Toledo, ciudad de menos de 100.000 vecinos con más deporte

I. G. Villota
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Cuenta con más de un millón de usuarios anuales, entre practicantes y espectadores, en sus más de 50 instalaciones ubicadas en todos los barrios, la mayoría proyectadas en los años 80

Toledo, ciudad de menos de 100.000 vecinos con más deporte

Echar una vistazo al pasado nos suele ayudar a valorar las cosas que tenemos hoy y el esfuerzo que supuso ponerlas en marcha. En todos los ámbitos de la vida. En lo general y en lo concreto. Hablando del deporte toledano, el 50 cumpleaños del Patronato Deportivo Municipal (PDM) reúne en una conversación con La Tribuna a dos de sus ‘almas’, el exgerente del organismo, Julio Conde, y a Juanjo Pérez del Pino, exconcejal de Deportes en las legislaturas 1983-1987 y 2015-2019, hoy todavía responsable de Movilidad, Seguridad Ciudadana y Participación Ciudadana.  

Ambos recuerdan  los primeros pasos de una institución que nació en 1969, pero que vivió a mediados de los 80 su «’refundación’ y gran revolución». Fue ahí cuando se tomó conciencia de la importancia del deporte, de llevar el deporte a los barrios como fórmula para dar una alternativa a los jóvenes y también para crear hábitos de vida saludable.

Hablan de «éxito» del modelo y si atendemos a las cifras no hay más que darles la razón. Toledo es hoy la ciudad de menos de 100.000 habitantes con «más práctica deportiva y más instalaciones para practicar deporte», reivindica Conde, ya jubilado pero vinculado estrechamente a este mundo, desde diferentes asociaciones, pero también en la práctica. «Sigo saliendo a correr tres veces a la semana», confiesa.

La capital regional cuenta con «más de un millón» de usuarios anuales, entre practicantes y espectadores, en sus más de 50 instalaciones ubicadas en todos los barrios, la mayoría proyectadas en los años 80, recuerda Pérez del Pino, con el socialista Joaquín Sánchez Garrido como alcalde.

El Patronato se crea en 1969 como una sección de Deportes del Ayuntamiento. Tenía cinco trabajadores. Julio y Juanjo recuerdan a Isidoro, Manolo, Felipe, Álvaro y Agustín. Este último, ya fallecido, fue el ‘visionario’. Trabajaba en Obras pero por las tardes lo hacía en ‘Educación y Descanso’, una entidad vinculada al deporte. Moviéndose en ese mundo, explica Julio, fue cuando Agustín «entró en contacto con personas de otras provincias y empezó a escuchar que se hablaba de la posibilidad de crear una institución deportiva en las ciudades, lo que iba a ser el futuro del deporte municipal».

Fueron los cimientos del actual PDM. «Si no recuerdo mal fuimos la segunda ciudad en fundarlo. Tenemos los estatutos guardados», subraya Julio. «Después siguió funcionando pero todo cambió para bien con la llegada de la democracia».

En este apartado, Juanjo apunta al 83. «Accedimos al Ayuntamiento en minoría y retomamos los carnavales, tomamos conciencia de la importancia del deporte... Llegamos con un concepto diferente y convencidos de que había que adaptar la ciudad a los nuevos tiempos».

Fue en esa legislatura cuando se proyectaron buena parte de las instalaciones deportivas que hoy conocemos. «El objetivo es que todos los barrios, o casi todo, tuvieran un pabellón, una pista y una piscina», indica.

Para ello había que sacar adelante un plan de infraestructuras que los socios del PSOE en el Ayuntamiento -el PC- aprobaron pero sin dotación económica, es decir, no aprobaron. «Yo me fui asociación por asociación contando lo que pasaba y la presión de la calle les hizo unos meses después dar marcha atrás», rememora.

La decisión de crear tantas instalaciones deportivas, sostiene Julio, era muy criticada en las asociaciones de gestión deportiva de otras localidades. «Nos decían que si estábamos locos, pero yo les explicaba que Toledo es una ciudad dispersa con barrios alejados, que son islas, y la cultura de barrio que existe».

Precisamente esta fue una de las claves del éxito. «En Azucaica o el Polígono la gente iba a la piscina de verano en chancletas y con la toalla colgada al hombro por la calle. Estaban en casa y se creó cultura de uso de las instalaciones», indica Julio.

También recuerda que en esos años había un movimiento vecinal muy fuerte y comprometido que ejercía presión. «Venían de un barrio y decían que ellos también querían una piscina y es que en esta ciudad las elecciones a veces se han ganado o perdido por 100 votos».

El Patronato tenía en sus primeros compases tras la refundación unos 60 millones de pesetas de presupuesto, hoy son casi 5,3 millones de euros, el 6 por ciento del presupuesto municipal.

Juanjo reivindica que el modelo es exitoso, toda vez que la ciudad cuenta con 40 deportistas de élite y más de 160 clubes. «Hay quien critica que no tenemos instalaciones enormes y maravillosas, pero la apuesta por el deporte está ahí. Por eso la pasada legislatura iniciamos un plan renove para mejorarlas y hay que continuar con ello».

Julio va más allá. Cree que Toledo también es una ciudad del deporte cotidiano, del que tiene el hábito de ir a correr, de dar la vuelta al Valle, de jugar al pádel o nadar en las piscinas. «Cuando viene gente a visitarme me pregunta por qué hay tanta gente corriendo por la calle en Toledo. Y yo respondo que en Toledo hay hábito. El deporte es salud», enfatiza.

Una idea con la que enlaza Juanjo. Recordando que con la apuesta por el deporte en los barrios se ofreció una alternativa a los jóvenes. Recuerda que al poco de terminar la construcción de la piscina climatizada del Salto del Caballo se encontraron todos los cristales rotos por un acto de vandalismo. Sin justificarlo, indica que «quizá lo hicieron porque tenían poco que hacer, porque había poca oferta». «El deporte es un elemento que contrarresta eso. Siempre hemos hecho lo posible para que la gente esté vinculada al deporte porque es más sano que estar ‘baruto’», reflexiona.

Julio habla también del problema de drogas que había en ese momento. Él fue uno de los fundadores del club de baloncesto Polígono y recuerda que hace unos días en la gasolinera le identificó uno de los chavales que empezó a jugar. «Me dio las gracias porque gracias al baloncesto salió de un mundo en el que estaba entrando».

Otro de los grandes momentos fue el desembarco de INEF en el Campus de la Fábrica de Armas de la Universidad de Castilla-La Mancha (UCLM). «Se dice que Bono se lo quería llevar para su tierra, para Albacete, pero el Ayuntamiento y los trabajadores del Patronato nos partimos la cara y se quedó aquí. Los estudiantes utilizaron las instalaciones de la ciudad hasta que construyeron las del campus», recuerda Julio.

Respecto al futuro, ambos están convencidos de que a esta institución le espera una larga vida para la que es esencial el compromiso. Un compromiso del que ellos hacen gala.