Editorial

La guerra cainita en la izquierda y la posible factura en las urnas

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Todas las encuestas coinciden en que el Partido Popular de Alberto Núñez Feijóo logrará la victoria en las elecciones generales del próximo 23 de julio. La cuestión es saber con cuántos diputados, si dependerá en demasía del apoyo de Vox o si el PSOE y el bloque nacionalista y de la izquierda volverán a permitir de nuevo la conformación de un Gobierno Frankenstein que posibilite otro Ejecutivo de coalición. Con las listas prácticamente perfiladas, los partidos se afanan ahora por comenzar a dibujar las que serán las líneas generales de sus programas electorales, aunque el ruido de sables que se está registrando en Sumar por la exclusión de Irene Montero acapara toda la atención; una herida que no termina de cerrarse y que puede acabar pasando factura en las urnas.

Los ataques desde las filas de Podemos a la coalición que lidera Yolanda Díaz han sido constantes desde que el pasado viernes se conocieran los vetos. Sin embargo, el de ayer, lanzado por Pablo Iglesias, fue el más duro y contundente, tras acusar a la gallega de «haber regalado a la mafia mediática» la victoria por la no inclusión de la ministra de Igualdad en las listas. El que fuera secretario general de la formación morada advirtió a Díaz que sus vetos van a tener consecuencia en las urnas, con la pérdida de votos en una coalición que nace herida, dejando caer que una parte importante del electorado de Podemos no va a respaldar a Sumar en las urnas. Esta guerra cainita, en la que algunos tiran piedras contra su propio tejado, retrotrae a épocas pasadas donde se han ido registrando divisiones y confrontaciones en una izquierda que han terminado por perjudicar al conjunto. La historia se repite una vez más y, aunque Díaz quiso echar ayer balones fuera y restar importancia a las consecuencias que puede o no tener la ausencia de Montero, los ataques del partido morado sólo sirven para torpedear ese «gran acuerdo» de la izquierda.

La realidad es que la líder de Sumar ha calculado al milímetro lo que suponía dejar fuera a la ministra de Igualdad o a integrantes tan ilustres de Podemos como Pablo Echenique. Díaz considera que el peaje que se iba a pagar en las urnas por su presencia en las listas iba a ser mayor que el beneficio, más aún teniendo en cuenta el varapalo que se habían llevado Belarra y los suyos en las elecciones municipales y autonómicas del pasado 28 de mayo.

Habrá que ver cómo se desarrollan los acontecimientos, pero la división y el ruido constante generan dudas en un partido instrumental, nacido para conseguir mayor representación y para postularse como el socio preferente del PSOE.