"Olvidar sería una traición a nuestra memoria y a las víctimas"

María Albilla (SPC)
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"Olvidar sería una traición a nuestra memoria y a las víctimas"

Irene Villa lleva toda la vida superando ochomiles. No hay limitación física o mental que la frene. Ya lo dice ella misma: «La vida es un reto, afróntalo» y eso lleva haciendo desde que el destino la puso cara a cara con el horror que supuso convertirse en víctima de ETA con solo 12 años tras sufrir un atentado con coche bomba en Madrid, aún hoy sin culpables, en el que perdió las dos piernas y tres dedos. Reconoce que ya entonces podía haberse dejado llevar por la pena y la tristeza, pero que la fuerza y el optimismo forman parte de su ADN, que le impulsaron a seguir y a superarse cada día. Consiguió ser periodista, logró ser psicóloga, cumplió su sueño de ser madre y ha ganado varias competiciones de esquí alpino adaptado. Lo cuenta en Los ochomiles de la vida, los hitos que ha conquistado como la atleta de la vida que es. 

Tiene tres palabras mágicas para la vida: perdona, agradece, confía…

El perdón ha sido para mí una liberación en muchos momentos de la vida. Siempre hay gente que te hace daño consciente o inconscientemente y creo que perdonar es la forma más inteligente de mirar hacia adelante.

Las gracias es el imán para los milagros. Yo, desde que agradezco, vienen las cosas solas. En lugar de pedir, hay que agradecer. Genera una energía mágica.

Y confiar... ¡porque, muchas veces, en momentos como este en plena pandemia, no nos queda otra! Lo mejor está por llegar. Hay que utilizar la dificultad como un trampolín hacia algo mejor.

¿Cómo cree que puede ayudar a otras personas a través de este libro suyo?

Pues es que son cosas reales, cotidianas. Muchas de las cosas que yo he pasado lo van a pasar otros. Un divorcio, perder a un ser querido... es fácil sentirse identificado y lo que yo muestro es una filosofía de vida gratis y efectiva. Yo creo que puede ayudar mucho.

¿En los momentos complicados no es especialmente difícil decirle a alguien que busque el lado bueno de la vida?

Pero es que es ahí cuando hay que enfocarse en lo bueno. Me suelen decir que transmito paz y yo creo que mi estabilidad emocional viene por ahí, por encontrar en la adversidad un rayo de luz y tirar de él. Donde pones la atención es lo que florece y solemos poner el foco en los problemas. No, hay que poner el foco al final del túnel. Hasta de las cosas más terribles he conseguido sacar un aprendizaje que ha hecho que valgan la pena.

¿Usted no tienen mañanas en las que, con perdón, le gustaría mandar todo a la mierda?

Claro que sí, pero enseguida lo transformo. Hoy sin ir más lejos me he levantado sin ganas de hacer nada, pero nada, porque estoy agotada. ¿Qué he hecho? Me he puesto la canción de Jerusalema, me he puesto a bailar y ahí cambia la energía, pero claro que tengo días de mierda. La clave está en que no le dejo tiempo ni a la negatividad ni a la desolación.

Ha tenido una peculiar revolución de los 40 que ha llegado con un divorcio y un libro en ciernes… No está mal para empezar la década.

No, la verdad es que como dice Alejandro Sanz he empezado pisando fuerte, como hay que hacerlo en las nuevas etapas. 2021 va a ser un buen año también para abrir una nueva etapa con ímpetu y con toda nuestra energía, dejando atrás los miedos y las preocupaciones de la COVID-19.

Y como dice mi madre, a mí el 2020 que me lo devuelvan...

Pues sí. Yo me he reconciliado con el 2020, pero es cierto que a mucha gente le va a costar reconciliarse con este año porque ha habido demasiada incertidumbre social, económica, política...

Uno de los primeros ochomiles que tuvo que superar fue con solo 12 años, tras el atentado de ETA. ¿No es demasiado pronto para una escalada así?

Cuanto antes, mejor. Los niños se adaptan a todo, así que cuanto antes aprendas a interiorizar esos cambios abruptos y esas dificultades, mucho mejor.

¿Cuándo entendió qué era realmente la banda terrorista y lo que le había hecho a su familia?

En el mismo hospital me explicaron que era una gente que quería la independencia de una parte de España y yo decía, ‘pues que se la hubiesen dado y así yo tendría mis piernas’. La inocencia de los 12 años. Luego me di cuenta de que no teníamos la llave de sus deseos independentistas ni los guardias civiles, ni los jueces, ni los niños que han sido asesinados en nombre de esa independencia. Vi que no tenía ningún sentido e intenté seguir con mi vida. 

Sí fui una joven muy beligerante. Me fui al País Vasco para pedir el endurecimiento de las penas y el cumplimiento total de las condenas y que dejaran de matar. Ese activismo duró hasta 2011, cuando me quedé embarazada de mi primer hijo. Justo ese año, ETA anunció el cese definitivo de la violencia. Tuvieron que pasar 20 años y lo hicieron justo el 20 de octubre, el día de Santa Irene.

Es capaz de perdonar. ¿Y olvidar?

¿El olvido? Para nada. Eso sería una traición a nuestra memoria y a las víctimas. Es una parte de nuestra historia. No se puede olvidar. Es como si dijeran que se olvide la guerra civil, pues no. Es parte de nuestra victoria y de nuestra vida y aquí ha pasado algo horrible durante 50 años.

De hecho, el atentado que usted sufrió está todavía sin resolver. ¿Qué se siente?

El nuestro es uno de los 300 casos de ETAque están sin resolver, pero yo estoy tranquila. Sé que el que la hace la paga y no tiene por qué ser por la Justicia.

