2024, este es el último año en que el Real Madrid puede recuperar algo de la mayor inversión de su historia. Pero nada queda de la buena época, aquella en la que fue el jugador del año en el Chelsea (tres temporadas), 'MVP' en varios choques del Mundial'18, cinco veces en el once ideal de la FIFA… aquella en la los 'tasadores' del mercado lo elevaron hasta los 150 millones de euros (hoy, Transfermarkt lo valora en apenas 7,5). Es la tercera opción en cada uno de los puestos de ataque y aquello del 'falso nueve' que vendió Ancelotti en pretemporada ha quedado en agua de borrajas: apenas ha participado en seis encuentros de este curso. Un tipo que llegó como genio y se irá transparente, intrascendente. «Madridistas, llevo tres años aquí con muchas lesiones, muchas cosas. ¡Pero el año que viene lo voy a dar todo por vosotros!», gritó la pasada campaña...