Nació en Australia y vivió toda su infancia y adolescencia en Burgos, pero Lía Beel se ha ganado ya el derecho a participar el próximo mes de noviembre en el Campeonato delMundo IPC de atletismo de Dubái con ‘pasaporte’ toledano. La atleta ciega lleva siete meses residiendo y entrenando en la capital, así que la CiudadImperial ya es parte integrante de un futuro que se antoja prometedor.
Lía Beel (22-7-1995) es campeona de España de 100 y 200 metros lisos y campeona de Europa de 200 y subcampeona de 100. Todo en 2018. Además, tiene en sus piernas unas Paralimpiadas, las de Río de Janeiro en 2016, y dos Campeonatos del Mundo. Aún así, acude a los Emiratos Árabes Unidos con el reto de superarse porque «los primeros torneos internacionales fueron los peores de mi vida; a nivel competitivo salieron mal y psicológicamente no me encontré bien». De todos modos, Beel asegura que salió reforzada como deportista: «Me hizo entrenar más duro y mejor».
En Dubái quiere meterse entre las ocho mejores atletas en las dos pruebas en las que va a participar, los 200 y los 400 metros. En la primera distancia añade también el objetivo de bajar de 28 segundos (28.08 es su marca personal), mientras que en la vuelta a la pista quiere acabar con menos de 1 minuto y 3 segundos (1:03.53 es su mejor registro).
La atleta que corre hacia el futuro - Foto: VÁctor BallesterosLa burgalesa afincada ahora en Toledo ha cambiado los 100 por los 400 porque piensa que tiene «más posibilidades a nivel mundial» dentro de la velocidad paralímpica, en la que Brasil y China son las potencias. Este Mundial será también un ensayo de cara a lo que está en el horizonte en 2020, el Europeo dePolonia y los Juegos Paralímpicos de Tokio.
Lía quiere quitarse la espina de Río. «Al final eres muy joven y tienes poca experiencia y unas Paralimpiadas se te quedan grandes; lo das todo durante la temporada por entrenar duro y hacer la mínima y cuando llega la competición, se te hace muy larga».
Pero ser atleta de nivel supone un esfuerzo desmedido y Lía Beel, con una beca modesta porque no tiene ni medalla olímpica ni mundialista, no ha tenido más remedio que ponerse a trabajar. Se levanta a las 6 de la madrugada para estar a las 8 en la clínica Rodman, donde ejerce como fisioterapeuta. A las 15:00 horas cierra, come y descansa entre media hora y una hora antes de irse a entrenar. «Al final llego a casa a las 10 de la noche para cenar y dormir», narra ella misma. Beel confiesa que le gustaría «poder descansar, como todo el mundo», pero lleva una vida «como si tuviera dos trabajos, uno como ‘fisio’ a jornada completa y otro a media jornada, que es entrenar».
Finalmente, admite que la vida en Toledo es magnífica gracias a su trabajo y a que «la pista de la Escuela de Gimnasia está muy bien para entrenar; está muy cuidada y eso se agradece», concluye la velocista.