¿Cómo les explicó a sus hijos lo que le sucedió?

Pues como fue. Que hubo un tiempo en el que había gente que mataba para lograr un objetivo y que nos tocó a nosotras. Ya está.

¿Es partidaria de que el terrorismo de ETA se cuente en los libros de Historia de España?

Por supuesto. Se tiene que saber lo que pasó. Es lo justo. No se puede cerrar los ojos a 50 años de Historia de España. No tendría ningún sentido quererla borrar. Tiene que saberse y estudiarse igual que se hace con los Reyes Católicos.

Leyó Patria y ha visto también la serie. ¿Le gustó?

Me parece un bonito recuerdo y explicación de lo que pasó durante décadas en el País Vasco. Se refleja perfectamente el odio y cómo este estupidiza a la gente. Me encanta la frase de Pepe Mujica, el expresidente de Uruguay, que dice «en mi jardín dejé de cultivar el odio porque estupidiza a la gente». Pues eso.

La verdad es que la serie está fenomenal hecha, cómo refleja el miedo, el silencio cómplice, cómo le afectó a la gente joven...

En la actualidad, el Gobierno se alinea para firmar pactos con EH Bildu, los presos de ETA están siendo acercados a las cárceles vascas, la competencia de Prisiones está cerca de traspasarse al País Vasco… ¿Se están haciendo demasiadas concesiones con el daño que el terrorismo ha hecho a este país?

Hace muchos años que no opino sobre la política. Dejé el relevo a otras víctimas y a la sociedad civil para enfocarme en la educación en valores de los jóvenes y en el deporte y la discapacidad. 

Pero usted como ciudadana leerá la prensa y verá los informativos y, por tanto, alguna opinión tendrá sobre lo que pasa a su alrededor...

Vivir al margen de la política es una vida mucho más feliz. Cuando hay que votar voto y ya está. Conozco a mucha gente como yo que desde que vive ajeno a la política es mucho más feliz.

Perdone que insista, pero no comprendo cómo se puede vivir sin que te importe, por ejemplo, que se apruebe que el castellano deje de ser la lengua oficial del Estado.

¿Y qué se puede hacer contra eso? Solo mala sangre. Por eso al final elijo no sufrir.

El atentado, el divorcio del que hablábamos antes, la pérdida de un cuarto hijo en camino... La vida le ha puesto varias veces contra las cuerdas.

Sí, pero lo importante no es lo que te pasa sino lo que tú eres capaz de hacer con eso. Yo podía haber tirado la toalla, me podía haber rendido, pero no lo contemplo como una opción. Estoy segura de que todo lo que nos pasa sirve para evolucionar y cambiar y la responsabilidad es de uno mismo.

¿Qué le lleva a la conclusión de que el dolor es inevitable, pero el sufrimiento opcional?

El dolor viene cuando menos te imaginas, es inevitable. Pero si tú te quedas en eso, en el lamento y la autocompasión, estás perpetuando un sufrimiento, que es completamente inútil.

Una vez que pasas el duelo, que reconoces y aceptas lo que ha pasado... pues a otra cosa mariposa.

El dolor físico es muy incapacitante y más cuando se cronifica. Me consta por lo que ha explicado sobre sus operaciones, que sabe bien de lo que hablo. ¿Cómo se sobrepone ante este malestar? 

Prefiero mil veces el dolor físico que el dolor psicológico. El dolor psicológico que me causó perder a un bebé, aunque fuera en el embarazo, fue mucho peor que tolerar los tornillos o las infecciones que he pasado. Por eso creo que hay que colocar ese dolor emocional en un lugar donde no moleste para no regodearse en él y que se convierta en sufrimiento.

¿Ha tenido que trabajar duro para convertirse en una persona asertiva y optimista o le venía de serie?

Hay un porcentaje que viene de genética. Siempre he sido una persona entusiasta y feliz y claro, el otro 60 por ciento... también se entrena.

Hablando de entrenar, practica desde hace años esquí alpino adaptado, que se ha convertido en uno de los motores de su vida.

Se ha convertido en una auténtica pasión. Yo a todo el mundo con discapacidad le recomiendo que practique algún deporte porque te llena de energía y te aporta mucha más calidad de vida.

¿Qué le llevó a la montaña?

Empecé en el año 2000 para demostrar a otras personas con discapacidad que también ellas podían esquiar y acabé ganando medallas y compitiendo a nivel europeo. Ahora lo sigo haciendo, pero las medallas se las llevan las niñas de 14, 15 y 16 años. Me siento muy orgullosa de formar parte del equipo de la Fundación También.

¿Usted se pone algún límite en la vida?

No. Desde luego ese poder mental es el que me ha hecho ganar las medallas. No tengo muchos talentos... Es el poder mental y la positividad lo que te lleva a conseguir el éxito en cualquier faceta de tu vida.

¿Cuál es el siguiente ochomil que se ha marcado el objetivo de conquistar?

Yo ahora aspiro a ser sherpa en los ochomiles de mis hijos. Quiero estar ahí para ayudarles, para empoderarles y animarles a que se enfrenten a sus propios retos. Pero bueno, seguro que algo nuevo haré... Ahora me voy a México a dar unas conferencias y seguro que surgirán nuevos ochomiles.

Dice que la mayor discapacidad del ser humano no es la física, sino la de no enfrentarnos a nosotros mismos. ¿Por qué nos evitamos?

Porque cuesta mucho mirar hacia dentro y ver nuestras sombras, lo que nos limita. No nos gusta, nos molesta. Pero a veces es necesario hacerlo para poder crecer. La falta de humildad, el ego, es el que hace que no nos demos cuenta de que siempre hay algo que mejorar y, además, hasta el último día de nuestras vidas.