La cifra de seminaristas se incrementa hasta los 115 alumnos

Á. de la Paz
-

El arzobispo Cerro Chaves preside la apertura del nuevo curso académico en el Instituto Teológico San Ildefonso y el de Ciencias Religiosas Santa María

La cifra de seminaristas se incrementa hasta los 115 alumnos - Foto: David Pérez

El arzobispado de Toledo celebró la sesión inaugural del nuevo curso académico del Instituto Teológico San Ildefonso y el Instituto de Ciencias Religiosas Santa María de Toledo. El volumen de matriculados en ambas formaciones crece respecto al último registro: el Instituto Superior cuenta con 115 alumnos, frente a los 107 de la campaña anterior, mientras que son 90 las personas inscritas en el de centro de Ciencias Religiosas, frente a las 89 pretéritas.

Durante la misa que inició la jornada, el arzobispo remarcó el valor de los ministros ante sus fieles. «Un sacerdote no acompañado es de alto riesgo», aseguró Francisco Cerro Chaves en su homilía. El prelado, parafraseando al papa Francisco, pidió «pastores que huelan a oveja y a Cristo» y defendió una labor que vaya «en comunión con la Iglesia de aquí y ahora». El titular metropolitano se congratuló del cariño que «los pueblos» de la provincia diocesana profesan a sus curas. Además, la jerarquía eclesiástica en Toledo celebró el repunte de matriculados en su oferta formativa, «un aumento en las vocaciones» que ensancha la vida del seminario. «Formarse siempre es apostar por un mayor servicio a la Iglesia y a la Humanidad, que tanto necesita el amor de Dios», aseguró Cerro Chaves en declaraciones a EFE.

La lección inaugural del nuevo curso académico fue dictada por Javier Manuel García, profesor de Psicología General y Evolutiva del instituto teológico y párroco de Cobeja. La ponencia, titulada Sacerdotes resilientes. Las claves de la resiliencia para su uso en el ejercicio del ministerio sacerdotal abordó la capacidad adaptativa de los sacerdotes ante sus comunidades. García desgranó once cualidades como fundamentos de la resiliencia entre las que incluye la espiritualidad, la intuición, el autocontrol e incluso el sentido del humor. Su aplicación se hace «siempre teniendo como base a Jesucristo, la fe y los sacramentos».

Como prólogo a su disquisición, relató su reciente experiencia en la localidad de Cobeja, una de las más castigadas por el paso de la gran tormenta del 3 de septiembre. «Visité casa por casa después de aquella marea de agua y barro», rememoró el docente. «

«Todo estaba perdido, también sus recuerdos y sus trabajos». En Cobeja, García fue testigo de «esa fuerza que hace que los hombres no se rindan ante un evento traumático», un impulso que se concreta en la resiliencia. «Pasé tres días presentándome donde no estaban las instituciones, ofreciendo consuelo a través de la oración y a la gente el poder hablar y desahogarse: que sintieran que Dios y su Iglesia estaban a su lado».