Pilar Gil Adrados

Entre Encinas

Pilar Gil Adrados


Lo que fueron desperdicios

20/04/2023

Diariamente generamos con nuestras idas y venidas un montón de desechos que, al no tener, por el momento, ni uso ni valor clasificamos de residuos y, por tanto, considerándolos desperdicios los eliminamos, llevándolos al basurero. Es cierto que poco a poco, gracias a la superación de muchos retos tecnológicos, vamos contando con métodos de valorización de esos residuos para optimizar su reconversión hacia la producción de energía o la obtención de nuevas materias primas. Así, por ejemplo, la última maleta que he comprado está fabricada con nueve botellas de plástico reciclado. Pocas me parecen, a juzgar por su versatilidad durante los viajes y por el precio que pagué.  Imagino que en la etiqueta habría recogidos más componentes y materiales, pero esos no llamaron mi atención.
Se me ocurre que, siendo un beneficio para la sociedad que acaben menos cosas en los vertederos, se lo ponemos bien difícil a los arqueólogos que en un futuro pretendan estudiar lo que ahora hacemos. Los restos y objetos que tiramos les sirven para documentar los contextos de las sociedades que los producen y conocer cómo vivían y a qué se dedicaban sus habitantes. No hace mucho, la prensa se hacía eco de los resultados de la investigación, de un equipo de arqueólogos de la Universidad de Haifa, sobre los basureros de los caravasares de la Ruta del Incienso en las antiguas ciudades nabateas del desierto de Neguev. Por allí transitaban los codiciados aceites perfumados y resinas de incienso que iban desde la India, pasando por la Península Arábiga, hasta su destino en las ciudades de la cuenca mediterránea, siendo un comercio floreciente desde el siglo III a. C. hasta el siglo II d. C. Hasta ahora prevalecía la teoría de que la ruta económica funcionaba, fundamentalmente, hacia el oeste que demandaba los preciados productos inorgánicos. Con sus hallazgos de basurero, se demuestra que los comerciantes también hacían un buen negocio, transportando en sus camellos productos orgánicos, cuyos restos el desierto ha preservado magníficamente, como pescados, mariscos y semillas de variadas frutas: uvas, granadas, melocotones, ciruelas o cidras, desde las tierras fértiles del Nilo, Mar Rojo y Mediterráneo.
Hoy día, precisamente estos restos en su mayoría habrían pasado a formar parte de la biomasa que es la fracción biodegradable de los productos, desechos y residuos de origen biológico procedentes de la agroalimentación, así como de los residuos industriales y municipales. A su vez, esta biomasa sirve de materia prima a las biorrefinerías que, aplicando sofisticadas tecnologías, la convierten en energía, biocombustibles, productos químicos de interés industrial, nuevos materiales, compost, piensos para animales e incluso alimentos. Todavía hay camino que recorrer para que el escalado de los procesos haga viable su desarrollo comercial, pero hay grandes logros como los obtenidos por la Biorrefinería de I+D CLaMber de Puertollano, donde se investiga la valorización de residuos lignocelulósicos propios de la región: sarmientos, ramón de olivo, restos de poda o paja. Así como, la obtención de antioxidantes (polifenoles), bioabonos y biogas a partir de restos de la producción de nuez de Nerpio, berenjena del Campo de Calatrava, pistacho y vino.