La lluvia no pudo con el Cristo de la Espina

Leticia G. Colao
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La belleza y sobriedad del Miércoles Santo talaverano se acompañaron por una ligera pero molesta lluvia que obligó a la Cofradía a acortar el recorrido hasta la Colegial

La lluvia no pudo con el Cristo de la Espina - Foto: Manu_Reino

La oscuridad y el silencio fueron el Miércoles Santo los grandes acompañantes de una imagen con auténtica devoción en Talavera, el Cristo de la Espina, que apenas media hora después de iniciar su estación de penitencia se vio sorprendida por la lluvia. No fue suficiente para suspender una procesión realmente esperada cada año en la Semana Santa talaverana y que, aún con un plástico para proteger la talla, despertó el fervor y el respeto de los miles de vecinos que aguardaban su salida.

Una hora antes del inicio de la procesión, los talaveranos ya esperaban a las puertas de Madre de la Esperanza e incluso al otro lado del Puente Romano. En el interior del centro, los cargadores esperaban emocionados el momento de ponerse bajo el paso y llevar a su Cristo por las calles de Talavera y sobre las aguas del Tajo, en una de las estampas más bellas de la Semana de Pasión.

Antes de esto, Juan Alberto González, Hermano Mayor de la Cofradía del Santísimo Cristo de la Espina, impuso las medallas de la Hermandad a cuatro guardias civiles por el servicio de escolta prestado cada año. Ya preparados en dos filas, y tras realizar el juramento de silencio previo, los cofrades de la Espina salían puntuales a las 23 horas, momento en el que el paso comienza a moverse siguiendo el tradicional ritual, marcado por el ritmo de las matracas. Desde ahí, cogen la calle hasta llegar al Puente Romano en un trayecto que hacen en solitario al estar restringido el paso durante estos momentos únicamente a los cofrades.

La lluvia no pudo con el Cristo de la EspinaLa lluvia no pudo con el Cristo de la Espina - Foto: Manu_ReinoEste año el paso contó como principal novedad con el doble de varales, un total de ocho, y con ello la incorporación de ocho maniletas, que ayudan a los 32 cofrades, 12 más que en la última Semana Santa, a portar al bello Cristo de la Espina. En su trono dorado, perfectamente decorado con claveles rojos y los cuatro faroles de sus esquinas, el Cristo, obra de José Zazo y Mayo, cruza el Tajo arropado por sus hermanos y la apenas imperceptible corriente de las aguas.

Y justamente a la mitad del puente, una ligera lluvia hizo acto de presencia, lo que obligó a uno de los hermanos a colocar el plástico que llevaban preparado ante las previsiones meteorológicas. Así llegó hasta el otro lado del río, ya en Ronda del Cañillo, sin restar un ápice de solemnidad ante los miles de talaveranos y vecinos de la comarca que se congregaban para acompañar al de la Espina.

Su llegada, a medianoche, estuvo acompañada por el apagón en el alumbrado público, quedándose únicamente en lo alto la luz de Santa Catalina. El Himno de España, de la Banda de Cornetas y Tambores Nuestro Padre Jesús Nazareno le recibió con honores junto al respeto y sentimiento de los fieles, muchos ya con paraguas.

Desde allí, y ante las insistentes precipitaciones, la Cofradía decidió seguir el recorrido corto hasta La Colegial, por lo que el Casco Antiguo y las Murallas no pudieron ver este año al Cristo de la Espina bajo las impresionantes Torres Albarranas. El ritmo pausado y sobrio de la comitiva, y las velas y faroles de sus fieles, acompañaron a la talla hasta el templo de la plaza del Pan.