Tokio, ¿una vez en la vida?

J. M. Loeches
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Alejandro Ortiz y María Espinosa persiguen su participación en los Juegos por la que podría ser una presencia efímera del kárate en el programa olímpico

Tokio, ¿una vez en la vida?

No hay deportista que no haya fantaseado con participar en unos Juegos Olímpicos. En el caso de los karatecas, más todavía. Su deporte entra en el programa de Tokio 2021, pero no para quedarse, así que este verano se presenta como una oportunidad única. Dos toledanos lo saben y, por eso, van a apurar sus opciones todo lo que puedan. Alejandro Ortiz y María Espinosa se mantienen en el camino, pero deberán confirmarlo sobre el tatami.

El galveño, de 20 años, se ha adelantado a los de su edad y acude con la selección sénior desde que tenía 18. Para la cita olímpica, los pesos se reducen, así que en su categoría está peleando con otros dos pesos pesados como el talaverano Raúl Cuerva y el ciudadrealeño Matías Gómez. «Por lo menos, hay que intentarlo, porque a lo mejor son los únicos Juegos de la historia para el kárate», reconoce el integrante del Alosports.

Ortiz necesita acumular muchos puntos en las pruebas de la Premier League que están por disponerse para ganarse la plaza española en el Preolímpico. Luego, tendría que situarse entre los tres mejores, ya que, de las diez plazas disponibles para Tokio, siete salen del ‘ranking’ internacional. «No es descabellado hacer un buen papel en el Preolímpico porque los mejores del mundo no van a estar, al tener la clasificación», explica.

Ahora mismo, el karateca toledano se ejercita en el Centro de Alto Rendimiento de Madrid. Tuvo que salir de su pueblo porque «necesitaba compañeros de un nivel más alto, eso te hace mejor». Mientras se entrena duro a diario, también estudia a distancia un grado superior. De lunes a viernes, Alejandro Ortiz le dedica una hora y media por la mañana al gimnasio y al trabajo físico, mientras que por la tarde toca la sesión técnica de kárate.

Que su rival sea Raúl Cuerva no está reñido con que haya «una buena relación» entre ellos. Han compartido club, el Kidokan, y también se han enfundado el karategi de la selección de Castilla-La Mancha y España. «He crecido viéndole, pero solo le puede tocar a uno», añade. Del mismo modo, se siente muy unido a otra toledana con la que comparte carrera por viajar a la capital de Japón y la que conoce desde hace diez años: María Espinosa. «Ha tenido una lesión grave y dura, y ha sido capaz de volver a un nivel muy alto», asegura.

La toledana confirma que está «muy contenta con los resultados». Parece que «la lesión está superada» y la lata llegó porque «no terminaba de recuperar el mejor nivel después de volver». Y es que, como explica, «al final, te frustras y estás negativa». Como Alejandro Ortiz, María Espinosa ve factible su clasificación para Tokio y afronta los próximos meses «con mentalidad positiva».

La clasificación lleva un año sin moverse y, su principal contrincante para acudir al Preolímpico, Cristina Ferrer, ha caído en los últimos cuatro enfrentamientos entre ambas. La representante del Kidokan insiste en que esta cita olímpica «es la oportunidad», porque, como mínimo el kárate no va a volver hasta 2028. «Hay que vivir el momento e ir a por ello», añade.

En cuanto a su vida en el Centro de Alto Rendimiento de Madrid, Espinosa está más que habituada, después de cinco años. Considera a ‘su’ Kidokan «uno de los mejores clubes», pero confiesa que se acaba notando el mayor nivel que se encuentra en su grupo de entrenamiento, con vistas a progresar. Si se nombra a Álvaro Jiménez, director del club toledano, la karateca capitalina no deja de decir piropos: «Me conoce mejor que yo misma y siempre está conmigo en la silla, así que es la parte de confianza que necesitas para que te salgan bien las cosas; tenerlo al lado me aporta mucho», concluye.