Pelahustán despide a la vecina que «se desvivía por todos»

J.Moreno
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Tres hermanos de Belén han encabezado hoy el sepelio en una abarrotada iglesia de San Andrés Apóstol, a 50 metros del bar de la víctima y a 150 metros de la casa del detenido por el homicidio

Ramiro, Javi y Luis, los tres del centro, transportan el féretro al templo. - Foto: Yolanda Lancha

Rosa bajaba esta mañana por la calle Las Viñas con una flor en la mano. La colocó en la cancela del bar 'La boyería' y se acordó del tarro con aceitunas con que María Belén Sánchez Moreno recibía siempre a su nieta. Y de esa melena negra y rizada. Así era ella. «Amable, simpática, luchadora. Se desvivía por todos», encadena en un reguero de elogios fundidos con la admiración del resto del pueblo.

Incluido el alcalde, Roberto García, recién aterrizado en el pueblo y en el cargo. «Tenía ya una amistad intimísima, la consideraba una de mis grandes aliadas en el pueblo. Sobre todo, porque era una persona la mar de generosa, de alegre. Y colaboraba con el Ayuntamiento. A mí me ha ayudado muchísimo», reconocía compungido.

Roberto comía en 'La boyería' cuando atendía los asuntos municipales en el pueblo. El negocio, abierto hace unos 10 años, ofertaba un menú diario en un pueblo de 340 empadronados. Y todos se acordaban ayer también de las fiestas en honor del Cristo de la Esperanza, ese último 14 de septiembre, inolvidables en el bar de la plaza Vieja, a un costado del Ayuntamiento.

Una vecina pasa una rosa por el retrato de Belén tras el funeral.Una vecina pasa una rosa por el retrato de Belén tras el funeral. - Foto: Yolanda LanchaBelén, una mujer corpulenta de 175 centímetros de altura, regresó a Pelahustán recientemente después del Camino de Santiago y salió el pasado sábado por la tarde con una bicicleta recién arreglada a dar una vuelta. Y no regresó. No regresó al turno de las cenas.

«¡Madre mía, lo que nos ha pasado!», acertaban a decir los familiares apostados en la iglesia de San Andrés Apóstol. Javi, Ramiro y Luis encabezaban el sepelio por su hermana, quien apareció muerta a golpes de piedra a un kilómetro de la iglesia, en un camino paralelo a la CM-5005. Tan cerca, que multiplica la contusión de realidad. Porque el bar de Belén está a 50 metros del templo y la casa del detenido como presunto autor del homicidio, a 150 metros. Y la bicicleta que montaba la víctima apareció a 100 metros apoyada en una pared, horas después del hallazgo del cadáver.

Una fotografía grande de Belén, con esa melena negra y rizada, retenía las miradas vencidas de sus paisanos durante los 30 minutos de responso. «Lo he pasado muy mal. Tengo mucha pena», se ensombrece Tomasa, una anciana octogenaria cuyos hijos se criaron con la víctima.

Rosa, una vecina de Pelahustán, coloca una flor en la cancela de ‘La boyería’. Rosa, una vecina de Pelahustán, coloca una flor en la cancela de ‘La boyería’. - Foto: Yolanda LanchaJavi, Ramiro y Luis portaron el ferétro al interior de la iglesia de Pelahustán, un templo de estiló gótico tardío del siglo XVI que enorgullece a Pelahustán. Se levanta poderosa en la plaza del padre Ramiro Ludeña, un sacerdote pelacuco asesinado en Brasil en 2009. Otra muerte violenta que golpeó hace 14 años este pueblo de la Sierra de San Vicente. Por entonces, el Ayuntamiento ordenó también tres días  de luto.

«Los vecinos están abatidos, tristes. Es una losa que no nos la vamos a quitar en años», lamentan en la Corporación municipal que cierra hoy los tres días de luto oficial. Los pelacucos mencionaban ayer las bondades del pueblo, en un esfuerzo agónico por espantar la tristeza, la incredulidad, el horror.

«No tiene nada que ver una muerte natural a esto. Llega más fuerte a todo el mundo», reflexionaba un anciano en uno de los corrillos junto a la iglesia.

El coche fúnebre sale de la iglesia de San Andrés Apóstol de Pelahustán rumbo al cementerio, ayer en la plaza del Padre Ramiro Ludeña.El coche fúnebre sale de la iglesia de San Andrés Apóstol de Pelahustán rumbo al cementerio, ayer en la plaza del Padre Ramiro Ludeña. - Foto: Yolanda LanchaFuera del templo, Rosa aguardaba junto a su hermana la finalización del responso para acompañar el féretro. «Era muy trabajadora y muy emprendedora», recalcaban. Belén abrió primero un bar pequeño llamado 'El cuco' y luego cogió el local de la plaza Vieja, coronado por el cráneo de un buey.

«El pueblo de Pelahustán se siente consternado por este trágico suceso y, por ello, el Ayuntamiento de Pelahustán quiere demostrar su dolor y al mismo tiempo el cariño y respeto hacia María Belén, mujer rural, emprendedora, quien, en tiempos dificiles tuvo claro la importancia que significa, para el mantenimiento de las poblaciones rurales, disponer de servicios, apostando por establecer sus negocios en su localidad natal», ensalzaba la Corporación municipal en el primer comunicado tras la aparición del cadáver. Invitaba a los vecinos a concentrarse junto al bar, hoy a las 19 horas, como homenaje a la víctima y como repulsa de la violencia.

Los vecinos han improvisado estos días un altar en la cancela de 'La boyería' con flores, velas, e incluso un peluche. También, mensajes cariñosos dedicados a la víctima: «Descansa en paz, querida Belén. Que Dios te tenga en su gloria». Así figuraba en una de las velas que alfombran el negocio al que tanto dedicó Belén.

Javi, Ramiro y Luis, junto con una sobrina muy parecida a Belén, encabezaron la marcha a pie hasta el cementerio municipal, un recorrido de 300 metros flanqueado por decenas y decenas de vecinos que testimoniaban la unión de todo un pueblo.

Dentro, en el interior de la iglesia de San Andrés Apóstol casi vacía, una mujer con las piernas molidas y apoyada en unas muletas avanzaba hacia el altar. Hacia la foto de Belén. Dio un beso simbólico a la víctima y rozó el rostro con una flor. Con esa delicadeza, el pueblo de Pelahustán evidenciaba el respeto y la admiración por esa mujer encantadora y trabajadora que se desvivía por todos.