Gracias a José Luis Mendilíbar, la 22/23 fue la temporada en que aprendimos a enterrar ciertos prejuicios sobre la figura de los técnicos de perfil bajo: el Sevilla le contrató para evitar el descenso y terminó conquistando el corazón de la ciudad y, de paso, una Europa League. Puede que gracias a Joselu Mato, la 23/24 sea la temporada en la que hagamos exactamente lo mismo con los jugadores de perfil bajo, los 'currelas', lo que José María García -en el ciclismo- llamaba «jornaleros de la gloria».
El gallego apunta al Real Madrid y el Real Madrid apunta al gallego. En el hipotético anuncio por palabras que ha publicado se intuye algo tipo: «Se busca un 'nueve' secundario capaz de dar relevo al principal. Experiencia demostrable. Urge. Abstenerse pusilánimes». Joselu, un buscavidas que lleva recorridos más kilómetros (cambios de club) que plantillas enteras en toda su vida, que apenas ha movido 30 millones en 13 cambios de equipo y que ahora, ya con 33 años (como 'Mendi' con 62) está a punto de recoger el fruto más jugoso de su carrera. Si es que no lo está recogiendo ya con España…
Hay delanteros que, después de mucha brega, logran entender el oficio. Otros lo llevan puesto desde el principio, como Haaland. El caso de Joselu Mato es paradigmático para dar voz a los arietes que encuentran su mejor momento cuando otros se asoman el ocaso de sus carreras. Ya no es el muchacho larguirucho del Real Madrid Castilla (2010-12) que corría como si fuera a romperse y, aun con todo, logró 40 dianas en 73 partidos. Allí había llegado desde la prolífica cantera del Celta y desde allí salió al mundo: tras dos años de pruebas con el primer equipo, apenas jugó dos encuentros (y marcó dos veces, por cierto).
Buscavidas
Durante una larga década, Joselu ha ido mejorando su relación con el gol. Como un matrimonio que empieza por conveniencia y termina en amor verdadero por puro roce diario. Nunca fue un 'killer', aunque lo pretendiese. Era, a pesar de sus 192 centímetros, un 'ratón de área'. Goleador esporádico a un toque, especialista en bloques modestos que necesitan una vía de escape (habitualmente denominada «patadón sin rumbo fijo») con un delantero que termina convirtiendo 'melonazos' en balones útiles para la causa.
Bregó en Alemania, país al que se siente unido desde la página cero de su historia: sus padres trabajaban en Stuttgart y allí nació Joselu, que ya se instaló en su pueblo de Galicia (Silleda) con tres años. «Todo se lo debo a mis tres años en la Bundesliga», reconocía el atacante en una entrevista reciente, muy consciente de que esas tres temporadas en Hoffenheim, Eintracht y Hannover forjaron al jugador… y también a la persona.
Intentó hacerse un nombre en la Premier League, donde algunos equipos como el Stoke City (el que apostó por él con fuerza) todavía conservaban el viejo estilo inglés, idóneo para el internacional. Pero Inglaterra no se adaptó a él. O al revés. Apenas 11 dianas, solo 79 choques en tres temporadas y una cesión al Deportivo de La Coruña en medio del camino: en la 2017/18 fue traspasado al Newcastle.
Ya cerca de la treintena y con la maleta llena de experiencia, apostó por el regreso. Era prácticamente un desconocido, y la apuesta más atractiva era la de un equipo que peleaba por mantener la categoría (el Alavés) y un fútbol impredecible, marcado por cualquiera de los siete entrenadores que le dirigieron en Vitoria.
Terminó descendiendo, como ha acabado haciéndolo en su primera temporada en el Espanyol, pero en estas últimas tres temporadas ha sido más útil y determinante que nunca (53 dianas en equipos de la zona baja).
El gol le conoce y se gustan: la llamada de la selección española y sus tres tantos en tres duelos no pueden ser una casualidad. Fue el que aseguró los primeros puntos camino a la próxima Eurocopa con un doblete a última hora ante Noruega y el que se encontró un balón imposible en le área de Italia, al límite del fuera de juego, para sellar el billete que lleva a la Roja a la final.