Todo en el mundo es burla

Ilia Galán
-

Unos a otros se engañan, así es el triste y cómico juego del mundo, y con esa frase acaba Verdi la última de sus óperas, 'Falstaff', escrita sin las habituales prisas y presiones, por puro gusto

Todo en el mundo es burla

Alcanzando los 80 años, Verdi terminó a su gusto esta música que, junto a Otello, es tan diferente de las demás, volviendo al género cómico, donde había cosechado tremendo fracaso con Un giorno di regno..., cuando se estrenó en 1893. Falstaff, sin embargo, llegó a ser un enorme éxito y se consideró como su canto de cisne; se convertía así en un aplauso final de su devoto público italiano y no solo: ya al año siguiente se estrenaba en España, en el Real.

Esta obra maestra es especialmente apreciada por los entendidos en música aunque resulta más difícil para el resto del público, pero funciona de modo ágil gracias a la divertida trama y sin dejar de mostrar un fondo moral crítico y hondo. 
El protagonista, Falstaff, es un caballero corrupto que vive inmerso en todo tipo de vicios y aquí se representa como un tunante borrachín que va buscando cómo ganarse la vida mientras deshonra casas y juega con todo. En algunos rasgos recuerda a la vida amorosa del compositor, pues los cuernos son tema central durante mucho tiempo. El vicioso caballero que va a engañar a unas damas casadas cae luego en sus enredos y es burlado por ellas, quienes, con sus ayudantes y el marido que iba a sufrir el engaño, es castigado finalmente, en divertidos modos. Este vicioso gentilhombre declara que hay que saber robar con gracia y en el momento justo, y es ajeno a cualquier requerimiento ético: ¿Puede el honor la panza llenar?

El libreto de Boito, con quien ya había trabajado, juega con dobles sentidos que en la actual representación del Teatro Real quedan patentes, dando riqueza a un juego que entretiene e ilustra sobre cómo la vida del materialista y hedonista caballero acaba mal. Era la tercera obra de Verdi que se basaba en Shakespeare, autor tan apreciado en el Romanticismo y por él mismo. Después de Macbeth y Otello, Las alegres comadres de Windsor llegan y se unen ante el burlador, que acaba burlado.

Las mujeres unidas declaran: Mostraremos a los hombres la alegría de las mujeres honestas. La música, como en Otello, es muy diferente de las obras anteriores pues la orquesta más que acompañar a las líneas vocales las integra. Hay aquí muchos fragmentos que nacen y mueren con gran brevedad y los grandes coros característicos de sus monumentales óperas apenas se ven sino en su radiante final. Donde tanto Falstaff como el celoso marido y el elegido prometido de su hija quedan como cornudos o burlados, los tres, por la estratagema femenina. Falstaff se queja, como todos los malvados cuando reciben el mismo trato que dan, de un mundo ladrón y ruin, porque se descubre burlado.