Hospitales de la provincia de Toledo en el siglo XVIII (V)

José García Cano*
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La situación asistencial de Talavera de la Reina en el siglo XVIII nos muestra 5 médicos, 22 cirujanos, 4 boticarios y una matrona, más un total de siete centros hospitalarios

Hospital de Santiago de Talavera de la Reina. - Foto: La Tribuna

Seguimos con el repaso de los hospitales que poseyeron los pueblos y villas de nuestra provincia, para conocer en esta ocasión el panorama hospitalario que había establecido en Talavera de la Reina en el siglo XVIII. La situación asistencial de esta ciudad en aquél siglo nos muestra 5 médicos, 22 cirujanos, 4 boticarios y una matrona, más un total de siete centros hospitalarios. El primero de ellos el de Nuestra Señora del Prado, que no tenía rentas y solamente atendía a pobres que pasaban por la población. El hospital del Prado realmente tuvo dos edificios en los que se daba atención hospitalaria; uno extramuros, que era un albergue ubicado en la misma ermita y otro dentro de la población en la calle Hospital.

El siguiente era el de San Lázaro con una renta de 2.200 reales de vellón, donde se atendía a los enfermos llagados e infecciosos así como a los que padecían el mal gálico (es decir la sífilis o también llamado ‘mal francés’). Uno de los servicios que ofrecía el hospital era uncionar gálicos, y por ello solo funcionaba realmente en los periodos en los que se hacían curas a estos enfermos. En un principio se estableció extramuros de Talavera, pero finalmente se trasladó a una casa en la calle del Sol, que fue vendida en el año 1800 a don Manuel Sánchez de Sebastián.

A continuación nos encontramos con el hospital de la Caridad que poseía 4.400 reales de renta y en él se curaba a pobres vergonzantes. Se funda en 1525 gracias al legado del talaverano Juan de Riaño, el cual dejó dicho en su testamento que en su casa de la plaza de Santa Leocadia, se debía levantar un hospital para curar pobres enfermos, tanto talaveranos como forasteros, aunque luego se trasladó a otro edificio. Los patronos eran los cofrades de la Santa Caridad, cuyo mayordomo era quien nombraba semanalmente un hermano visitador para cuidar del hospital. Esta cofradía de la Caridad también recogía a los ahogados y a los que fallecían en el campo, dándoles cristiana sepultura; por otro lado asistían a los condenados a muerte ofreciéndoles asistencia cristiana y se hacían cargo de recoger los cadáveres de las personas ahorcadas, que previamente habían sido metidas en una cuba y arrojadas al rio Tajo. Esta cofradía dejó de ofrecer asistencia en 1837.

El cuarto de ellos era el de la Misericordia a cuyo cargo estaba la Santa Iglesia Colegial, con 12.000 reales de renta y doce camas para la atención hospitalaria. Había un hospitalario que recibía 1.650 reales de sueldo al año y que poseía vivienda, así como la comida que le costeaba la institución; la mujer de este hospitalero también atendía a las mujeres enfermas.

El hospital de San Antón fundado en el siglo XVI, acogía en su interior a los enfermos del conocido como ignis sacer, es decir el fuego sacro o fuego de San Antón o más técnicamente ergotismo. Se ubicó en el callejón del mismo nombre, haciendo esquina con la calle Juan de Mariana y cerca de la puerta de Cuartos, hacia el camino de Extremadura. Todos los hospitales de San Antón eran regidos por los frailes antonianos, cuya orden fue suprimida por el papa Pío VI en 1787.

También citan los documentos al hospital de San Bartolomé, el cual en este siglo apenas funcionaba y que fue fundado en 1520 por los miembros de la cofradía de San Bartolomé que pertenecía a la parroquia de Santa Leocadia. Esta institución funcionó en una casa que había pertenecido a la comunidad franciscana de Talavera, en la calle que luego se llamó de San Bartolomé. Algunas fuentes denominan a este hospital el de la Garriona, donde habitualmente se curaba la sífilis. A mediados del XVIII ya no servía de hospital y el uso que se le dio fue como residencia de sacerdotes pobres.

El hospital de San Juan de Dios abierto a mediados del siglo XVII, atendió principalmente a los enfermos de peste, tan numerosos en siglos pasados. Se trataba de un convento-hospital que habían fundado don Antonio de la Cruz y doña Isabel Muñoz, matrimonio sin descendencia que legaron sus bienes para fundar esta institución. Fue inaugurado en 1657 con 6 camas, muy lejos de las 20 que pretendía la fundadora. En 1806 el hospital llegó a tener 80 camas y una lista de personal bastante numerosa, con criado, pastor, cocinero, costureras y médico, entre otros. Estuvo situado en lo que hoy es el IES Escuela de Artes.

En aquél contexto de la Ilustración ocurrió otro hecho interesante, como fue la transformación de muchas cofradías en Sociedades de Socorros, siguiendo las directrices del ministro Campomanes, como ocurrió en Talavera de la Reina con un grupo de empleados de la Real Fábrica de Sedas, que crearon una Sociedad de Caridad donde se atendía a los trabajadores cuando estaban enfermos y que tuvo como sede la parroquia de San Andrés, la más cercana a la fábrica. Si el trabajador entraba en prisión (si no era por causas indecorosas) o si fallecía, también se le socorría con ciertas cantidades.

Otros tantos hospitales y centros de asistencia existieron en Talavera de la Reina con anterioridad al siglo XVIII, como el de Santa Lucía, el de Santiago de los Caballeros (también llamado Santiaguito) o el de San Sebastián y Santa Catalina, cuyas interesantes historias dejamos para otro momento, para seguir confirmando la importante labor asistencial y hospitalaria que se ha ofrecido en la esta ciudad a lo largo de los siglos.

*José García Cano es académico correspondiente en Consuegra de la Real Academia de Bellas Artes y Ciencias Históricas de Toledo.