Sanz Roldán, el hombre de los secretos de Estado

Pilar Cernuda
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El director del CNI cesó de forma automática el 4 de julio de sus responsabilidades al frente de los Servicios Secretos con una brillante carrera de logros antiterroristas y de ciberseguridad

Sanz Roldán, el hombre de los secretos de Estado - Foto: J.M. Prats

Hace pocos meses, el responsable de garantizar la seguridad de EEUU invitó a un almuerzo en Washington a los directores de los Servicios de Información e Inteligencia más eficaces del mundo, o que él consideraba más eficaces tras varios años lidiando con problemas de gravedad extrema. 

El teniente general Félix Sanz Roldán, director del CNI con categoría de Secretario de Estado, era uno de los que se sentaron en torno a esa mesa. Aunque no fuera más que por uno solo de los servicios prestados a Estados Unidos, tenía bien ganado el sitio: su equipo, los hombres y mujeres que trabajaban a sus órdenes en el CNI, habían pasado a los responsables americanos de la seguridad nacional todos los datos que permitieron abortar un gran atentado que estaban a punto de cometer los yihadistas en Boston, ciudad que ya había sido víctima de la tragedia en la primavera de 2013, cuando los terroristas detonaron los artefactos explosivos colocados en el último tramo de la maratón de la ciudad, con el resultado de cinco muertos y casi 300 heridos.

El general ha estado 10 años al frente del CNI, a donde llegó en un momento complicado, pues su antecesor Alberto Sáez, nombrado por José Bono, se vio envuelto en una polémica cuando se le acusó de apropiación indebida de fondos del Centro. El presidente Zapatero decidió nombrar a Sanz Roldán nuevo director del Centro. Le conocía muy bien, había sido Jefe del Estado Mayor del Ejército, la máxima autoridad militar, y Rodríguez Zapatero le nombró asesor del presidente al llegar el momento del cese. 

Entre los servicios más importantes que hizo a España esos días fue concertar un encuentro entre el Secretario de Estado de Asuntos Exteriores, Bernardino León, con el Secretario de Seguridad Nacional de Estados Unidos, buen amigo de Roldán de los tiempos en los que había estado destinado en la embajada española en Washington. El gobierno norteamericano estaba indignado con Zapatero por haber decidido, unilateralmente, la retirada de las tropas españolas de Afganistán, y la reunión de León y Sanz Roldán con el alto cargo militar apaciguó mínimamente las cosas, aunque no sirvió para que el presidente Bush considerara a Zapatero un aliado en el que pudiera confiar.

Roldán ha tenido en cambio la confianza de tres presidentes, Zapatero, Rajoy y Sánchez, y de dos Reyes, Don Juan Carlos y Don Felipe. Hace pocos días, en un encuentro de los que mantenía habitualmente con el presidente, no se habló de su futuro aunque los dos sabían que el día 4 de julio se produciría el cese automático como director del CNI al finalizar su segundo mandato como responsable de los servicios de inteligencia. El Gobierno, en funciones, ni podía confirmarle -no contaba Roldán con ello debido a lo prolongado de su mandato- ni tampoco podía nombrar sucesor, por la misma razón, por lo que la última semana ha sido de despedidas para el general, que tiene a sus espaldas 40 años en cargos de responsabilidad,. 

Es un hombre que ha hecho esfuerzos por llevarse bien con todo el mundo, que ha cuidado las relaciones no solo con los miembros del Gobierno sino también con la oposición, y con una inconmensurable lista de contactos en todos los ámbitos. Incluso, lo que no es fácil, mantiene buenas relaciones con la mayoría de los periodistas -hay excepciones- a los que ha dado siempre información veraz hasta donde podía ofrecerla. 

Ha sido víctima de una campaña demoledora por parte del ex comisario Villarejo y su cuadra de periodistas, campaña que ha acabado en los tribunales -Roldán no dudó en interponer querellas- con escaso éxito para el ex comisario. En esa batalla de desprestigio ha tenido un papel destacado Corinna Larssen, convencida por Villarejo y Juan Villalonga para dejarse grabar una conversación guionizada en la que vertía graves acusaciones contra el Rey Juan Carlos. El propio Sanz Roldán se había reunido antes con Corinna en Londres, tratando de suavizar la actitud bélica contra el Soberano por parte de una mujer despechada.

La relación de Sanz Roldán con Don Juan Carlos es excepcional, como la que mantiene con el Rey Felipe, pero la del Rey Emérito ha sido muy larga, muy estrecha, en la que el director del CNI, antes Jemad, ha ofrecido importantes servicios al Jefe del Estado, no solo en el plano personal. Esa estrecha amistad ha provocado también que ciertos sectores hayan sentido recelos hacia el hoy cesante director del CNI, pero la prueba de que cuenta con el respaldo de quienes le conocen es que ha sido confirmado en su puesto por los tres últimos presidentes de Gobierno, dos socialistas y uno del PP.

Estuvo al frente del CNI en los últimos años de actividad de ETA, durante su mandato se realizaron importantísimas operaciones en las que otros se pusieron las medallas pues, como es sabido, el CNI puede investigar pero no detener. Pasa los datos a la Policía o Guardia Civil para que procedan en consecuencia. En estas década su dedicación máxima como director del CNI ha sido la lucha contra el terrorismo yihadista y la ciberseguridad, un asunto que inquieta cada vez más a todos los gobernantes del mundo. 

Éxitos y fracasos

Del CNI, como de todos los servicios y agencias de seguridad, solo se conocen los fracasos, pero nunca los éxitos. Por ejemplo, lo ocurrido con las urnas del 1-0 en Cataluña. El CNI reconocen que efectivamente fue un fracaso, así lo califican. No eran los únicos encargados de garantizar esos días que no se celebrara en Cataluña un referéndum ilegal. También consideran un fracaso todos y cada uno de los atentados sufridos en todos estos años, y no mencionan los éxitos. Que también los hubo.

Algún día alguien podrá contar los detalles de cómo se consiguió liberar a los españoles secuestrados por yihadistas -con ayuda de una mujer del CNI, por cierto- , o por los piratas que trabajaban en los mares del cuerno de África, todo ello en tiempos de Sanz Roldán. O cómo se consigue información sobre los movimientos de los terroristas yihadistas en el Sahel africano, o cómo se abortó un ataque a una guardería en la Siria ocupada que el Daesh hacía pasar por un cuartel de su ejército, o qué importante operación de la mafia rusa fue desarticulada en la costa andaluza o cómo se detectó que un conocidísimo corresponsal periodístico trabajaba para los servicios secretos de su país. Todo ello en tiempos de Sanz Roldán, aunque no ha sido el único director del CNI, antes CESID, que tiene una brillante hoja de servicios al Estado. 

Fue de las pocas personas que se ocupó del teniente general Manglano, el hombre que ha estado más tiempo al frente de los servicios secretos, en sus últimos años de vida. Otros compañeros se alejaron de él cuando perdió su cargo por una operación ignominiosa organizada por un traidor, hombre de su confianza, que además contó con la colaboración necesaria del eterno grupo de periodistas que necesitan los miserables para conseguir sus objetivos.

Sustituye a Sanz Roldán una mujer. Paz Esteban, secretaria general del CNI, se convierte, en funciones, en la primera fémina que dirige los servicios secretos españoles. Su trayectoria es amplia, los destinos que ha ocupado han sido relevantes tanto dentro como fuera de España.