javier d. bazaga / madrid
Se estima que el 40% de las especies vegetales y animales del planeta viven, o se reproducen, en zonas húmedas. Los humedales son grandes reservorios de biodiversidad y están considerados ecosistemas únicos de inigualable valor ambiental. Pero según los estudios, en los últimos 300 años se ha perdido el 87 por ciento de estas zonas en el mundo.
Hoy domingo 2 de febrero se celebra el Día Mundial de los Humedales, con el que la administración y asociaciones ambientales de distinta índole quieren llamar la atención sobre la importancia de estos espacios para la biodiversidad.
La Fundación Global Nature lleva casi treinta años desempeñando esta labor, y es un referente en el cuidado y conservación de estos ecosistemas que, en España, padecieron un especial deterioro hasta 1984 debido a una ley que llamaba a su desecación para convertirlos en campos de cultivos. «Son muy ricos en especies animales y vegetales, pero también en recursos económicos para el ser humano», explica Carlos Zumalacárregui, responsable del proyecto LIFE Paludicola de Global Nature.
Por humedal entendemos desde una pequeña charca o nava, hasta los grandes deltas costeros, albuferas, o los grandes humedales de interior. «España es bastante rica y diversa» en humedales, con el denominador común de que necesitan el agua para favorecer esa biodiversidad y aprovechamiento económico, entre los que se sitúa el turístico como es el caso de Las Tablas de Daimiel, donde el turismo de naturaleza es una oportunidad para dar a conocer estos espacios y ponerlos en valor además de conservarlos.
Pero el deterioro ha sido muy intenso en el último siglo y hoy se considera «uno de los ecosistemas más amenazados», incide Zumalacárregui, que asegura que la pérdida ha sido del 60%en los últimos cien años, citando precisamente esa ley que impulsó el entonces ministro de Fomento, Francisco Cambó, y que promovía su desecación al ser considerados espacios insalubres o focos de enfermedades como el paludismo o la malaria.
Pero la amenaza no se detiene ahí, muchos humedales dependen de las precipitaciones y el cambio climático está poniendo en riesgo la pervivencia de algunos de ellos ante la falta de agua. En el caso de Las Tablas de Daimiel, que dependen además de la capacidad de recarga del acuífero, el problema viene por la agricultura de regadío, que ejerce una «presión mayor» sobre el humedal y «no va a aflorar». En este caso apuestan por la concienciación sobre un uso racional del agua.
En Castilla-La Mancha. Según informa Global Nature, Castilla-La Mancha alberga en su territorio un nutrido grupo de humedales de variada tipología y alto valor ambiental, tal y como recoge el Plan de Conservación de Humedales de 2002, que se marcaba entonces como objetivo fundamental el desarrollo de los valores naturales, y en particular aquellos que se vinculaban de una forma estrecha con las zonas húmedas de la región.
Este Plan reconoce que los humedales constituyen uno de los ecosistemas más productivos y de mayor valor que proporcionan al conjunto de la sociedad múltiples bienes y servicios que, tradicionalmente, no han sido tenidos en cuenta por el ser humano.
Los primeros estudios realizados en la región sobre humedales ponían de manifiesto la existencia de al menos 400 humedales de tipologías muy diversas, de los que ahora 285 han sido incluidos en el Inventario Español.
Entre estos humedales se encuentran las lagunas de origen volcánico del Campo de Calatrava, las lagunas asociadas a sistemas fluviales sobre llanuras de inundación como la Laguna del Taray o el Parque Nacional de las Tablas de Daimiel, lagunas asociadas a formaciones de origen kárstico como las Lagunas de Ruidera, humedales estacionales salinos y salinas interiores, que se distribuyen a lo largo de La Mancha Húmeda y otros puntos de la región.
Así, los humedales castellano- manchegos constituyen ecosistemas que poseen altos valores ecológicos tanto desde el punto de vista de su flora como de la vegetación asociada y por algunas especies de fauna muy específicas y propias de ellos.
Colaboración institucional. Carlos Zumalacárregui asegura que tanto los ayuntamientos como las comunidades autónomas están comprometidas con esta tarea de conservación de los espacios, por lo que es una suerte tenerlas de cómplices. «Ellos son los gestores de estos espacios» y aclara que son socios que caminan juntos desde la Fundación y la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha en este tipo de proyectos. «Trabajamos codo con codo», afirma, porque las administraciones «han cambiado esa mentalidad» y ven la recuperación de humedales «un motor económico».
El 2 de febrero es el Día Mundial de los Humedales, fecha en que se firmó en 1971 el Convenio sobre los Humedales, a orillas del Mar Caspio, en la ciudad iraní de Ramsar. Uno de los principales logros de este acuerdo, también llamado Convenio de Ramsar, ha sido la creación de la lista de humedales de importancia internacional. Dicha lista está compuesta por 2.293 humedales de 169 países. El principal objetivo del Convenio es «la conservación y el uso racional de los humedales mediante acciones locales, regionales y nacionales y gracias a la cooperación internacional, como contribución al logro de un desarrollo sostenible en todo el mundo».
El objetivo de esta efeméride es visibilizar y crear conciencia acerca del valor de los humedales para la humanidad y el planeta. Con este fin, cada año se selecciona un lema que ayuda a centrar la atención en alguno de sus valores y funciones esenciales. El lema escogido para el Día Mundial de los Humedales 2020 es ‘Los humedales y la biodiversidad’.
Un viaje con escala
El proyecto LIFE Paludicola se ha diseñado como hilo conductor para la conservación de estos humedales. El objetivo es trabajar por la conservación de una especie de ave en peligro de extinción, el carricerín cejudo (Acrocephalus paludicola), el pájaro pequeño más amenazado de Europa y tan amenazado como lo está el oso polar o el oso cantábrico, afirma su responsable. Este pájaro realiza migraciones para las que necesita hacer escalas, paradas para descansar y repostar. Y lo hace en los humedales de la península. Por eso, si queremos conservar a esta especie y evitar que se siga reduciendo su población, la solución pasa por preservar estos espacios para su reposo.
Para ello se han diseñado distintas acciones que se han llevado a cabo durante el período 2017-2020 en 12 municipios de tres regiones españolas (Castilla-La Mancha, Castilla y León y Comunidad Valenciana), todas ellas incluidas en espacios de la Red Natura 2000. La iniciativa está cofinanciada por el programa LIFE de la Unión Europea y son socios de la misma la Fundación Global Nature y la Junta de Castilla y León. «Los animales dependen de estos ecosistemas para sobrevivir», advierte Zumalacárregui.